El nombre de Ghislaine Maxwell está en los medios de comunicación del mundo. Por más de una década ocupó espacios en las secciones de la socialité británica, compartiendo con un círculo de amigos acaudalados y de poder. Hoy, literalmente está sentada en el banquillo de los acusados en una prisión de Nueva York. A la espera de una sentencia que podría confinarla 35 años entre rejas.
La vida de Ghislaine, la novena hija del magnate de medios, Robert Maxwell es un carrusel de eventos y de sorpresas. De entramados turbios, e incluso, muy oscuros. En el juzgado del Distrito Sur de Nueva York la imputan por su participación en el tráfico sexual de niñas. En aparente complicidad con Jeffrey Epstein.
Hace un año aproximadamente, Epstein fue encontrado sin vida en su celda de la cárcel de Manhattan. El empresario estadounidense cumplía condena por tráfico de menores en el mundo de élite. Era conocido como un depredador sexual. Se desempeñó como agente financiero. Trabajó en el banco Bear Stearns antes de fundar su propia firma, J. Epstein & Co. A partir de su muerte, las miradas se volcaron hacia Maxwell.
La prensa británica no encuentra cómo calificar la relación de Maxwell, de 58 años de edad, con Epstein. ¿Novia, amiga, socia, cómplice, madame, celestina, gestora de sus mansiones, encubridora? Lo cierto es que las investigaciones sobre Epstein seguían su curso tras su muerte y todas las pesquisas apuntaban a Ghislaine, por su cercanía y vínculo de años. Desde entonces se mantiene detenida, investigada y a la espera de un fallo judicial.
La vida de Ghislaine Maxwell
Ghislaine nació en París y creció en Buckinghamshire, donde se codeó con la aristocracia británica y estudió en Oxford. La muerte de su padre, en noviembre de 1991, desinfló la boyante vida que llevaba. El cadáver de Robert fue hallado a 27 millas de la costa de Gran Canaria, donde navegaba en su yate Lady Ghislaine, bautizado con el nombre de su hija.
Poco después de su muerte certificada como un ahogamiento, aunque siempre sobrevoló la duda del suicidio, salió a la luz que había cometido un fraude masivo. Supuestamente saqueó las pensiones de sus empleados para mantener a flote a sus empresas (Maxwell Communication Group y Mirror Group Newspapers) en números rojos.
Señala la BBC en un amplio reportaje, que Ghislaine abandonó Inglaterra para cerrar la herida de la muerte de su progenitor y se instaló en Nueva York. Allí entró en contacto con un atractivo y acaudalado financiero llamado Jeffrey Epstein. Inicialmente mantuvieron un noviazgo estable. Él la encandiló con su chequera, su jet privado y sus mansiones. Por fin recuperaba el tren de vida que le brindaron en su infancia. El final de su relación sentimental derivó en una íntima y cómplice amistad.
Los informes policiales indican que Ghislain introdujo a Epstein en los senderos de la alta sociedad y le presentó a varios de sus ilustres amigos, incluido el príncipe Andrés. El tercer hijo de la reina Isabel II también se ha visto salpicado por las acusaciones. Una de las presuntas esclavas sexuales de Epstein, Virginia Roberts Giuffre, afirmó en una demanda que el príncipe era uno de los hombres con los que fue obligada a tener encuentros sexuales. El Palacio de Buckingham ha desmentido la información.
Ghislaine Maxwell no solo sirvió de nexo entre Epstein y el príncipe Andrés, sino también con otros muchos nombres de peso. Es el caso de Donald Trump, Bill Clinton, el saudí Mohammed bin Salman o Woody Allen.
La estrella rota de Robert Maxwell
Cuando comenzaron a aflorar las primeras acusaciones contra Epstein, a mediados de la primera década del siglo XXI, Ghislaine se distanció. “Se ha convertido en una mujer hogareña. Es la antítesis de la mujer que viajó mucho y estuvo de fiesta constantemente con Epstein”, reveló una fuente de su entorno al Daily Mail.
Ghislaine Maxwell fue detenida el 2 de julio en New Hampshire, Estados Unidos. Residía en una propiedad de 630.000 metros cuadrados que había comprado en efectivo en diciembre a través de una empresa anónima. A pesar de lo sospechoso de ese traslado meses antes de su detención, aseguró que no se estaba escondiendo de las autoridades, sino de la prensa y el público después del escándalo que generó el caso Epstein.
A Maxwell le imputan seis cargos, según la juez Alison Nathan, del Distrito Sur de Nueva York. Cuatro de ellos por delitos relacionados con su papel en la presunta trama de abusos sexuales a menores en torno al magnate, hace unos 25 años. Y dos por falso testimonio a la Justicia, más recientes. A todos, ella se ha declarado inocente.
En el proceso judicial declaró Marie Farmer, una de las primeras personas que acusaron a Epstein. Lo denunció en 1996: “Conocí a Ghislaine Maxwell cuando tenía 16 años de edad. Era una depredadora sexual que abusó de mí y de otras niñas y jóvenes en un sinfín de ocasiones. Nunca ha mostrado arrepentimiento por sus terribles crímenes ni por los duraderos y devastadores efectos de sus acciones”.
La fiscal Alison Moe leyó la declaración de otra víctima que ha querido permanecer en el anonimato. Describió a Maxwell como “calculadora y una sádica manipuladora”. Destacó la importancia de su papel en la red de tráfico y abuso de menores liderada por Epstein: “Sin Ghislaine, Epstein no podría haber hecho lo que hizo”.
En la vida de Ghislaine Maxwell quedan episodios por aclarar y recorrer.
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