Se requieren marcos políticos más sólidos para apoyar la adopción generalizada de la tecnología, así como programas de subsidios expeditos para los altos costos de instalación
Las bombas de calor, una tecnología clave para la transición hacia la energía limpia, no están cumpliendo las expectativas. A pesar de su potencial para reducir significativamente las emisiones de carbono, las ventas se han desacelerado. Una combinación de altas tasas de interés, costos crecientes y desinformación frenan su expansión en el mercado.
En Estados Unidos, datos del MIT y del Rhodium Group muestran una caída del 4% en las compras en los últimos dos años. En Europa, la situación es aún más preocupante: en 13 países, las ventas se redujeron casi a la mitad en el primer semestre de 2024. La Unión Europea tiene previsto instalar 60 millones de estos componentes para 2030, pero como van las cosas, es posible que solo se logren tres cuartas partes del objetivo.
Este estancamiento contrasta con las altas expectativas que se tenían para la tecnología. Las bombas de calor, que funcionan extrayendo calor del aire o el suelo para calentar o enfriar espacios, son altamente eficientes y pueden funcionar con electricidad renovable. Se suponía que transformarían la forma en que calentamos nuestros hogares, al reducir la dependencia de combustibles fósiles y ayudar a combatir el cambio climático.
La desinformación es uno de los principales obstáculos. Muchos consumidores no entienden cómo funcionan o dudan de su eficacia en climas fríos. Los mitos y malentendidos sobre su rendimiento y costos operativos están afectando negativamente su adopción. Además, los ciclos de construcción de viviendas y las regulaciones locales también juegan en contra y evitan su expansión.
Dos en uno
Una bomba de calor es un sistema de refrigeración y calefacción versátil y eficaz. Gracias a una válvula de inversión, puede cambiar el flujo de refrigerante y calentar o enfriar una vivienda. La física del proceso es la misma. La energía térmica es absorbida en la unidad exterior por el refrigerante líquido frío, convirtiéndolo en gas frío. A continuación, se aplica presión al gas frío, convirtiéndolo en gas caliente. El gas caliente se enfría en la unidad interior haciendo pasar aire, calentando el aire y condensando el gas en líquido caliente. El líquido caliente se libera de la presión al entrar en la unidad exterior, convirtiéndose en líquido frío y renovando el ciclo.
Fue creada por el científico austríaco Peter von Rittinger en 1856. Se basó en tres principios de transmisión de calor entre fluidos y mediante cambios de estado y de termodinámica descubiertos por William Thomson (Lord Kelvin) 5 años antes:
- Cuando dos cuerpos o fluidos a distinta temperatura entran en contacto, el calor se transmite del más caliente al más frío tendiéndose a iguala la temperatura de ambos.
- Cuando un fluido pasa de estado líquido a gaseoso (evaporación) absorbe calor y, por tanto, desprende frío. A su vez, cuando un fluido se condensa pasando de estado gaseoso a líquido desprende calor.
- Cuando un cuerpo o fluido es sometido a un descenso brusco de presión, su temperatura descenderá y viceversa si se le somete a un aumento de presión.
Según la fuente de calor y el sistema utilizado para distribuirlo, pueden ser aerotérmicas, hidrónicas o geotérmicas. Como mueven el calor en lugar de generarlo, proporcionan un acondicionamiento del espacio equivalente a tan solo una cuarta parte del coste de funcionamiento de los aparatos de calefacción o refrigeración convencionales.
Costo-beneficio
Otro factor crítico es el costo inicial. Son más caras de instalar que los sistemas tradicionales de calefacción y refrigeración. Aunque los ahorros a largo plazo en facturas de energía pueden ser significativos, esa primera inversión desanima a muchos compradores. Las altas tasas de interés actuales también complican la financiación de estos sistemas. El contexto económico global tampoco ayuda. La inflación y el aumento de los costos de materiales y mano de obra han encarecido las instalaciones de bombas de calor. Además, la incertidumbre económica ha llevado a muchos consumidores a posponer grandes inversiones en mejoras del hogar.
En Europa, las políticas de incentivos y subsidios varían considerablemente entre países. Mientras algunos gobiernos ofrecen generosas subvenciones para la instalación, en otros son insuficientes o inexistentes, lo que contribuye a la disparidad en las tasas de adopción.
Son más eficientes y tienen una vida útil más larga. Esto se traduce en menores costos operativos y facturas de energía más bajas. Por ejemplo, un hogar que haga la transición de un sistema de calefacción a gas a esta tecnología puede ver una reducción del 30% en su factura de calefacción. Estos ahorros, acumulados a lo largo de los años, pueden compensar el costo inicial de instalación.
Según cálculos de Carbon Switch, un sitio web que analiza las tecnologías de electrificación, el coste medio de instalación en Estados Unidos en viviendas existentes es de unos 14.000 dólares . En viviendas o condominios más pequeños, una sola puede rondar los 3.500 dólares , y los inquilinos pueden incluso comprar unidades de ventana por entre 500 y 2.000 dólares. El ahorro a largo plazo puede estar entre 100 y 1.300 dólares menos en la factura de servicios públicos por año.
Despertar conciencia
Aunque tienen el potencial de ser una herramienta eficaz en la lucha contra el cambio climático, en necesario comunicar estos beneficios económicos a los consumidores. Muchas personas no ven más allá del costo inicial y no consideran el ahorro a largo plazo.
Es importante que las campañas de educación y marketing se centren en estos ahorros y proporcionen ejemplos y casos de estudio que demuestren los beneficios económicos tangibles. Además, se deben proporcionar opciones de financiación accesibles y subvenciones adecuadas.
Presentan ventajas claras sobre los sistemas tradicionales de calefacción y refrigeración, como hornos de gas y acondicionadores de aire. A diferencia de los sistemas de combustión, que generan calor quemando combustibles fósiles, las bombas de calor transfieren calor de un lugar a otro. Esto las hace más eficientes y menos contaminantes.
Por ejemplo, mientras que un horno de gas tiene una eficiencia de alrededor del 80-90%, una bomba de calor puede alcanzar eficiencias de más del 300%, ya que mueve más energía de la que consume. Esto significa que utilizan menos energía para proporcionar la misma cantidad de calefacción o refrigeración, lo que se traduce en menores emisiones de carbono.
Igualmente, al servir tanto para calefacción como para refrigeración se elimina la necesidad de tener sistemas separados para cada función. Lo que ahorra espacio y reduce costos de mantenimiento. También pueden integrarse fácilmente con sistemas de energía renovable, como paneles solares, lo que aumenta aún más su sostenibilidad.
Sin embargo, es importante reconocer las limitaciones. Algunos equipos pueden presentar dificultades en climas extremadamente fríos, donde la eficiencia puede disminuir. Pero se están diseñando modelos para operar en bajas temperaturas. Comparar estas tecnologías de manera objetiva puede ayudar a los consumidores a tomar decisiones informadas.
Avances al día
En el mercado ya hay modelos que pueden funcionar de manera eficiente en climas más fríos. Utilizan refrigerantes de nueva generación y tienen diseños mejorados de compresores. Estos adelantos han hecho crecer su alcance y llegar a regiones donde anteriormente se consideraban una mala inversión. Un ejemplo destacado es el uso de refrigerantes de baja GWP (Potencial de Calentamiento Global), de mayor eficiencia energética y menor impacto ambiental. Además, las geotérmicas, que utilizan el calor del suelo, han mostrado ser una opción viable para viviendas en áreas muy frías.
Otro avance significativo es la integración de tecnologías inteligentes. Las más nuevas pueden conectarse a sistemas de gestión de energía del hogar y ajustarse automáticamente para optimizar el consumo de energía. Esto no solo mejora la eficiencia, sino que también proporciona comodidad y conveniencia a los usuarios.
Pero todo lo que los equipos modernos pueden brindar se diluye si la casa está mal aislada. Un buen aislamiento permite que la tecnología funcione con máxima eficiencia al mantener una temperatura constante. Basta con solo echar un vistazo rápido al ático, las paredes (a través de los enchufes eléctricos sin corriente) y las zonas con fugas habituales. Esto con el fin de verificar si el aislamiento es adecuado o se necesita llamar a profesionales para resolverlo.
Receta para el impulso
En algunos países, las políticas de incentivos y subsidios han sido fundamentales para aumentar la adopción de bombas de calor. Un ejemplo es Alemania, donde el Gobierno ofrece generosos subsidios como parte de su plan para reducir las emisiones de carbono. Estos incentivos han llevado a un aumento significativo en la instalación del sistema.
Pero el despliegue está más estrechamente vinculado con el precio de la energía, según revela un estudio reciente de la ONG Reform Institute. La investigación analizó la calidad de las políticas para implantar la bomba de calor en diez países europeos, que representan el 81% de la demanda de energía de los hogares de la UE y el Reino Unido. Estas naciones son Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Polonia, España, Países Bajos, Rumanía, República Checa y Suecia.
Ninguno de los diez países tiene marcos políticos sólidos para apoyar la adopción generalizada de la tecnología. La mayoría son consideradas deficientes o muy deficientes. Francia está a la cabeza con una puntuación del 69%. Le sigue República Checa, con un 65%, y Polonia y Alemania, con un 61%. Destaca que, a pesar de los avances en eficiencia, la demanda disminuye cuando los costos de la energía son altos.
El documento sostiene que para impulsar el uso se deben estabilizar los precios de la energía y proporcionar más incentivos financieros. Solo así se podrá alcanzar una adopción masiva y contribuir significativamente a la reducción de emisiones de carbono.
Caso España
En cuanto a España, a pesar de que el mercado creció a un ritmo constante, los diferentes programas de apoyo de las comunidades autónomas complican el panorama. Las políticas se establecen a nivel nacional, pero cada una tiene flexibilidad para definir los detalles y las condiciones específicas de la subvención.
“Los esfuerzos del Gobierno español centrados en promover el calor renovable en los hogares deberían estar mejor coordinados. Aunque puede resultar difícil conseguirlo debido al importante poder concedido a las comunidades autónomas, el Gobierno central podría hacer mucho más para mejorar los programas de apoyo, como unificar la política nacional o mejorar la información sobre todos los programas de financiación disponibles”, indica el informe.
Sin embargo, señala como principal razón de la ineficacia el bajo nivel de ejecución presupuestaria de los fondos disponibles. Recomienda para reducir la espera para el pago de la subvención incluirla automáticamente en la factura de la instalación. Que el proveedor sea quien reclame la subvención al Gobierno, como se hace en el Reino Unido y Suecia. También se destaca la necesidad de políticas dirigidas a los nuevos edificios, que incluyan normas de bajas emisiones y ayudas financieras, así como la puesta en marcha de programas complementarios de préstamos.
De manera general, se recomienda publicar “sin más demora el Plan de Acción sobre Bombas de Calor como elemento fundamental de una estrategia revisada de la UE en materia de calefacción y refrigeración”.
Impacto ambiental
Al utilizar electricidad, en especial cuando esta proviene de fuentes renovables, reducen la dependencia de combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero. La adopción masiva de esta tecnología en hogares podría reducir las emisiones de carbono en miles de toneladas anualmente.
Además, las tipo geotérmicas, tienen un impacto ambiental aún menor. Pueden ser hasta cuatro veces más eficientes que los sistemas de calefacción tradicionales. Los beneficios ambientales no se limitan solo a las emisiones de carbono. Optimiza la calidad del aire interior al eliminar la necesidad de combustión de combustibles. Al haber menos contaminantes, mejora la salud de los residentes.
Esto es crucial en la lucha contra el cambio climático, porque el sector residencial es responsable de una parte significativa de las emisiones globales de CO2. Pero los bajos precios del gas complican. El gas es aproximadamente tres veces más barato que la electricidad. Aunque las bombas de calor compensan la mayor parte de ese porcentaje en términos de eficiencia, no son la opción más rentable para todos los hogares.