Por Andrés Tovar
11/01/2017
El segundo mandato del 44.º presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llega a su fin. Y su despedida seguro dará mucho de qué hablar en las venideras semanas: el mandatario saliente utilizó su discurso de despedida para dar advertencias sobre sus temores por el futuro del país norteamericano en un discurso bastante optimistas en el tono y que evitó cualquier discusión significativa sobre el hombre que pronto ocupará la Casa Blanca.
Diciendo desde el principio que el tema de su discurso sería «el estado de nuestra democracia«, Obama lanzó su prefacio: «Han existido momentos a lo largo de nuestra historia que han amenazado la ruptura de la solidaridad. El principio de este siglo ha sido uno de esos momentos».
El mandatario nombró cinco amenazas específicas que sentía que la democracia estadounidense se enfrenta actualmente: la desigualdad económica, las tensiones raciales, la polarización, las amenazas extranjeras y la descomposición de las instituciones democráticas. «El cómo enfrentemos esos desafíos a nuestra democracia será lo que va a determinar nuestra capacidad para educar a nuestros hijos, crear buenos empleos y proteger a nuestro país», dijo Obama.
Las cinco advertencias
La economía y la desigualdad: «Nuestra democracia no funcionará si no sentimos que todos tenemos oportunidades económica», dijo el presidente, sosteniendo que la desigualdad es «corrosiva de nuestros principios democráticos (…) sin un ‘nuevo pacto social’ que mejore la educación, la red de seguridad social y el código de impuestos, la desafección y la división que se ha estancado en contra del progreso sólo se agudizará en los próximos años».
Las tensiones raciales: Obama expresó cierta preocupación por el contexto en que podrían desenvolverse en los próximos años. «Si el tema económico se ha enmarcado como una lucha entre una clase media blanca trabajadora y unas minorías que no lo merecen, entonces los trabajadores de todos los matices estarán luchando por las sobras, mientras que los ricos se retiran más lejos en sus enclaves privados». Sostuvo que «los americanos blancos», los «negros americanos» y otras minorías deben tratar de cambiar sus «corazones» y tienen una mayor empatía por sus contrarios. «Hay que esforzarse más; con la premisa de que cada uno de nuestros conciudadanos ama este país tanto como lo hacemos».
La polarización y la mentalidad cerrada: Obama argumentó entonces que temía que entre los estadounidenses estaba creciendo la tendencia a retirarse a sus respectivas «burbujas» y hablar sólo con aquellos que están de acuerdo con ellos. «Cada vez más, estamos tan seguros en nuestras burbujas, que aceptamos sólo información, ya sea verdadera o no, que se ajuste a nuestras opiniones, en lugar de basar nuestras opiniones sobre la evidencia que hay ahí fuera», dijo. «Sin una cierta línea de base común de los hechos y sin una disposición a admitir nueva información, vamos a seguir hablando más allá de nosotros, haciendo imposible puntos y acuerdos comunes».
Las amenazas extranjeras y si los EE.UU. puede responder a ellas: En el ámbito de la política exterior, Obama dijo que los terroristas autócratas estaban desafiando el orden internacional liderado por Estados Unidos, agregando que representan «el miedo al cambio», «el temor de las personas que se ven, hablan o rezan de manera diferente; un desprecio por el imperio de la ley o la creencia de que la espada, la pistola o la bomba son el árbitro final de lo verdadero y lo que es correcto». Sin embargo, agregó que estaba aún más preocupado por que Estados Unidos pudiera abandonar sus valores en respuesta a esas amenazas. «Tratarán de matar a personas inocentes. Pero no pueden derrotar a los Estados Unidos a menos que traicionemos nuestra Constitución y nuestros principios en la lucha , dijo.
La descomposición de las instituciones democráticas: el «punto final» del discurso de Obama: «nuestra democracia se ve amenazada cada vez que la damos por sentada» sostuvo, emplanzando a que todos los estadounidenses asuman «la tarea de reconstruir nuestras instituciones democráticas» – la cual definió como el trabajo para mejorar la accesibilidad al voto y asegurar que las normas de ética para los funcionarios públicos sean respetadas-.
«Nuestra Constitución es un notable regalo hermoso. Pero no deja de ser un trozo de pergamino. No tiene poder por sí mismo. Nosotros, el pueblo, le damos el poder con nuestra participación y las decisiones que tomamos. América no es frágil. Pero las ganancias de nuestro largo viaje a la libertad no están aseguradas».
El elefante en la habitación
El discurso fue también notable por la referencia ausente: Donald Trump.
En un momento en que muchos demócratas y liberales estan intensamente preocupados por lo que la próxima administración podría traer, Obama evitó el tema centrándose sólo en las generalidades: una breve mención casi al principio donde reiteró una vez más su compromiso de garantizar «la transición más suave posible» para el presidente electo y los detalles de la polémica campaña que libró.
A pesar de sus cinco advertencias, el discurso fue optimista, tan orgulloso y tan fundamentalmente «Obama»: destacó que EE.UU. ha «revertido la Gran Recesión» y ha mencionado el aumento de puestos de trabajo en el país, así como la apertura de «un nuevo capítulo» en las relaciones con Cuba. Mientras tanto, Rusia y China fueron tildados de «rivales» que «no pueden igualar la influencia de EE.UU. en el mundo» a no ser que EE.UU. se convierta «en otro país grande que acosa a sus vecinos más pequeños».
Obama piensa mucho en su lugar en la historia y cómo sus diversas acciones se pueden ver en el muy largo plazo. Y parece estar desde ya centrado no por las preocupaciones del momento presente, sino por la preocupación que sobre qué pasará con la política estadounidense dentro de unos años, a partir de ahora.