El primero de enero entra en vigor otra fase de la directiva sobre presentación de informes de sostenibilidad corporativa
En cumplimiento con la normativa europea, 2025 iniciará con cambios sustanciales para el sector de los bienes y servicios de la región. A partir del primer día del año entra en vigor otra fase de la Directiva sobre presentación de informes de sostenibilidad corporativa. Esta CSRD obliga a las empresas a presentar información sobre sostenibilidad, con el objetivo de contribuir a la transición hacia un sistema económico y financiero sostenible e integrador, de conformidad con el Pacto Verde Europeo.
Esta disposición, impulsada por el Parlamento y el Consejo Europeo en 2022, está orientada a llevar a ese gigantesco conglomerado de empresas –pequeñas, medianas y grandes- a un compromiso mayor con el medio ambiente. No solo se valorarán las iniciativas individuales, que ya existen muchos casos, sino también a todo el universo empresarial con el fin común de alcanzar la sostenibilidad, soportada en papeles, acciones y en una ventaja competetiva.
La CSRD modifica la directiva sobre presentación de informes no financieros (NFRD) vigente. La “información no financiera” pasa a ser “información de sostenibilidad” y lo pone a la altura del informe financiero. Un documento que, de momento, tendrá una verificación limitada, aunque evolucionará en el futuro hacia una verificación razonable por parte de una persona experta, señalan varios analistas.
Con la directiva aumenta sustancialmente los requisitos de presentación de informes para las empresas que entran en su ámbito de aplicación. En un esfuerzo por ampliar la información sobre sostenibilidad para usuarios.
Impulsan a las empresas a la sostenibilidad
La directiva también implica un aumento drástico del número de empresas sujetas a los requisitos de presentación de informes de sostenibilidad de la UE. La CSRD multiplica su alcance considerablemente. Se estima que pasará a afectar a unas 50.000 empresas, frente a las 12.000 empresas que actualmente presentan informes sobre sostenibilidad.
Las grandes empresas de interés público con más de 500 personas empleadas deberán presentar en 2025 información sobre el año fiscal 2024. Al año siguiente, lo harán las que cuenten con un equipo de más de 250 personas, un volumen de negocios neto de 50 millones de euros o activos por valor de 25 millones de euros, de acuerdo con la Directiva Delegada (UE) 2023/2775 de la Comisión, de 17 de octubre de 2023, que también traspone el proyecto de ley.
También las pymes cotizadas y entidades financieras pequeñas tendrán que aportar en 2027 información sobre el año fiscal 2026. Y, por último, en 2029, las empresas con filiales en Europa cuyo volumen de negocios neto en la Unión Europea supere los 150 millones de euros, tendrán que reportar su estrategia de sostenibilidad, partiendo del año fiscal 2028.
Además de aportar datos pasados concretos y homogéneos en materia de sostenibilidad, otra de las grandes novedades que introduce esta directiva es que las empresas deberán incluir una descripción de sus objetivos para, como mínimo, los horizontes 2030 y 2050.
La información a divulgar no está pensada para que se tache de una lista de tareas en unos pocos meses o incluso en un par de años. Está diseñada para impulsar cambios, de calado y a largo plazo en los modelos de negocio de las empresas. Las compañías que reconozcan este hecho serán las que destaquen en un futuro sostenible.
Desigualdades y gradualidades
Forética, organización referente en sostenibilidad y responsabilidad social empresarial en España, lleva el pulso de la sostenibilidad empresarial en el país en los últimos 25 años. Señala a La Vanguardia que la sostenibilidad “ha dejado de ser fruto del voluntarismo” por parte de las empresas más concienciadas para ser una responsabilidad del ecosistema económico.
La reacción ante la nueva directiva europea está siendo desigual, sostiene su director general, Germán Granda. Observa “una cierta tensión interna en algunas compañías sobre cómo hay que responder a la nueva normativa. Existen empresas avanzadas que lo ven como una oportunidad”, porque saben que ser sostenible es un factor de “elegibilidad” para inversores, clientes y empleados
Marta Olavarría, experta en Regulación Mercados Financieros & Finanzas Sostenibles, indica en una investigación – editada por la Fundación del Instituto Español de Analistas y patrocinado por Workday- que hay empresas que están a la vanguardia en la divulgación de información en materia de sostenibilidad. Son los casos en los que se cumplen con los requisitos legales existentes y que también publican informes de sostenibilidad con una amplia gama de indicadores ESG.
Por el contrario, reseña El Economista, todavía hay empresas que se enfrentan a este reto. En parte porque no disponen de los recursos internos necesarios para recopilar, analizar y divulgar información sobre sostenibilidad. Se suma la falta de estándares unificados, lo que ha dificultado la comparación entre empresas y una evaluación del desempeño sostenible. «Es fundamental que las empresas reconozcan la importancia estratégica de la sostenibilidad», dice Olavarría.
Mejor desempeño ambiental de las compañías
La directiva establece que las empresas deben determinar qué cuestiones de sostenibilidad conllevan riesgos, oportunidades e impactos relevantes mediante la conocida como «doble materialidad». Y sobre las cuestiones que figuren como relevantes la compañía deberá informar en términos de la gobernanza, el desempeño y la gestión de riesgos y oportunidades.
El impacto esperado de la directiva implica cambios relevantes a nivel de estrategia, de gobernanza, de gestión de riesgos y de debida diligencia. Quien no aproveche la oportunidad de reenfocar y transformar su negocio no va a conseguir el efecto esperado en inversores y otros grupos de interés, y que el regulador trata de provocar con la directiva.
Según el sondeo de PwC a más de 500 directivos, la Global CSRD Survey 2024, destaca la cantidad de encuestados que prevén ventajas tangibles derivadas de la aplicación de la directiva. Más de la mitad de los encuestados (51%) cree que mejorará, en gran medida, el desempeño medioambiental de las compañías. El 49% que estrechará los vínculos con sus grupos de interés, y el 48% que ayudará a una mejor gestión de los riesgos. Además, el 28% espera que le ayude a impulsar los ingresos y el 26% a ahorrar costes. Las compañías que más expectativas tienen puestas en que la CSRD tenga efectos económicos son aquellas que tienen sus obligaciones de información más próximas.
Esto indica que algunos directivos están dejando atrás una mentalidad de simple cumplimiento, para centrarse en la creación de valor.
Definir los planes de descarbonización
Un informe del Instituto Español de Analistas y la Cátedra Ibercaja de Finanzas Sostenibles destaca algunos puntos clave a la hora de aplicar CSRD:
- CSRD es una herramienta de gestión, ya que implica rediseñar la estructura de gobierno de las empresas, revisar su estrategia y modelo de negocio. Así como sus procesos y políticas.
- CSRD supone una mayor conexión entre el área financiera y el área de sostenibilidad. Esto conlleva un gran esfuerzo de coordinación interna, pero también una gran oportunidad de cohesión entre ambas materias financiera y no financiera.
- El proceso de reporting recoge más de 1.100 puntos de datos, pero hay que tener en cuenta que CSRD se basa en el principio de materialidad. Esto reduce el alcance del reporting, ya que se limita a aquellos que se consideren materiales para la empresa. Un aspecto importante es que la información a reportar con esta nueva directiva no es tan diferente de la que se viene reportando bajo NFRD.
- No hay que olvidar que el estado de sostenibilidad se elabora para ser utilizado por terceros, ya sean usuarios o partes interesadas de la empresa. Además de la parte cuantitativa del informe basada en métricas, existe una parte cualitativa de narrativa o relato por la que la empresa explica cuál es su modelo de negocio.
Se exige disponer y reportar sobre un plan de transición climática en el que se concreten los objetivos de descarbonización de la empresa y la exposición de sus activos a los riegos físicos y de transición. El plan de transición se convierte en una herramienta para la valoración contable de los activos. Además de facilitar que los usuarios del informe entiendan las metas de la compañía y puedan medir su progreso.