La Iglesia católica trabaja por la solidaridad y fraternidad en tiempos de pandemia a través de varias iniciativa. En el País Vasco adaptó sus canales a la cuarentena. El obispo de Vitoria ofició la misa del Domingo de Ramos a través de las redes sociales. Un párroco de San Cristobal celebró la eucaristía con fotos de los feligreses.
Obvio, la labor de la Iglesia no se limita a las misas, que son muy importantes. La actividad de párrocos, capellanes, monjas, diáconos y demás religiosos no solo se ha centra en las en los próximos oficios litúrgicas de Semana Santa, sino que ha volcado al apoyo y ayuda de los más vulnerables.
Ayer el papa Francisco desde la Basílica de San Pedro en el sermón de un particular Domingo de Ramos se refirió a la importancia de servir «en medio del drama que atravesamos».
👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻 Ruben, párroco de San Cristóbal-Adurza, ha preparado esta misa del #DomingoDeRamos con todos en la parroquia. ¿No te lo crees? Mira mira 👀👍🏻👍🏻#SemanaSanta2020#SemanaSantaEnCasa#VitoriaGasteiz pic.twitter.com/0bGSezrdZg
— Diócesis de Vitoria – Gasteizko Elizbarrutia (@DiocesisVitoria) April 5, 2020
La ayuda no se detiene
Cáritas Bizkaia reforzó los servicios sociales que ofrece a las comunidades más vulnerables. La ampliación de los centros de día y comedores sociales dieron forma a iniciativas como «La solidaridad no cierra», una red de apoyo, en la que también participan el Gobierno vasco y la diputación Foral.
El mensaje de Cáritas Bizkaia se centra en que si bien es un momento para quedarse en casa y extremar las precauciones. También lo es para practicar los valores solidarios y seguir apoyando a las personas que más lo necesitan.
El director de Cáritas, Carlos Bargos, dijo que en Bizkaia trabajan con más de 13.000 personas, muchas de las cuales reciben ayudas económicas mensualmente. Ante la pandemia, Cáritas adaptó una partida presupuestaria para cubrir los meses por venir y adelantar ayudas económicas a las familias a través de canales digitales.
Informó que reforzaron con más personal los servicios que prestan: los comedores sociales, los centros de día para personas sin hogar, los hogares de tutela a menores y el proyecto nocturno para las personas que están bajo tutela en San Antón. También crearon un fondo de 500.000 euros para atender a las comunidades más vulnerables durante la pandemia. Bargos invita a la ciudadanía a hacer aportaciones para que el fondo crezca y poder ayudar a más personas en necesidad.
Jóvenes por los ancianos
En la diócesis de Vitoria, 23 jóvenes se vuelcan a la ayuda de los ancianos. A través del programa Berakah se habilitó un número de contacto, el 945 222 222 para todos lo que necesiten apoyo.
Yasel Fermín, delegada pastoral, indicó que a través de un grupo en WhatsApp se pueden solicitar medicinas y alimentos. Un paciente de cáncer terminal que necesitaba medicinas encontró por medio del grupo a un joven que vivía cerca de una farmacia, que gustosamente le compró las medicinas y las llevó hasta el domicilio del paciente.
El grupo de apoyo cuenta con 35 voluntarios y los mueve «hacer lo que haría Jesús», pensando no solo en el bienestar y cuidado propio, sino también en el bienestar del prójimo más necesitado.
En materia sanitaria, la Iglesia también aporta su contribución. Monjas del monasterio de la Visitación fabrican mascarillas hospitalarias de tela y de plástico para el personal sanitario. Estudiantes de la Escuela de Hostelería Egibide donaron 800 mascarillas, 5.000 pares de guantes, 300 gorros y calzas, 200 gafas de seguridad, 30 litros de alcohol y soluciones desinfectantes, batas y buzos desechables.
La labor de la Iglesia es crucial en los actuales momentos. La organización y redes con las que cuenta funcionan para servir, ayudar, apoyar y contener a los más desfavorecidos, que siempre serán lo más vulnerables durante cualquier tipo de crisis.
Ayer el Papa instó a seguir el ejemplo de Jesús, quien escogió el abandono total de sí mismo para servir al mundo.
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