“Se siente como si hubiesen arrojado una bomba en Lahaina”, comentó ensombrecido el gobernador de Hawái, Josh Green, luego de recorrer la ciudad portuaria devastada por los fieros incendios. Lahaina, en la isla de Maui, se ha convertido en un auténtico infierno. Se reportan al menos 96 muertos, cientos de desaparecidos y damnificados. Decenas de miles de personas evacuadas, edificios en cenizas y autos calcinados. Es catalogado como “el mayor desastre de la historia de Hawái” en un siglo.
Las gigantescas llamaradas consumieron más de 17.000 inmuebles y causaron una devastación extensa. Lahaina, una ciudad turística situada en el noroeste de Maui con aproximadamente 13.000 habitantes fue arrasada. Lahaina, que fue un centro ballenero y la capital del reino hawaiano, venía recibiendo cerca de 2 millones de turistas cada año.
“Sin duda será el peor desastre natural que haya enfrentado Hawái en un siglo», señaló Green, mientras supervisaba la desolada ciudad. “No queda más que esperar y brindar apoyo a quienes sobrevivieron. Nuestra prioridad ahora es reunir a las personas cuando podamos y darles techo y atención médica. Luego dedicarnos a la reconstrucción”.
Del total de inmuebles, al menos 2.220 edificios resultaron dañados o destruidos en el oeste de Maui y de estos, el 86 % eran residenciales. El gobernador calcula que los daños en toda la isla rondan los 6.000 millones de dólares. La reconstrucción tomará de tiempo.
Los incendios que se desataron el 8 de agosto por la noche han continuado. Otros dos incendios ardían en Maui, sin víctimas mortales por ahora, en la zona sureña de Kihei y en las poblaciones interiores de montaña conocidas como el Upcountry. Un cuarto fuego se declaró en Kaanapali, una población costera al norte de Lahaina, aunque los equipos lograron extinguirlo.
Mortíferos incendios en Hawái
Las probabilidades de que decenas de personas sean encontradas sin vida luego de los incendios que azotaron Maui aumentan conforme las cuadrillas de búsqueda recorren calle por calle los vecindarios donde las llamas pasaron a una velocidad de más de un kilómetro por minuto.
“Queda muy poco aquí”, afirmó Green sobre Lahaina.
Donde el fuego ha retrocedido, las autoridades han advertido de que pueden quedar subproductos tóxicos, incluso en el agua potable, dado que las llamas arrojaron humos venenosos. Y muchas personas simplemente no tienen un hogar al cuál regresar. Las autoridades planean alojarlas en hoteles y casas de alquiler.
Muchas personas se han reunido en el War Memorial Gymnasium de Wailuku, que ha servido de albergue. Entre los visitantes se encontraba la periodista Oprah Winfrey, que declaró a Hawaii News Now que en los últimos días ha entregado productos de higiene personal, toallas y agua.
Winfrey, residente a tiempo parcial en Maui, advirtió que los equipos de noticias acabarán alejándose de la destrucción y el mundo seguirá adelante. Pero afirmó que “todos seguiremos aquí intentando averiguar cuál es la mejor manera de reconstruir”, reseñó The Associated Press.
Las autoridades siguen investigando la causa de los incendios en Hawái. Green dijo que revisarán su sistema de respuesta a los desastres. En las horas previas al desastre que arrasó Lahaina, en el condado Maui no activaron las sirenas que habrían alertado a toda la población, y optaron por publicaciones en redes sociales.
Las llamas, avivadas por un verano seco y fuertes vientos de un huracán cercano, avanzaron con rapidez por zonas secas de arbustos y en un momento dado recorrieron 1,6 kilómetros por minuto, dijo Green.
“Con esa clase de vientos y temperaturas de unos 500 grados Celsius, esas imágenes que verán serán fáciles de comprender”, agregó.
Sequía y vientos huracanados
Se trata del desastre natural más mortífero en el archipiélago en décadas, superando al tsunami de 1960 que dejó 61 muertos. También sobrepasó el incendio Camp registrado en el norte de California en 2018, que dejó 85 muertos y destruyó el poblado de Paradise.
Las causas exactas de los incendios aún no han sido identificadas. No obstante, el Servicio Meteorológico Nacional había previamente emitido alertas para las islas hawaianas, advirtiendo sobre fuertes vientos y condiciones climáticas secas. Condiciones que son favorables para la propagación de incendios forestales. Estas alertas fueron finalmente canceladas a última hora del miércoles previo a los siniestros.
De acuerdo con el Servicio Forestal de EE UU, alrededor del 85% de los incendios forestales en Hawái son causados por acciones humanas. Las causas naturales que pueden originar estos incendios incluyen los rayos y la actividad volcánica. En las islas hawaianas existen seis volcanes activos, y uno de ellos se encuentra en Maui.
Lo que está alimentando los incendios en Maui, y en muchos lugares del mundo, es el viento. En este caso, el huracán Dora al sur y un sistema de alta presión al norte de Hawái han creado ráfagas de viento de casi 130 kilómetros por hora, impulsando las llamas y permitiendo que salten de estructura en estructura. Estos vientos también tienen la capacidad de arrojar brasas a kilómetros de distancia, creando nuevas llamas.
Además del viento, Maui también ha sufrido de sequía moderada o grave. La vegetación seca se ha acumulado y está lista para arder, y los vientos secos han agravado aún más la situación al absorber cualquier humedad restante. El cambio climático, con su aire más cálido, contribuye a una mayor desecación.
Algo está mal
La llegada de europeos y la introducción de hierbas invasoras también han desempeñado un papel en todo esto. Las gramíneas propensas a los incendios han cubierto el 26% del estado, creando un paisaje explosivo y volátil. La Universidad de Hawái en Mānoa sostiene que la sequía creciente y los cambios en el comportamiento del fuego como señales claras de que algo está mal, recoge National Geographic.
En el futuro, las comunidades de Hawái enfrentarán desafíos adicionales debido a la «interfaz urbano-forestal» (WUI) donde el desarrollo humano se encuentra con la vegetación. Esto no solo aumenta el riesgo, sino que también proporciona más fuentes de ignición.
Los expertos creen que el problema de la gestión de la vegetación es solucionable, y hay esperanza en que, con una mayor conciencia y acciones, se puedan prevenir futuros desastres en Hawái.
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