Analistas y encuestadoras acertaron con el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva, pero no con los reñidos resultados, al sobreestimar la victoria esperada del líder izquierdista. El Tribunal Superior Electoral (TSE), en la actualización de los cómputos, coloca a Lula con el 48,4% de los votos, frente a 43,2% obtenidos por Jair Bolsonaro. El estrecho margen lleva a Brasil, un país altamente politizado, a ir a la segunda vuelta.
En estas elecciones presidenciales se acrecentaron las expectativas en torno a la figura de Lula. Incluso, muchos se animaron a descartar la posibilidad de ir a una nueva ronda. Pero, el actual presidente Jair Bolsonaro, del Partido Liberal, tuvo un mejor desempeño de lo que pronosticaron las últimas encuestas. Y ambos candidatos se medirán otra vez el 30 de octubre.
Bolsonaro obtuvo el 43,2% de los votos válidos con el 99,61% de los votos escrutados, ocho puntos más que la última encuesta de Datafolha del sábado. Lula recibió el 48,4% de los votos, dos o tres puntos menos de lo previsto por los sondeos de opinión de última hora.
Para ganar sin ir a una segunda vuelta, un candidato necesita obtener el 50% más uno de los votos en Brasil. Y eso no ocurrió este domingo.
“¡La lucha continúa hasta la victoria final! Ese es nuestro lema”, dijo Lula, después de que el TSE emitiera los resultados.
En rueda de prensa en São Paulo, antes de dirigirse a la Avenida Paulista, donde lo esperaba una multitud, Lula dijo que siempre llega a una elección con la voluntad de ganar en la primera vuelta. Pero si el deseo no se cumple, no se desanima, al contrario.
“Siempre pensé que ganaríamos estas elecciones. Esto es (la segunda ronda) solo una extensión para nosotros”, indicó el abanderado.
A la segunda vuelta en Brasil
Desde las bases simpatizantes del Partido de los Trabajadores hasta los cuadros medios, el ambiente no era de euforia total por el triunfo de Lula, había rasgos de desencanto. Sus seguidores soñaban con un resultado mejor, incluso definitivo. Jeanne, activista del PT, no ocultaba su contrariedad. «Tengo sentimientos encontrados… da miedo ver que el núcleo duro del bolsonarismo es mucho más fuerte de lo que imaginábamos”, indicó a RFI.
Para Alina, otra activista, el resultado de las elecciones se debe a la división de la izquierda en Brasil. «No es culpa de la campaña ni de Lula. Creo que la culpa es de la izquierda, que no está unida. No debemos olvidar que este es un país amenazado por un dictador y un terrible movimiento conservador”, recalcó.
Entretanto Jair Bolsonaro, ultraderechista y candidato a la reelección expresó su confianza en que ganará la segunda vuelta en los comicios de Brasil. «Vamos a prevalecer por la patria, la familia, la libertad y por la voluntad de Dios», dijo en redes sociales. «Nunca perdí una elección y no será ahora que lo haga». Bolsonaro fue diputado federal durante casi tres décadas antes de convertirse en presidente en 2019.
Además, se refirió a las encuestas, que le daban alrededor del 36% de los votos en primera vuelta y al final, obtuvo 43%. «Mucha gente se dejó llevar por las mentiras propagadas por las encuestadoras», manifestó. «Se equivocaron en todos los pronósticos y ya son las mayores perdedoras de la elección».
Bolsonaro celebró, por otro lado, la victoria en el Congreso, que definió como su «mayor prioridad» este domingo, y en varios Estados. «Es la mayor victoria de los patriotas en la historia de Brasil: 60% del territorio será gobernado por quien defiende nuestros valores».
Presencia en el Congreso
A la espera de que la suerte de su carrera presidencial se defina en segunda vuelta, en la contienda del 30 de octubre en Brasil, el Partido Liberal del actual mandatario tendrá las mayores bancadas en el parlamento. En el Senado, con 14 de 81, y en la Cámara de Diputados, con 99 de 513. La mayoría de la representación parlamentaria será conservadora, lo que pondría en dificultades a un hipotético futuro Gobierno de Lula, reseñó El País.
En cuanto a la pelea en los Estados, 11 de los 27 estarán en manos conservadoras y tres en las del Partido de los Trabajadores de Lula. El resto se disputará en segunda vuelta. El candidato bolsonarista ganó en Río de Janeiro y parte como favorito en São Paulo, el motor económico del país. Minas Gerais, el segundo Estado más poblado, será gobernado por un conservador que en su día apoyó a Bolsonaro y ahora se declara neutral.
Aún así, durante las próximas cuatro semanas, Bolsonaro tendrá que recuperar terreno frente a da Silva, quien aún fue el principal votante el domingo. Bolsonaro está tratando de evitar convertirse en el primer titular en perder su candidatura a la reelección desde el comienzo de la democracia moderna de Brasil en 1988.
Su gobierno es conocido por su apoyo a la explotación despiadada de la tierra en la Amazonía, lo que lleva a cifras récord de deforestación. Los ambientalistas advierten que el futuro de la selva tropical podría estar en juego en esta elección. Bolsonaro también ha sido ampliamente criticado por su manejo de la pandemia. Más de 686.000 personas en Brasil han muerto a causa del virus.
Reducir pobreza y deforestación
Lula, entretanto, intenta completar un impresionante renacimiento político que hace años parecía impensable. El exlíder sindical centró su campaña en destacar los puntos débiles de Bolsonaro y en resaltar sus logros pasados a lo largo de su campaña.
Dejó el cargo con un índice de aprobación del 80 % en 2011 y se le atribuye en gran medida haber sacado a millones de brasileños de la pobreza extrema. A través del programa de asistencia social “Bolsa Familia”. En su campaña prometió un nuevo régimen fiscal que permitirá un mayor gasto público y acabar con el hambre en el país, que ha aumentado durante el gobierno de Bolsonaro.
Lula también promete trabajar para reducir las emisiones de carbono y la deforestación en la Amazonía.
El candidato, sin embargo, tampoco es ajeno a la controversia. Fue condenado por corrupción y lavado de dinero en 2017. Por cargos derivados de la amplia investigación de la “Operación Lava Jato” sobre la empresa petrolera estatal Petrobras.
Pero después de permanecer preso en menos de dos años, un juez de la Corte Suprema anuló la condena de Lula en marzo de 2021, allanando el camino para que se postule a la presidencia por sexta vez.
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