Propiedades alimenticias y potencial curativo son atribuidos a la miel de abeja. Este delicioso jarabe natural viscoso, espeso y dulcísimo ofrece un abanico de cualidades que lo saben muy bien las abejas, pero que los investigadores comienzan a descubrir. La miel está llenita de sustancias químicas vegetales que influyen en la salud no solo de las personas, también en las propias abejas melíferas.
No debería sorprender que las abejas sepan mucho sobre la miel. No solo son productoras, también son consumidoras, y bastante sofisticadas. Una abeja enferma siempre elegirá, entre las tantas variedades de miel, la que mejor combata su dolencia y la reanime.
Las personas, por otro lado, tienen mucho que hacer para ponerse al día en lo que respecta a los matices nutricionales de la miel. Hace décadas, la mayoría de las listas de «alimentos funcionales», aquellos que ofrecen beneficios para la salud, no lo mencionaban, dice la entomóloga May Berenbaum, de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign.
Desde entonces, muchas investigaciones han revelado que la miel está repleta de sustancias químicas vegetales que influyen en la salud de las abejas melíferas. Los componentes de la miel pueden ayudar a las abejas a vivir más tiempo y aumentar su tolerancia a condiciones adversas como el frío intenso. Así como aumentar su capacidad para combatir infecciones y curar heridas. Los hallazgos apuntan a formas de ayudar a las abejas, que se han visto muy afectadas en los últimos años por los parásitos, la exposición a pesticidas y la pérdida de hábitat.
«Es una sustancia tan notable, y creo que la gente todavía no la aprecia del todo», agrega Berenbaum a BBC.
Las abejas y su prodigiosa miel
Diminutas y laboriosas, las abejas trabajan sin cesar de manera colectiva, organizada y con la precisión de un reloj suizo.
Una variedad de insectos puede producir miel: abejorros, abejas sin aguijón, incluso avispas melíferas. Pero solo las abejas melíferas (especie Apis) producen lo suficiente para abastecer los estantes de las tiendas de comestibles. Esta habilidad no sucedió de la noche a la mañana; fueron millones de años en la fabricación.
Las abejas se separaron de las avispas hace unos 120 millones de años, durante un aumento en la evolución y propagación de las plantas con flores. Esta diversidad floral, junto con un cambio en el comportamiento de las abejas de alimentar con polen, estimuló la evolución de unas 20.000 especies de abejas que se conocen en la actualidad.
Convertirse en un experto productor de miel requirió algunos trucos químicos y otros decomportamiento. Las abejas comenzaron a agregar un poco de néctar al polen, lo que lo moldeó en paquetes más transportables. También desarrollaron glándulas de secreción de cera, que proporcionaron una forma de almacenar por separado el néctar líquido y el polen sólido.
«La cera permite un material de construcción muy flexible», dice Christina Grozinger, entomóloga de la Penn State University. Al formar un panal de abejas, éstas moldean la cera en hexágonos, que resulta ser la forma más eficiente para almacenar algo, ya que los hexágonos se compactan muy juntos. «Es una hazaña de ingeniería», sostiene.
La construcción de muchas celdas pequeñas y uniformes tiene otra ventaja: más área de superficie significa que el agua se evapora más rápido y menos agua significa menos crecimiento microbiano.
Toda una hazaña de ingeniería
El néctar es lo que llevó a Berenbaum a la miel. Un interés que floreció por primera vez a mediados de la década de 1990. Sabía que el néctar estaba impregnado de productos químicos vegetales, llamados fitoquímicos. Compuestos que disuaden a las plagas y ayudan con el crecimiento y el metabolismo de las plantas. Tenía el presentimiento de que estos fitoquímicos iban apareciendo cuando las abejas convirtieron el néctar en miel. Si era así, quería saber qué podrían estar haciendo por las abejas.
Entonces Berenbaum comenzó a investigar la diversidad de sustancias químicas en la miel. En 1998, su equipo descubrió que diferentes mieles contenían diversos niveles de antioxidantes según el origen floral de la miel.
«Eso despertó mi interés», dice. Más tarde, su grupo hizo un descubrimiento. Las abejas melíferas alimentadas con agua azucarada mezclada con dos fitoquímicos de la miel, el ácido p-cumarico y el potente antioxidante quercetina, toleraron los pesticidas mejor que las que solo recibieron el agua azucarada. Además de eso, las abejas que recibieron el agua mezclada con fitoquímicos vivieron más tiempo que las abejas que no lo hicieron, informaron ella y sus colegas en 2017 en la revista Insects.
Otra investigación ha descubierto los efectos de fitoquímicos adicionales en la miel. El ácido abscísico estimula la respuesta inmunitaria de las abejas. Mejora el tiempo de cicatrización de las heridas y la tolerancia a las bajas temperaturas, según muestran los estudios.
Entretanto, otros fitoquímicos mitigan el impacto de los parásitos, una de las principales causas del declive de las abejas melíferas. También se ha demostrado que los fitoquímicos inhiben las bacterias que causan la loque europea y americana. La última de las cuales es tan devastadora y contagiosa que se recomienda quemar colmenas enteras para evitar su propagación.
Mejórate tú misma abejita
La investigación es densa y compleja. Todo por las abejas y su prodigiosa miel. Dicen los expertos que algunos fitoquímicos parecen hacer su trabajo al mejorar la actividad de genes relacionados con la desintoxicación y la inmunidad. Cuando las abejas son alimentadas con fitoquímicos de néctar como la anabasina, un gen encargado de producir proteínas antimicrobianas aumenta la producción.
Y los fitoquímicos pueden conferir salud al mantener felices a las comunidades microbianas que viven en y sobre las abejas melíferas: sus microbiomas. La cafeína, el ácido gálico, el ácido p-cumárico y el kaempferol mejoran la diversidad. Y la cantidad de microbios intestinales de las abejas melíferas, informaron los investigadores el año pasado en el Journal of Applied Microbiology. Los microbiomas intestinales saludables en las abejas melíferas se han relacionado con intensidades más bajas de múltiples infecciones parasitarias.
Las abejas melíferas incluso eligen una variedad de miel que mejora la salud cuando están enfermas.
El entomólogo Silvio Erler y su equipo presentaron cuatro tipos de miel a las abejas melíferas infectadas con parásitos. «Simplemente les dimos una opción», comenta Erler, ahora en el Julius Kühn-Institut en Alemania. Las abejas enfermas prefirieron la miel de girasol, que también era la mejor medicina para la infección. Y tenía la mayor actividad antibiótica, indicó el equipo en Behavioral Ecology and Sociobiology.
A pesar del aumento de inmunidad y otros beneficios para la salud de la miel, las abejas todavía están en problemas. Los apicultores de EE UU perdieron el 45% de sus colonias entre abril de 2020 y abril de 2021
Las investigaciones sugieren que diferentes mieles, derivadas de las abejas que se alimentan de flores de acacia negra, girasoles o una mezcla de flores, protegen a diferentes tipos de bacterias.
Acceso a su propia medicina
Erler compara esta variedad con una farmacia. «Vamos a la farmacia … y decimos que necesitamos esto para el dolor de cabeza y esto para el dolor de estómago. Y en la farmacia, tenemos todos estos juntos».
Pero las abejas pueden construir su farmacia de miel solo si las flores adecuadas están disponibles, no solo en cantidad y diversidad, sino durante toda la temporada de crecimiento, señala Berenbaum. Esta biodiversidad falta en los grandes campos de cultivo a los que se envían las abejas cada año para polinizar alimentos básicos como almendras, manzanas, calabazas y peras.
Mejorar la diversidad floral hace que las abejas sean más saludables, indica Arathi Seshadri, entomóloga del Laboratorio de Salud de las Abejas Miel del Departamento de Agricultura en Davis, California. Y el USDA incentiva a los propietarios a convertir secciones de tierras de cultivo en áreas de vida silvestre a través del Programa de Reserva de Conservación. «La agricultura tiene que continuar», dice Seshadri. «Pero también tiene que sustentar a los polinizadores».
Una mejor nutrición de las abejas no resolverá todos los problemas que enfrentan las abejas. Pero asegurarse de que las abejas melíferas tengan acceso a su propia medicina puede ayudar, dice Erler. Los apicultores, sugiere, podrían dejar porciones de la miel hecha de varias flores en la colmena para que las abejas tengan una farmacia de miel bien surtida durante todo el año.
Berenbaum comenzó sus investigaciones hace años. No creía que la miel estuviera recibiendo el suficiente respeto por la investigación, recuerda. «Me alegro», afirma, «de ver que finalmente está atrayendo algo de atención».