El vertido de aguas residuales sin tratar o mal tratadas es una práctica que está envenenando ríos, mares y océanos. Transportan sustancias tóxicas como metales pesados, productos químicos y agentes patógenos. Pueden causar daños irreparables en los ecosistemas, alterar el equilibrio natural y poner en peligro la vida de especies animales y vegetales. Incluyen las aguas usadas, domésticas, urbanas y los residuos líquidos industriales o mineros eliminados, o las aguas que se mezclaron con las anteriores (aguas pluviales o naturales).
Pero el impacto va mucho más allá de la contaminación de los recursos hídricos. Cuando llegan a fuentes de agua potable representan una seria amenaza para la salud pública. Las bacterias, virus y parásitos que transportan pueden provocar enfermedades graves, como cólera, diarrea y hepatitis, entre otras.
La falta de tratamiento adecuado de las aguas residuales es un problema global. Requiere una acción urgente y coordinada de gobiernos, empresas y sociedad en su conjunto. La solución más extendida para el control de la contaminación por aguas residuales es tratarlas en plantas donde se hace la mayor parte del proceso de separación de los contaminantes. Solo se deja una pequeña parte que completará la naturaleza en el cuerpo receptor.
Frontera residual
En la región fronteriza entre México y Estados Unidos, las aguas residuales han sido motivo de preocupación constante. El río Tijuana, que serpentea a lo largo de la línea fronteriza, ha estado en el centro de esta problemática. Además, la playa estadounidense Imperial Beach, en San Diego, California, ha sufrido las consecuencias de esta contaminación.
Cada día, millones de galones de agua contaminada, productos químicos nocivos y basura cruzan la frontera desde Tijuana hacia Estados Unidos a través de la cuenca del río. Estos desechos desembocan en el océano Pacífico y afectan directamente a Imperial Beach. Es considerada la playa más tóxica en el país. La situación se agravó en febrero de este año cuando un vertido masivo de millones de litros de aguas negras llegó hasta sus costas.
La Planta Internacional de Tratamiento de Aguas Residuales, construida en el lado de la frontera estadounidense para tratar las aguas residuales mexicanas, se ha deteriorado por el mayor volumen canalizado en los últimos dos años. Aunque, los gerentes de planta dicen que debería volver a las operaciones normales en agosto. El estado mexicano de Baja California indica que las reparaciones más cruciales se completarán poco después, lo que podría terminar con el peor de los derrames. Planea invertir 530 millones de dólares en infraestructura de aguas residuales de 2023 a 2027.
Chorro contaminante
Al sur de la frontera hay un túnel debajo de la carretera costera que libera aguas residuales con la fuerza de una presa. Es la planta de tratamiento de aguas residuales descompuesta de Tijuana, en la salida de San Antonio de los Buenos. La infraestructura estatal ha sufrido décadas de abandono. Mientras, la población de la ciudad ha ido aumentando de 65.000 en 1950 a unos 2 millones en la actualidad.
México dice que tiene programado para finales de septiembre la culminación de la nueva planta. En su construcción ha invertido 33,3 millones de dólares. Por ahora, no hay precisión sobre cuánto se está vertiendo en el océano. El IBWC calcula el flujo en 35 millones a 45 millones de galones por día de aguas residuales crudas. Mientras, Baja California asegura que se descargan 23 millones de galones por día (1.000 litros por segundo) de aguas residuales que se tratan mínimamente con cloro. La Comisión Nacional del Agua de México sitúa la cifra en 27 millones de galones por día (1.200 litros por segundo).
Además, aproximadamente 50 millones de galones por día de agua contaminada con aguas residuales fluyen desde el río Tijuana hacia Imperial Beach, según un indicador del río IBWC. Alrededor de la mitad son aguas residuales crudas. Para abordar la situación crearon el Programa Frontera 2025. Dirigido por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales de México y la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, el programa busca reducir la contaminación del aire y abordar la gestión del agua fronteriza en la cuenca del río Tijuana. Tienen previsto mejorar la infraestructura de tratamiento de aguas residuales, promover la reutilización de las aguas tratadas y prevenir futuros vertidos.
Preocupación creciente
El mundo ha venido mostrando cada véz más preocupación por resolver los problemas relacionados con la disposición de las aguas residuales de industrias, hoteles y explotaciones mineras, agrícolas y ganaderas. La mayoría de esas aguas es descargada en afluentes de ríos, en el mar, en los suelos a cielo abierto o en el subsuelo, a través de los llamados pozos sépticos y rellenos sanitarios.
Expertos aseguran que la primera prioridad para una comunidad es el suministro del agua, con calidad adecuada y cantidad suficiente. Pero una vez logrado este cometido, surge otro de igual importancia: la adecuada eliminación de las aguas ya utilizadas. Las aguas de desecho dispuestas sin ningún tratamiento, ocasionan graves inconvenientes de contaminación que afectan la flora y la fauna. Estas aguas residuales, antes de ser vertidas en las masas receptoras, deben recibir un tratamiento adecuado. Capaz de modificar sus condiciones físicas, químicas y microbiológicas para evitar que su disposición cause los problemas antes mencionados.
Las plantas de tratamiento de aguas residuales deben ser diseñadas, construidas y operadas con el objetivo de convertir el líquido cloacal proveniente del uso de las aguas de abastecimiento, en un efluente final aceptable. También para disponer adecuadamente de los sólidos dañinos que necesariamente son separados durante el proceso. Esto obliga a cumplir ciertas normas capaces de garantizar la preservación de las aguas tratadas al límite de que su uso posterior no sea descartado.
Nada saludables
La presencia de organismos patógenos, provenientes en su mayoría del tracto intestinal, hace que estas aguas sean consideradas como extremadamente peligrosas, sobre todo al ser descargadas en la superficie de la tierra, subsuelo o en cuerpos de agua. Es el caso con la presencia de bacterias del grupo entérico que producen enfermedades de origen hídrico como: fiebre tifoidea, paratifoidea, disentería, cólera, entre otras. Entre las principales enfermedades causadas por virus presentes en las aguas residuales están: poliomielitis, hepatitis infecciosa, entre otras, y la presencia de microorganismos producen enfermedades como disentería amebiana, bilharziasis, entre otras.
- Malos olores: consecuencia de las sustancias extrañas que contiene y los compuestos provenientes de estas materias, con el desdoblamiento anaeróbico de sus complejos orgánicos que generan gases resultados de la descomposición.
- Acción tóxica: la que muchos de los compuestos minerales y orgánicos que contienen provocan sobre la flora y la fauna de los cuerpos receptores y sobre los consumidores que la utilizan.
- Potencialidad infectiva: contenida en las aguas receptoras y que permite transmitir enfermedades y se convierten en peligro para las comunidades expuestas. El riego de plantas alimenticias con estas aguas ha motivado epidemias de amebiasis, y su vertido al mar contaminación en criaderos de ostras y de peces.
- Modificación de la apariencia física: la modificación estética en áreas recreativas donde se descargan efluentes contaminados.
- Polución térmica: generada por ciertos residuos líquidos industriales que poseen altas temperaturas.
Un problema mundial
Más de 1.000 millones de toneladas de aguas residuales son vertidas anualmente al agua subterránea, a ríos, lagos y océanos del mundo. Contaminándolos con metales pesados, disolventes, aceites, grasas, detergentes, ácidos, sustancias radioactivas, fertilizantes, pesticidas y otros productos químicos. Esta contaminación química del medioambiente se ha convertido en uno de los problemas globales más urgentes de la humanidad.
La situación se manifiesta con mayor intensidad en los países industrializados y con una explotación intensiva de la agricultura. China ha tenido que admitir que más del 80% de sus ríos están tan contaminados, que ya no son aptos para agua potable ni para lavar. En Estados Unidos, dos de cada cinco ríos, incluidos casi todos los más grandes, están contaminados. A tal grado que las autoridades sanitarias han tenido que advertir que no se bañen ni pesquen en ellos.
La vieja creencia de que el ciclo del agua actuaría como planta purificadora y que los océanos servirían como vertederos universales de basura para la moderna civilización hace ya tiempo que se ha revelado como una falacia. Mientras, los sistemas de tratamiento de las aguas y la disposición final de los desperdicios para evitar que contaminen son cada vez más costosos.
Generar beneficios
Aunque parezca increíble, el agua residual del mundo —el 80 % de la cual se vierte al medioambiente sin haber recibido un tratamiento adecuado— es un recurso valioso. De este se pueden recuperarse varios elementos, como agua limpia, energía y nutrientes, de acuerdo con un informe del Banco Mundial.
En el informe Wastewater: From Waste to Resource (Aguas residuales: de residuo a recurso), se insta a tomar medidas para gestionar las aguas residuales de una manera más inteligente. Destacan como ejemplo la reutilización y recuperación de recursos. Indican que se analizan proyectos de aguas residuales de varias partes del mundo que han redundado en beneficios para la gente, el medioambiente y las economías tanto a corto como a largo plazo.
Especialistas aseguran que invertir eficientemente en aguas residuales y otras infraestructuras de saneamiento es crucial para lograr beneficios de salud pública y la calidad de vida, así como mejorar el medio ambiente. Manifiestan que los servicios de agua, saneamiento e higiene administrados de manera segura son una parte esencial para prevenir enfermedades y proteger la salud humana durante los brotes de enfermedades infecciosas.
Contra la escasez
“En esta época en la que el 36 % de la población mundial vive en regiones donde el agua es un bien escaso, el tratamiento de las aguas residuales para su reutilización debe ser parte de la solución a los problemas de escasez y contaminación de las aguas”, manifestó Jennifer Sara, directora global de la Práctica Global de Agua del Banco Mundial. Explica que una vez tratadas, las aguas residuales pueden utilizarse para reemplazar el agua dulce para riego, procesos industriales o fines recreativos. También pueden usarse para mantener el flujo ambiental, y los productos derivados de su tratamiento pueden generar energía y nutrientes.
Según el informe, el tratamiento de las aguas residuales tiene un doble valor. Además de los beneficios medioambientales y para la salud, puede ofrecer beneficios económicos al reutilizarse en distintos sectores. Sus productos derivados, como los nutrientes y el biogás, pueden aplicarse a la agricultura y utilizarse para la generación de energía. Además, los ingresos adicionales que se obtengan de este proceso pueden ayudar a cubrir costos operativos y de mantenimiento de los servicios públicos de aguas.
“Ya no deben considerarse a las aguas residuales un residuo, sino más bien un recurso. Esto es un principio fundamental de la economía circular. Su objetivo es minimizar los residuos y aprovechar al máximo los recursos”, manifestó Diego Juan Rodríguez, autor del informe y especialista sénior en gestión de recursos hídricos del Banco Mundial.