Desde el descubrimiento de la penicilina, la farmacología se ha adentrado cada vez más en el bosque en busca de las bondades de los hongos para la elaboración de medicamentos. Tal vez de manera tardía si se compara con las plantas, utilizadas por los herbolarios en forma de preparaciones sin refinar durante miles de años. Aunque su poder se conoce también desde las civilizaciones antiguas hasta la medicina tradicional china, que los ha usado para tratar diversas enfermedades. En la tardanza pudo haber ayudado su toxicidad y efectos alucinógenos, así como la confusión sobre su naturaleza; no son plantas y forman un reino aparte denominado fungi.
Sin embargo, la levadura utilizada para la elaboración y horneado ha transformado la industria farmacéutica en una plataforma infinitamente flexible para producir medicamentos. Con ella se elabora la mitad del suministro global de insulina inyectable para combatir la diabetes. Modificada con una secuencia de ADN del virus del papiloma humano, copia la proteína que forma la capa de la partícula viral. Una vez separada de la levadura, la proteína es también una vacuna contra el VPH con potencial para eliminar el cáncer cervical relacionado con la infección.
De buena cepa
Uno de los descubrimientos farmacéuticos más relevantes fue la penicilina. En 1928 el científico escocés Alexander Fleming casi de manera casual descubrió los efectos antibióticos de una especie de hongo del género Penicillium. Esto marcó un hito en la historia de la medicina, la era de los antibióticos, fármacos de uso extendido por la humanidad.
Crecer como la levadura
Sin duda la penicilina es uno de los descubrimientos científicos más importantes de la historia. La penicilina se utiliza para infecciones como neumonía, infecciones del tracto respiratorio, fiebre escarlata, infecciones de oído, piel, encías, boca e infecciones de garganta. También para tratar y prevenir ciertas infecciones graves por gérmenes sensibles, como sepsis, neumonías graves, sífilis congénita, gonococia diseminada, difteria, tétanos, endocarditis, meningitis no neumocócica. Aunque es ineficaz contra las infecciones víricas y la mayoría de las demás infecciones.
Pero así como ha ayudado a salvar millones de vidas, por su mal uso, como el de otros antibióticos, es responsable también de poner en riesgo millones de vidas. Cada vez existen más bacterias capaces de resistir el ataque de este medicamento. La producción de nuevos fármacos contra las bacterias es una prioridad. Pero no es tarea fácil. Para resolver este problema ingenieros químicos y los biólogos sintéticos del Imperial College de Londres presentaron el primer antibiótico desarrollado a partir de células de levadura modificadas genéticamente. Algo común como la levadura de panadería convertida ahora en la mayor fábrica de antibióticos conocida.
Lo que estos científicos lograron es la síntesis de moléculas, conocidas como péptidos antibióticos no ribosomales, que están en la base de la formación de sustancias como la penicilina. La mayor parte de los antibióticos están confeccionados con péptidos no ribosomales. Algunas bacterias y hongos son capaces de producirlos espontáneamente. Pero las fuentes de generación de esta materia prima se agotan, pues cada vez hay más patógenos resistentes a los péptidos que conocemos.
Investigar fondo
Los péptidos no solucionan el problema de las resistencias, pero son un paso importante en el desarrollo a gran escala de medicamentos tanto antibióticos como antiinflamatorios. Las múltiples aplicaciones biotecnológicas de la levadura se deben a que es un microorganismo seguro desde el punto de vista microbiológico, incapaz de causar enfermedades a los humanos. Además, la levadura tiene la facultad de crecer rápidamente en medios de cultivo de bajo costo, lo que facilita sus aplicaciones industriales en fermentadores de grandes volúmenes.
Para sumar a la farmacia nuevos compuestos del variado y extenso mundo fungi se debe llevar la química de los hongos a la corriente principal de investigación. Para descubrir y profundizar en sus alcances, como sucedió con otros hongos como el Cephalosporium, el cual resultó en la producción de cefalosporina, muy usada para tratar enfermedades infecciosas importantes. A través de estudios experimentales se ha demostrado que otros hongos tienen propiedades antioxidantes, estimuladoras del sistema inmunológico e incluso como apoyo en el tratamiento de cáncer, diabetes, problemas cardiovasculares o antivirales.
Los hongos producen una variedad de compuestos bioactivos, como polisacáridos, proteínas, terpenoides y más. Estos compuestos poseen más de 130 efectos terapéuticos, incluidas propiedades analgésicas, antiinflamatorias, antioxidantes, antivirales y más. Hay investigaciones para desarrollar productos para enfermedades como Alzheimer y Parkinson que ayuden a mejorar la calidad de vida.
Entre productos generados en levaduras destacan las vacunas contra la hepatitis A y B, la hirudina (anticoagulante) y el glucagón, hormonas empleadas para aumentar los niveles de glucosa en sangre. Pero eso no es todo, actualmente se producen en levadura la artemisinina (droga antimalarica), el taxol (droga para el tratamiento del cáncer), la morfina (alivio del dolor) y el opio (analgésico y narcótico).
Psilocibina, más que alucinógeno
La psilocibina es una sustancia alucinógena que se obtiene de ciertos tipos de hongos de las regiones tropicales y subtropicales de Suramérica, México y Estados Unidos. Ensayos clínicos han demostrado que una o dos dosis de psilocibina, administradas en un entorno terapéutico, pueden lograr cambios drásticos y duraderos en personas que padecen trastorno depresivo resistente al tratamiento, que no responde a los antidepresivos tradicionales.
Con base en esta investigación, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos califico a la psilocibina de medicamento innovador. Sin embargo, el consumo de los “hongos mágicos” durante las décadas de los 60 y 70 llevó a su prohibición. La famosa Ley de Sustancias Controladas de 1970 incluyó a la psilocibina en Lista 1, la más restrictiva, y por años se cerró la puerta a las investigaciones sobre sus propiedades. Con la llegada del siglo XXI la situación ha cambiado y hoy hay científicos haciendo pruebas para determinar su potencial.
La psilocibina se convierte dentro de nuestro cuerpo en psilocina, una sustancia química con propiedades psicoactivas. Esta sustancia también es prometedora para combatir dolores de cabeza, anorexia, trastorno obsesivo-compulsivo y diversas formas de abuso de sustancia.
Sentirse bien, hermano
Los psicodélicos clásicos como la psilocibina y el LSD ingresan al cerebro a través de los mismos receptores que la serotonina, la hormona del cuerpo para sentirse bien. La serotonina ayuda a controlar funciones como el sueño, el deseo sexual y estados psicológicos como la satisfacción, la felicidad y el optimismo.
Estudios han revelado que las personas con depresión o ansiedad a menudo tienen niveles bajos de serotonina. Al igual que las personas con trastorno de estrés postraumático, dolores de cabeza en racimos o brotes, anorexia, adicción al tabaco y abuso de sustancias. Estos pacientes son tratados con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, para aumentarles los niveles de serotonina disponibles para las células cerebrales. Sin embargo, pueden pasar semanas para ver su efectividad. Con los la psilocibina, se aprecian las mejorías en 30 minutos. Los investigadores dicen que las drogas psicodélicas en realidad ayudan a las neuronas en el cerebro a producir nuevas dendritas, que parecen ramas de un árbol, para aumentar la comunicación entre las células.
En resumen, los hongos son más que simples champiñones. Son una promesa de medicina natural, una invitación a adentrarse en el bosque y descubrir lo que aún no se ha visto. La penicilina fue solo el comienzo; los hongos podrían ser el próximo capítulo en la farmacología.