Por Javier Molins
02/01/2017
Anish Kapoor en Lisson Gallery. Si el año pasado – tal y como reconoció el director de ARCO, Carlos Urroz – el Kapoor pixelado de esta galería fue la obra más posteada de la feria por las redes sociales, este año han vuelto a apostar por uno de los discos del artista británico pero, en esta ocasión, con color. Se trata de una obra con un degradado que va de rosa a verde que hará las delicias de todos los amantes de los selfies que quieren inmortalizar su figura reflejada en este espejo de acero inoxidable.
Sean Scully en Kewenig. Sean Scully es sin duda alguna uno de los grandes maestros vivos de la abstracción. Sus figuras geométricas han podido verse en museos como el Metropolitan, el MOMA o el Pompidou. Influenciado por Mondrian, Rothko y Matisse, comparte con este último la maestría a la hora de combinar los colores, tal y como se puede comprobar en esta obra presente en la galería berlinesa Kewenig. Una obra en la que es tan importante lo que se ve como lo que se intuye en las entrañas de sus pinturas.
Manolo Valdés en la Galería Marloborough. Esta galería neoyorkina exhibe una de las arpilleras clásicas de Valdés del año 87 que se inspira directamente en la danza de Matisse. Todo un ejemplo de esa pintura de Valdés que busca su inspiración en la Historia del Arte y que no deja de ser un diálogo con el pasado.
Ai Weiwei en Lisson Gallery. Este artista y activista chino está presente en ARCO a través de una obra en la que se puede apreciar uno de sus rasgos más característicos: el contraste entre la tradición y la modernidad. Se trata de unas vasijas antiguas de la dinastía Han que ha cubierto con pintura industrial de la utilizada para pintar las carrocerías de los coches. Toda una provocación de quien ha hecho de Marcel Duchamp y Andy Warhol sus dos grandes referencias.
Olafur Eliasson en la galería Elvira González. El artista escandinavo que nos deslumbró a todos con su proyecto en la sala de Turbinas de la Tate Modern consistente en un enorme sol que hacía la delicias de todos los visitantes, ha creado una escultura en la que la luz también es la protagonista principal a través de una serie de bombillas que crean un curioso efecto óptico en quien la contempla.
Alexander Calder en Mayoral. La galería barcelonesa Mayoral se estrena en ARCO a lo grande con un diálogo entre la obra de Alexander Calder y la del artista Joan Ponç, perteneciente al grupo Dau al Set. De Calder se pueden ver una pintura y varios gouaches junto con una magnífica escultura móvil de pie titulada “The red base” que data de 1969. Un oportunidad de contemplar a uno de los grandes artistas del siglo XX que revolucionó la escultura con sus móviles.
Jaume Plensa en la galería Lelong. Esta galería parisina apuesta de nuevo por uno de los característicos rostros de Jaume Plensa, cuyos ojos cerrados nos invitan a la introspección. Unas cabezas de grandes dimensiones que pueden verse actualmente en la exposición monográfica que le dedica esta misma galería en su sede neoyorkina. Y es que Plensa es uno de nuestros escultores más internacionales. Prueba de ello es la gran escultura que acaba de adquirir el Perez Musuem de Miami y que se instaló en sus jardines durante la pasada edición de Miami Art Basel.
Tony Ousler en la galería Moisés Pérez de Albéniz. Si la cabeza de Plensa transmite paz y serenidad, esta de Ousler de más de dos metros y medio de altura crea una sensación de desasosiego e intranquilidad, algo típico de las obras de este autor neoyorkino. Y es que Ousler incorpora vídeos a sus esculturas y las convierte casi en seres vivos que te observan a medida que te desplazas alrededor de ellas. Una forma de mirar y ser mirado.
Louise Bourgeois en Hauser and Wirth. La gran dama del arte contemporáneo resume en esta obra gran parte de sus obsesiones. Ya el título nos da la clave al respecto: “La Maladie de l’Amour”. Y es que el amor, incluido el maternal, siempre ha sido visto por esta artista, que nos dejó recientemente, como algo con un componente enfermizo. Una obra que, por otra parte, contiene gran parte de los materiales usados habitualmente por esta autora como son la acuarela, el lápiz o un trozo de tela.
Alberto Corazón en el stand de El Mundo. El artista madrileño realiza una interesante reflexión sobre la pintura en el stand del diario El Mundo y lo hace a través del bodegón, uno de los géneros clásicos de la pintura. Y es que Corazón considera su mesa de pintor, que reproduce en un lienzo de grandes dimensiones, como un bodegón. Tal y como él mismo afirma “mi mesa de pintor es mi mundo, muestra el modo de relacionarme plásticamente con lo que me rodea”. Y es que en esta ocasión podemos ver tanto la faceta de artista como la de pensador de esta figura imprescindible del arte español actual.