El ser humano ha buscado desde siempre el exotismo en lo lejano dejando muchas veces nuestro repetido Km0 para exotismos de otras latitudes. Creemos que históricamente es el momento de descubrir y redescubrir tesoros patrios apreciados en todo el mundo y valorar nuestra realidad en su justa medida. Ese es el motivo por el que posamos la mirada sobre nuestras Islas Canarias, un archipiélago situado en el Atlántico, frente a las costas del noroeste de África, que desempeña un papel destacado en el contexto nacional, europeo y mundial.
Con su riqueza natural, diversidad cultural y clima subtropical, es un destino turístico de primer orden que atrae a visitantes de todo el mundo. En el ámbito nacional, las Canarias se erigen en un importante motor económico para España, contribuyendo significativamente al sector turístico y a la economía en general. Sus playas de arena dorada, su clima templado durante todo el año y su rica oferta cultural hacen de estas islas un destino apreciado.
A nivel europeo, las Canarias son reconocidas como un destino turístico excepcional, con una amplia oferta de alojamiento, actividades al aire libre y entretenimiento. Además, su ubicación estratégica convierte el archipiélago en un punto de encuentro entre Europa, África y América, lo que ha impulsado el crecimiento del comercio y el intercambio cultural en la región.
En el ámbito mundial son conocidas por su biodiversidad única y su belleza natural excepcional. Sus paisajes volcánicos, sus playas vírgenes y su clima subtropical las convierten en un paraíso para los amantes patrimonio cultural e histórico, que abarca desde antiguas civilizaciones hasta la influencia colonial española, atrae a viajeros de todo el mundo en busca de experiencias auténticas y enriquecedoras.
Dentro del archipiélago canario, la isla de Lanzarote destaca como una joya singular que cautiva a quienes la visitan. Conocida como la “isla de los volcanes”, Lanzarote impresiona con sus paisajes lunares y su patrimonio natural único como el Parque Nacional de Timanfaya, con sus campos de lava y cráteres volcánicos, una de las principales atracciones de la isla, que ofrece a los visitantes la oportunidad de explorar un paisaje surrealista y fascinante.
Además de su belleza natural, Lanzarote es también un centro cultural vibrante, con una rica historia que se remonta a tiempos prehistóricos y con una gastronomía local que combina influencias africanas, españolas y latinoamericanas. Una delicia para los sentidos, con platos tradicionales como el mojo picón y el pescado fresco local.
Nosotros elegimos, como no podía ser de otra manera, el icónico hotel Las Salinas, un verdadero museo que lleva la firma del renombrado arquitecto Fernando Higueras (1930-2008) en la mayor parte de sus estancias, aunque los exuberantes jardines, las cautivadoras piscinas y los impresionantes murales que adornan la zona de recepción y el restaurante son creación del insigne César Manrique. Artista multidisciplinar, pintor, escultor, conservador de monumentos y complejos turísticos, diseñador de paisajes y jardines, así como un convencido ecologista reconocido por su versatilidad y su compromiso con la preservación del medio ambiente, revolucionó el mundo del arte y la arquitectura y se puede apreciar su obra por toda la isla.
Aprovechando los accidentes volcánicos de Lanzarote, César Manrique logró fusionar el arte, el urbanismo y el turismo en un concepto innovador y sostenible y su legado perdura como un ejemplo inspirador de cómo el respeto por la naturaleza puede transformar un territorio y convertirlo en un referente a nivel mundial. Obras como el Monumento al Campesino, los Jameos del Agua, el Mirador del Río, el Jardín de Cactus y la Cueva de los Verdes son testimonio de su genialidad. Visitarlos y comprenderlos es imprescindible para conocer verdaderamente la esencia del lugar.
FUSIONAR LA NATURALEZA
La construcción del hotel se inició en 1974, y la contribución de Manrique se centró en la ejecución de diversos murales interiores, así como en el diseño de la piscina y la jardinería tanto en el interior como en el exterior del complejo. Su visión era la de fusionar aspectos del mundo natural mediante alusiones al mar en los murales, la integración de flora endémica en la jardinería y el uso de materiales autóctonos como el rofe (escoria volcánica) y la piedra natural, que conferían al edificio una imagen única y característica. En abril de 1994, el Cabildo de Lanzarote tomó la iniciativa de declarar los jardines interiores y exteriores del hotel museo como Bien de Interés Cultural, con la distinción de Jardín Histórico, gracias a una propuesta presentada por el Servicio de Patrimonio Histórico.
Nada más poner un pie en la isla sentimos un mundo nuevo a nuestro alrededor, todo lo que nos rodea nos advierte de ello empezando por la temperatura. Nos dirigimos a nuestro soñado destino y ya desde la distancia apreciamos ese recorte constructivo que el edificio le hace al océano dejándose fluir visualmente en él a pesar de su dureza geométrica.
Coordenadas perfiladas como las que configuran el bolso Puzzle Fold tote en piel de ternera de Loewe, nuestro compañero de viaje, que reinterpreta de manera elegante e ingeniosa esta singular geometría en un modelo que se pliega por completo. Tras el preámbulo de un jardín escueto llega la bienvenida a una estructura sorprendente, un hall cargado de intenciones donde el grafismo de la mano de Manrique se hunde en las paredes para reescribir con trazos primitivos la historia de los pueblos que habitaron estas lágrimas de lava y verde que son las islas.
Un pequeño jardín interior de formas caprichosas arremolina en torno a su circularidad indicios de lo que vamos a respirar en todo el hotel con el murmullo constante, alternativo y sanador, de las distintas cascadas en miniatura que trufan toda esta realidad dando las pinceladas que establecerán la sintaxis vivencial completa. Negros de tierras atávicas, blancos de casas de luz, azules de un océano que te protege y que derramándose en estratos estimula los oídos con murmullos incesantes. Y verdes, los de esa vegetación que triunfa con humildad y se apodera de la vida dando sentido al resto de colores.
Espacios contemporáneos, terapias ancestrales, artesanía local y una estupenda gastronomía al servicio del lujo entendido desde la sostenibilidad: sentirás que algo de ti pertenece a este lugar.
El aprendizaje sobre el destino incluye talleres centrados en la experiencia en un estimulante espacio inspirado en el estudio de César Manrique, uno de los artistas que mejor ha interpretado la relación entre el hombre y la naturaleza.
UN PARAÍSO PARA ESTETAS
Inmersos ya en este paraíso para estetas empezamos a disfrutar de todo lo que aquí pasa, porque aquí pasan muchas cosas, empezando por las excursiones a las que sus clientes de Reserve, lo que calificaríamos como un hotel dentro del hotel en el que están incluidas las villas y las suites, tienen acceso para conocer o mejor dicho entretejer una relación simbiótica con su enclave y enhebrar los estímulos exteriores que este hotel museo tiene con su entorno para así ser capaces de entender la realidad en la que está inmersa esta joya, que no es otra que la isleña, tenida por doquier con la imagen de lo que Cesar Manrique significa, para seguir con la oferta culinaria que desde esta tierra tan fértil, cruce de caminos entre continentes que nos abre un abanico de posibilidades degustativas más que interesante.
Intentamos saborearlas todas y empezamos con Samira con inspiración oriental que nos trae lo mejor de la cocina turca, libanesa y griega. Seguimos con La Graciosa, donde la selección gastronómica al mediodía viene de la mano de German Ortega, que también se ocupa personalmente de los tres menús degustación de la cena encapsulados en pescado, carne y vegetariano con maridaje autóctono.
Elegimos el de pescado y la sorpresa por la calidad del producto y su alabada elaboración no desaparece en todo el ritual. No queremos dejarnos el resto de restaurantes o más bien “experiencias gastronómicas” sin mencionar porque son todas y cada una destacables en sí mismas.
Y tampoco dejar para el final el desayuno por tener menor importancia, sino para resaltarlo como merece, porque empezar el día con la vista sobre un suelo negro volcánico que alberga una buena variedad de cactus, plantas y palmeras no parece algo de este mundo. Sencillamente te transporta a otro tiempo mezcla entre pasado y futuro y te contagia la energía de ese tiempo sin tiempo para seguir disfrutando una jornada que haríamos interminable.
El spa es otra de las sensaciones que guarda a buen recaudo este ejemplo de brutalismo patrio. Con un aforo muy limitado se sitúa en el subsuelo y es una apertura a los jardines tanto exterior como interior con una perspectiva onírica. Ya solo la contemplación te relaja por dentro y por fuera.
Además, ofrece masajes rituales con aromaterapia específica para cada ocasión, Hanakasumi o Indonesia ancestral, experiencias como la Trilogía de la Tranquilidad o el masaje cráneo facial como parte de su avanzada oferta. Todo para dejarte en las nubes si es que no lo estabas ya porque cualquiera de las vivencias que te proponen te acercara más al cielo de la tranquilidad y la belleza. Sin duda vinimos entregados, pero nos vamos enamorados. Si te gusta la buena arquitectura, las plantas, un clima estable y el art de vivre en general, no lo dudes, este es un santuario en el que debes recalar. Ya me contarás.