El cigarrillo es dañino para la salud. Lo sabemos todos y cientos de estudios así lo demuestran. Aunque los afectados aún no hayan podido ganar ninguna demanda a la industria tabacalera, lograron que la obligaran a colocar una advertencia en cada cajetilla. Lo que no advierte es que, así como su consumo daña la salud de los humanos, el cigarrillo perjudica al planeta con su residuo más tóxico: la colilla.
Literalmente los fumadores han convertido al planeta en un gigantesco cenicero. Jason Alexander es un fotógrafo británico que no quiere que el planeta lo siga siendo. Para demostrar la magnitud del problema lleva la cuenta de las que ha recogido: Más de 1,2 millones. “Las he contado todas», dice. Según Alexander Cada año se tiran miles de millones en nuestras ciudades, pueblos y campos. Dondequiera que haya gente, hay colillas. Es uno de los mayores problemas de basura a los que se enfrenta el planeta hoy en día.
Billones de Colillas
Los filtros de los cigarrillos están hechos de acetato de celulosa, un tipo de plástico. Se estima que cada año se arrojan al medio ambiente más de 4 billones de colillas. Una cantidad difícil de verificar, pero ciertamente se pueden contar en billones. Una cifra difícil de imaginar. Más que las estrellas en nuestra galaxia. Colocadas en fila punta se extenderían hasta la Luna y darían la vuelta más de 100 veces.
Una colilla puede tardar más 10 años en descomponerse. Actualmente más de 30 billones de colillas en el medioambiente que siguen desintegrándose en fragmentos más pequeños que contaminan ríos y océanos. Al entrar en la cadena alimentaria mata los organismos vivos, también animales, plantas y humanos. A fumadores y no fumadores.
Las colillas contienen plástico y más de 6.000 sustancias químicas. Más 50, cancerígenas para personas; muchas, mortales para la fauna. Las sustancias de una colilla pueden contaminar 7,5 litros de agua en una hora. Es letal para la vida acuática.
Estudios conservadores calcula que todos los fumadores del mundo consumen unos 6,5 billones de cigarrillos al año. Un tercio de las colillas terminan en la basura, los tercios restantes (miles de millones al día) se arrojan por la ventana o van al suelo.
Los fumadores y sus colillas
Los fumadores a menudo no se deshacen correctamente de las colillas. No son conscientes de que las colillas son basura tóxica y contienen plástico. Las colillas huelen mal y la fuerza de la costumbre de tirar la colilla. Suponen que limpiar es responsabilidad de otros. Casi todos creen que tarea de los servicios municipales.
Las soluciones requieren de educación y de aumentar la cantidad de papeleras. Principalmente, ampliar la responsabilidad de la industria tabacalera y aplicarles las leyes sobre desperdicios tóxicos y no biodegradables.
Un grano de arena
Alexander construía cámaras para la vida salvaje. En 2014, se propuso fotografiar 100 amaneceres en un año, pero en las madrugadas empezó a ser consciente de algo más que de los cielos. «Limpiaba el suelo para preparar las tomas y me asombraba la cantidad de residuos que había. Era ciego a la basura y, en cuanto me di cuenta, empecé a limpiar», contó a The Guardian.
Para documentar sus frecuentes recogidas de basura, creó un sitio web: Rubbish Walks. Pronto se hizo de un grupo de seguidores deseosos de participar en las limpiezas comunitarias. «Organizamos eventos de limpieza, pero lo que queremos es crear comunidades que no ensucien. Más que limpiar, que no ensucian. Queremos para mostrar que tenemos la obligación moral resolver la disposición de las colillas, no esperar que otros lo hagan», manifestó.
Alexander participa en cientos de recogidas de basura al año, e incluso se lleva envases para recoger basura cuando sale de viaje o de vacaciones. «A veces hago el triplete. Limpio el río, la playa y la calle en un solo día. Aunque es gratificante limpiar , a veces parece que el problema es insuperable. Da la sensación de que no hacemos mella”, admitió.
Una ola que se expande
Alexander recoge diariamente colillas de cigarrillos y otros residuos relacionados. Armado con guantes y un cubo, explora calles, playas, riberas y bosques recopilando información sobre puntos con alta presencia de colillas. Los datos se analizan y usan para concientizar, educar e inspirar a individuos, escuelas, empresas, grupos comunitarios y gobiernos. El objetivo es modificar conductas y reforzar la legislación.
Jason comparte fotos y videos de sus actividades en las redes sociales y aparece regularmente en los medios difundiendo su mensaje. En 2019 lanzó el primer Día Nacional Blitz The Butt en el Reino Unido, con una respuesta abrumadora. Más de 200 participantes recogieron 120.000 colillas en un día. La idea traspasó las fronteras y se unieron más personas en otros países.
En 2020 se elevó a Semana Blitz The Butt y se asoció con el Día Mundial de la Limpieza y Filtracycle, organización que desarrolla reciclaje rentable de colillas. Una idea que surgió en 2008 en Estonia, cuando 50.000 personas limpiaron el país en 5 horas. Luego se extendió a 180 países en 2019, con 20 millones de voluntarios recolectando toneladas de basura. En 2020 se enfocó en colillas.
Museo Vintage de la Basura
El cambio definitivo está en manos de las generaciones futuras. Y en esa línea Alexander decidió crear el Museo Vintage de la Basura. Lo plantea como una exposición itinerante que se lleve a colegios e institutos. En un contenedor reconvertido en Woodbridge, Suffolk, ha acumulado más de 400 residuos recogidos en miles de limpiezas. Hay paquetes de papas fritas, latas de bebidas, suturas quirúrgicas y botellas de detergente que datan desde 1920 hasta 1999. Una manera de resaltar la longevidad de los residuos humanos. «La gente se ciega ante las infografías y los mensajes de los envases que le dicen que no tire basura en la calle. Esa estrategia no funciona, debemos mostrar la basura», argumenta.
La basura y sus lecciones
Para ingresar al museo, los objetos deben haber sido encontrados durante una recogida de basura, limpieza de ríos o playas, ser claramente identificables y haber sido producidos desde el primer día del siglo pasado. Su minicolección de surgió en 2018 después de tropezar con sitios web como museumoflitter.org y museumofbeyond.org. Aunque ya compartía sus hallazgos a través de las redes sociales y la prensa lo entrevistó en numerosas ocasiones.
Su creciente colección la utiliza en las visitas escolares y charlas a grupos comunitarios locales. En 2019 decidió catalogar formalmente sus hallazgos de basura vintage y añadirlos al sitio web Rubbish Walks. Le inspira que otros grupos y personas que tengan sus colecciones de basura. «Cada colección es única y cada una ayuda a comprender cuánto tiempo permanecen nuestros desechos en el medio ambiente. Una forma de mostrar la gravedad del problema. Los jóvenes deben entender que los vapers desechables no desaparecen al quedar fuera de su vista. Estarán aquí durante siglos. Una vez que lo vean, no serán ciegos a la basura», finalizó.