La ingesta de bebidas azucaradas está asociada al sobrepeso, a la obesidad y a su acción disparadora de enfermedades futuras como la diabetes. Un estudio reciente apunta además, a que su consumo nos desprotege frente a otras patologías, entre ellas, las cardiovasculares.
Investigadores de la Universidad CEU San Pablo, en Madrid, advierten que “la ingesta de fructosa en animales de experimentación afecta la producción de sulfuro de hidrógeno. La fórmula H2S representa una molécula que ejerce en el organismo un papel protector contra el desarrollo de enfermedades cardiovasculares”.
La fructosa se utiliza para edulcorar muchos alimentos procesados y refrescos azucarados, que se expenden en los mercados. Esta semana el Ministerio de Comercio anunció un impuesto a estas bebidas y la exigencia del código de etiquetado Nutriscore a principios de 2021. Grupos y organizaciones ya han anticipado sus posiciones al respecto. La coalición política valenciana Compromís respalda esa opción.
Tras las diversas pruebas “resultó muy llamativo descubrir que el consumo de fructosa en el agua de bebida, durante 21 días, consiguiera disminuir la síntesis en el hígado de sulfuro de hidrógeno. Y más teniendo en cuenta que el hígado es el principal productor de dicho gasotransmisor en el organismo”, dijo el doctor Carlos Bocos, jefe del equipo.
Las investigaciones ofrecieron otros hallazgos en los ratones. “Esta disminución de la capacidad del hígado era más evidente en los descendientes de madres que tomaron fructosa durante la gestación. Mientras que la reducción era menos drástica en los hijos procedentes de madres que habían tomado glucosa o agua sin aditivos durante la gestación”, refirió el profesor.
Por lo tanto, según el tipo de carbohidrato ingerido por las madres durante la gestación, la respuesta de la descendencia al consumo de fructosa era distinto, señaló el estudio de la Facultad de Farmacia.
Enfermedades asociadas
La investigación, publicada en la revista Molecular Nutrition and Food Research, precisa los resultados del consumo excesivo de estos alimentos. En especial de las bebidas azucaradas y enfermedades como la obesidad, diabetes, e incluso enfermedades cardiovasculares o el síndrome metabólico.
En estudios anteriores se determinó que el consumo materno de fructosa incide negativamente en la descendencia. Resulta más propensa al desarrollo de enfermedades metabólicas que los descendientes de madres que no consumieron fructosa. O que consumieron otro tipo de azúcares como la glucosa”.
Sin embargo, el consumo elevado de alimentos ricos en fructosa sigue sin estar desaconsejado en el embarazo.
El H2S o sulfuro de hidrógeno es una molécula gaseosa, del grupo de los denominados gasotransmisores, con efectos muy diversos. Puede mejorar la acción de la insulina en los tejidos y así combatir la diabetes. También puede disminuir la acumulación hepática de grasa y el estrés oxidativo y así paliar el síndrome metabólico.
Tiene otras propiedades como relajar el endotelio vascular y reducir la inflamación o la agregación plaquetaria. Además de impedir que se desarrolle el proceso aterogénico que desembocaría en una enfermedad cardiovascular. Incluso, se ha descrito que tiene capacidad de reducir la presión arterial.
Dieta de comidas y bebidas de origen natural
Señalan los investigadores que el sulfuro de hidrógeno, junto con el monóxido de carbono o el óxido nítrico, que son también gasotrasmisores propician efectos beneficiosos. Actúan como agentes protectores contra las enfermedades citadas y que son susceptibles de surgir con el consumo de estos productos y bebidas azucaradas.
“El hecho de que el consumo de alimentos o refrescos ricos en fructosa reduzca la síntesis de H2S tiene unas claras e importantes implicaciones clínicas. Y más en estos tiempos en que se ha comprobado que dichas enfermedades agravan la severidad de la enfermedad la COVID-19”, detalló el académico.
En ese sentido, los investigadores recomendaron “disminuir en la dieta los alimentos que contengan fructosa. Preferir el consumo de comidas y bebidas de origen natural, frente al de comidas procesadas, bollería industrial y refrescos azucarados”.
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