Un cóctel explosivo de cambio climático, desastres y conflictos inciden en el crecimiento de las necesidades de las poblaciones más vulnerables diariamente.
A pesar de que en los últimos 10 años el volumen, el coste y el alcance de la asistencia humanitaria han aumentado, en muchos contextos la vulnerabilidad de las poblaciones es desproporcionada. Formular respuestas apropiadas a la naturaleza de los conflictos y los desastres se ha vuelto una necesidad. Hay que actualizar la gestión de riesgos. De otra forma, las crisis humanitarias serán más frecuentes y prolongadas en el futuro.
250 millones de personas afectadas por año
La gestión del riesgo y sus mecanismos de respuesta deben estar actualizados y en sintonía con la naturaleza cambiante de los desastres, las crisis y los conflictos. Entre 1995 y 2015, se recopiló data de 6.457 desastres relacionados con el clima. Durante veinte años los desastres asociados al cambio climático afectaron a un aproximado de 4.000 millones de personas. La media de afectados por año fue de 250 millones de personas.
Cifras tan enormes sobrecogen ante el hecho de que las poblaciones en sitios de conflictos son aún más vulnerables a inundaciones, sequías y tifones. Hechos que agravan aún más la naturaleza de los conflictos y hacen aún más tortuosa la vida de millones. Y con tortuoso se apunta a la escasez de servicios básicos como agua potable y saneamiento –un derecho humano– y el poco o nulo acceso a la salud, a un empleo digno y a la seguridad.
Pero no es todo. La escalada de las crisis humanitarias en medio del cambio climático, sucederán en un escenario cada vez más asfixiado por la presión de una población mundial en franco crecimiento; una mayor desigualdad; una urbanización no planificada; cambios en la disponibilidad del agua y la comida y la inestabilidad política creciente. El 50% de las personas que padecieron desastres naturales entre 1995-2015 vivían en áreas frágiles e impactadas por los conflictos. La proyección es que el número de población vulnerable siga aumentando.
Gestión de riesgos en las crisis humanitarias
Janani Vivekanada –asesora senior sobre cambio climático, paz y seguridad– piensa que a pesar de todo hay tiempo y esperanzas. Y las esperanzas radican justamente en cómo se abordan los conflictos. Señala que por lo menos en el papel los encargados de establecer políticas globales reconocen la imperiosa necesidad de actualizar y alinear la gestión de riesgos y sus mecanismos.
Aquí señala a la Organización de Naciones Unidas, que ya estableció un marco llamado la Nueva Manera de Trabajar (The New Way of Working). Hace un llamamiento a todos los actores humanitarios y de desarrollo para que trabajen de manera conjunta sobre la base de sus ventajas comparativas con el objetivo de alcanzar el bienestar colectivo.
Es decir, reducir sin medias tintas la necesidad, el riesgo y la vulnerabilidad durante muchos años. No se trata solo de abordar el riesgo y las consecuencias de las crisis y los conflictos en el momento. Se trata de generar las condiciones para que los riesgos y los conflictos disminuyan, además de otorgarles las herramientas adecuadas a las poblaciones para que se transformen en ciudadanos resilientes.
Un camino para la actualización de la gestión de riesgos
Vivekanada señala que el camino hacia una gestión de riesgos actualizada y también resiliente debería tomar en cuenta cuatro factores claves.
1 El diseño de respuestas humanitarias con un enfoque sensible hacia el clima y los conflictos, pues de otra manera generan más daños que beneficios. Una respuesta inapropiada ante un desastre climático puede aumentar el riesgo ante los conflictos, además de socavar recursos naturales preciosos para la supervivencia de las poblaciones.
2 La naturaleza de la financiación humanitaria debe cambiar. No se trata estrictamente de fondos humanitarios o de desarrollo. La financiación humanitaria debe permitir más y mejor trabajo intersectorial y financiación más flexible, acelerada y tolerante al riesgo. La financiación humanitaria debe tomar en cuenta las necesidades y plazos, especialmente durante conflictos prolongados. De otra forma el flujo de dinero puede exacerbar las desigualdades o crear nuevas iniquidades.
3 La asistencia humanitaria también debe mejorar la comprensión de las crisis en los contextos locales y la naturaleza de los riesgos. Pero esta mejora no queda aquí. El análisis de las necesidades en medio de las crisis humanitarias debe traducirse en respuestas sensibles al conflicto y el clima.
4 Finalmente Vivekananda, apunta hacia la obvia necesidad de reformar los mandatos institucionales y las estructuras financieras de gobiernos, donantes y agencias ejecutoras.
En la entrada de su reflexión sobre las crisis humanitarias por venir, la asesora de clima paz y seguridad hace una advertencia clave. No se puede asumir que las respuestas humanitarias en situaciones especialmente delicadas son neutrales políticamente, puesto que la respuesta de los trabajadores humanitarios podría exacerbar la injusticia en la ya frágil relación ciudadano-Estado.
Para más información visite Cambio16.com
Lea también:
Red de proxenetas explotaba y vendía mujeres en Valencia y Girona
Red de proxenetas explotaba y vendía mujeres en Valencia y Girona