Las yubartas o ballenas jorobadas utilizan sonidos para comunicarse, orientarse y cazar. Sus resonancias se conocen con el nombre de «cantos». No solo son silbidos, sino una forma de comunicación y, ya no caben dudas, canciones. Algunas bastante complejas e ingeniosas.
Michael Noada, profesor adjunto en el Laboratorio de Ecología y Acústica Cetácea en la Universidad de Queensland, en Australia, dice que tanto las jorobadas como las ballenas de Groenlandia entonan canciones complejas con compases repetidos que resultan exitosas entre sus congéneres que las repiten de un océano a otro. El gran misterio sigue siendo cuál es el objetivo del canto y qué dicen, si dijeran algo.
El canto en los animales, por lo general, el canto no es un entretenimiento estético. Entre algunas especies de aves los trinos transmiten su jerarquía social entre poblaciones que comparten sus “canciones”. El ave dominante elige la lista de melodías y los compases. Pero en el caso de las ballena sigue sin determinarse por qué emite fragmentos de canciones a lo largo de miles de kilómetros. “Desde el punto de vista de la evolución, la canción de la jorobada es fascinante, pero no sabemos qué la motiva”, dice Noada.
La hipótesis con más fuerza es que, como los humanos con las serenatas, tratan de atraer a la hembra. Sin embargo, también cantan cuando otro macho está cerca, aunque otra melodía. Noad supone que podría ser para analizar el tamaño y las aptitudes física del posible oponente.
El canto es exclusivo del macho. Son los que cantan de verdad, las hembras y hasta las ballenas recién nacidas hacen llamadas tempranas reconocibles para el oído humano, pero no entonan canciones.
Patrones complejo de las yakartas
Al contrario de las ballenas azules, cuyo canto es la canción de amor más potente del planeta, igual que su tamaño, las jorobadas manejan patrones musicales que suelen ser más complejos. Además, evolucionan, cambian y se propagan como los hits musicales entre los humanos. En una manada el macho suele cantar la misma clase de canción, pero va evolucionando al irle agregando compases y frases. “Es uno de los mejores ejemplos de evolución cultural dentro del reino animal”, dice Melinda Rekdahl, autora de un estudio publicado en la revista Royal Society Open Science.
Algunos individuos repiten sonidos más que otros, otros cantan “melodías aberrantes” y los más jóvenes tararean tonadillas muy distintas de las preferidas de los adultos. Las jorobadas no cantan siempre la misma canción. Le cambian la melodía, los compases, y si otro tiene una que le gusta se la copia.
En un estudio que publicó la revista Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, Jenny Allen descubrió un compás inesperado entre las jorobadas. Una vez que sus canciones alcanzan un determinado nivel de complejidad, la abandonan y eligen una nueva más sencilla. “Si la melodía es completamente nueva, sería más sexy que la versión compleja de la canción vieja”, conjetura Allen.
Las canciones de las jorobadas pueden ser fáciles de recordar porque se repiten muchos compases, de la misma manera que la rima al final del verso que ayudan a memorizarlo. Allen también identificó numerosos patrones predecibles que como las canciones del género pop se basan en los mismos cuatro acordes.
Emmanuelle Leroy, investigadora en la Universidad de Nueva Gales del Sur, dice que las ballenas se han vuelto más silenciosas. Ahora su volumen es más bajo y su tono más grave. Quizás una causa sea la acidificación de los océanos por el cambio climático y su severa contaminación.
Hits musicales pasan de ballena a ballena
Ellen Garland, bióloga marina de la Universidad de St. Andrews en Escocia, se sorprendió al encontrar que ballenas en Australia pasaban sus canciones a otras en la Polinesia Francesa, que a su vez les daban canciones a las ballenas en Ecuador.
Las jorobadas machos cantan bajo el agua canciones que pueden durar hasta media dura y tienen una estructura similar a un lenguaje. Combinan sonidos cortos en frases y las frases en tema. Cada canción tiene varios tema. A veces agregan nuevas frases o eliminan un tema. Los otros las copian y repiten, pero también las modifican y van surgiendo melodías drásticamente diferentes de una población a otra. Pero, lo más espectacular, que cuando una canción gusta pasa de una población a otra y las canciones fluyen por todo el hemisferio sur.
Regina Guazzo, bióloga marina del Proyecto de Reconocimiento Acústico de Ballenas de la Marina de Estados Unidos, se pregunta si otras especies de ballenas también están compartiendo canciones en océanos enteros. “Aunque las ballenas jorobadas han sido las más estudiadas, otras especies de ballenas también cantan canciones complejas que apenas estamos comenzando a entender”, dijo.
¿Qué se dicen, los podremos entender?
Siempre el hombre ha querido conversar con los animales. Algunos lo han logrado. Los científicos enseñaron el lenguaje de señas a los grandes simios, conversaron con loros grises e incluso intentaron enseñar inglés a los delfines nariz de botella. Muchos hablan con sus mascotas y pareciera que hay una real comunicación de toma y daca.
La inteligencia artificial ha sido incorporada en la búsqueda y con algoritmos de aprendizaje automático se pueden extraer patrones de grandes conjuntos de datos que pueden distinguir los chillidos de felicidad de los roedores de los que emiten cuando están angustiados.
Hay estudios valiosos sobre la comunicación con los gatos y hasta una aplicación que ayuda a entenderlos. MeowTalk, por ejemplo, detecta y analiza las expresiones de los gatos en tiempo real. A cada una le asigna una «intención» ampliamente definida, como felicidad, descanso, caza o «llamada de apareamiento». Luego muestra una «traducción» en inglés simple y conversacional como «déjame descansar».
Un nivel superior de comunicación
El macho de la especie Megaptera novaeangliae cada año canta una canción distinta. Memorizan con mucha rapidez un patrón de canción completo de otra población, incluso si es complejo y difícil. Una investigación de varios años ha permitido a los científicos monitorear como las canciones, “los grandes hits”, se han extendido y evolucionado en el Pacífico Sur y revelado la existencia de una comunidad acústica en expansión que puede conectar a las ballenas en todo el mundo y ayudarlas a formar relaciones para toda la vida.
La ballenas emiten algún sonido para saber si hay otros animales en los alrededores o contactar a los de su especie. Los cetáceos, por lo regular, no pueden ver más allá de 10 metros, pero pueden comunicarse a 4 kilómetros.
Ellen Gardan explica otra capa de complejidad en el red acústica de las ballenas. «Bajo el agua, los sonidos pueden tardar media hora en doblarse alrededor del horizonte o pueden desvanecerse en segundos. Además, los sonidos llegan constantemente desde diferentes espacios y tiempos. Y de alguna manera las ballenas descifran un mundo acústico donde el pasado y el presente llegan a la vez. Es como distinguir cada una de las estrellas en el tiempo usando solo los oídos».
Si una ballena gruñe no necesariamente se debe a que quieren juntarse, puede ser como un hola aquí y hola allá. Las ballenas pueden mantener relaciones de amistad durante una década y reunirse todos los años en lugares similares para buscar comida junta, que no es poca, hasta 3.000 kilos diarios.
¿Hablar con las ballenas?
Hace unos pocos años una orca del zoológico de Francia logró imitar varias palabras en inglés y aprendió a decir “hello” y el nombre de su cuidadora. Repitió la tonalidad, la melodía y hasta el ritmo de la sílabas, a pesar de que la anatomía vocal de las orcas es totalmente diferente de la humana. Claro, que pronunciara las palabras no significa que entendiera su significado, pero muestra una inteligencia similar que impulsó la evolución de la inteligencia humana fue la habilidad de aprender socialmente, de imitar, de tener cultura y compartirla.
Michelle Fournet, sin embargo, hizo lo contrario. Intentó conversar con una ballena jorobada usando una máquina de reproducción subacuática. Hizo llamadas de saludo y recibió respuestas de ballenas jorobadas. No obstante, su objetivo como investigador no es hablar con las ballenas, sino averiguar cómo se hablan entre ellas. “Está en el límite de la ética que tratemos de hablar con las ballenas. Si queremos protegerlas del ruido antropogénico y de los cambios en el paisaje sonoro, tenemos que entender para qué sirven estas llamadas”, explicó.
Desde que se prohibió la caza de ballenas, sus poblaciones se han recuperado, pero todavía quedan muchos factores que se combinan contra sus existencia, desde el incremento del transporte marítimo, la contaminación por plásticos, hasta la pérdida de biodiversidad y la destrucción de los sitios donde acuden a alimentarse.