La historiadora Sara Lewis afirma que la división racial de Estados Unidos se basa en una mentira
Una mentira es la piedra angular de la división racial de Estados Unidos. La blancura caucásica étnicamente es inexistente. La historiadora Sara Lewis devela los secretos del constructo social que ha desgarrado a sociedad estadounidense en su jerarquización racial.
Sarah Lewis comparte en reciente libro La verdad invisible una era crucial en la historia del racismo: cuando los estadounidenses comenzaron a ignorar la verdad sobre los falsos fundamentos del régimen de jerarquización racial de la nación.
Su meticulosa investigación revela cómo la fascinación estadounidense por el Cáucaso y la errónea asociación del término «caucásico» con la blancura sirvieron como herramientas estratégicas para solidificar una ficticia jerarquía racial. Lewis es profesora de Harvard, galardonada historiadora de arte y fundadora de Vision & Justice. Durante la gestión del presidente Barak Obama formó parte del Comité de Política de las Artes. Trabajó en la Escuela de Arte de Yale, el Museo Tate y el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Luego de la publicación de su libro El ascenso: la creatividad, el don del fracaso y la búsqueda de la maestría”, se ha distinguido como conferencista sobre liderazgo y creatividad. En La verdad invisible (The Unseen Truth), Sarah Lewis muestra cómo las tácticas visuales sustentaron la racialización jerárquica de la sociedad estadounidenses pesar de sus falsos fundamentos.
Una mentira como base
Mientras exploraba archivos para uno de sus proyectos, Lewis se topó se topó con un conjunto de fotografías de finales del siglo XIX de las Bellezas circasianas de P.T. Barnum. Quedó perpleja. Mujeres que compartían rasgos con Angela Davis las presentaban como el epítome de la pureza racial blanca del Cáucaso.
La representación tuvo un impacto profundo en la política estadounidense. Influenció los movimientos por los derechos civiles. «Puso de manifiesto la naturaleza ficticia de la concepción de raza. Quedó en evidencia que el sistema de jerarquía racial era una construcción social, con nuevas narrativas para perpetuarlo», añadió.
En una entrevista para la Gazette de Harvard, Lewis explica cómo lo que descubrió transformó su comprensión de la historia estadounidense y la llevó a explorar un aspecto poco conocido de la construcción racial: la federalización de la segregación y el uso del detalle racial como forma de institucionalizar lo indecible en el gobierno y en la vida estadounidense.
La historiadora exploró la conexión entre la visión de Woodrow Wilson sobre el Cáucaso y la imposición de la segregación racial en Estados Unidos. Cita a Michel-Rolph Trouillot: «Llega un momento en que debemos decidir si algo pertenece a la historia o a la ficción» para recalcar su motivación.
Afirma que el término «caucásico» ha sido utilizado como una ficción para justificar la supremacía blanca y mantener un sistema de jerarquía racial. «Nunca hemos mirado de frente la idea del término «caucásico».
En voz alta lo calificamos de ficción, pero lo hemos encubierto para preservar el sistema. Hemos encontrado otras formas de mantenerlo. La división racial de Estados Unidos se basa en una mentira”, sentencia.
Lo que valoriza el papel de los funcionarios negros como Swan Marshall Kendrick y Freeman Henry Morris Murray, que trabajaron en la administración de Wilson. A pesar de ser marginados, reconocieron la falsedad de la narrativa racial y se convirtieron en los primeros líderes no reconocidos del movimiento por los derechos civiles.
Sostiene que la dominación racial es difícil de desalojar porque se basa en un complejo sistema de montaje de narrativas para justificar lo indecible.
Lewis afirma que la raza es una construcción social sin base científica: «La idea de raza es como una fotografía sin negativo; no hay base factual para la idea de dominación o supremacía racial de ningún tipo».
Blancura caucásica: marrón como las peras y negra como el chocolate
Lewis señala una conexión entre dos conflictos aparentemente distantes: la guerra civil estadounidense y la guerra del Cáucaso. La fascinación de los estadounidenses por la región del Cáucaso en el siglo XIX estaba profundamente arraigada en los debates sobre raza, identidad y la fragilidad de la construcción social de la blancura. «La guerra del Cáucaso ofrecía un espejo inquietante. Había paralelismos inquietantes, como la asociación de ambas guerras con la esclavitud. La trata de blancas en el Cáucaso resonaba con el debate sobre la esclavitud en Estados Unidos.
El aspecto más significativo fue las profunda inquietud que generó en la opinión pública estadounidense la idea de que el Cáucaso, considerado la cuna de la raza blanca, fuese devastado por la guerra. «Ver que la región considerada la patria de la blancura podía ser aniquilada provocó nerviosismo en ambos bandos de la opinión pública estadounidense», apunta Lewis.
A contravía con las narrativas históricas normalizadas, Lewis encontró que la fascinación estadounidense por la región del Cáucaso persistió aún después de la finalizada la guerra. Los documentos primarios de los archivos revelan una curiosidad sostenida por la región con implicaciones para el régimen racial que persiste en Estados Unidos. Woodrow Wilson solicitó en 1919un informe sobre el aspecto de las mujeres de la región del Cáucaso.
Lewis comenta que Langston Hughes viajó a la región transcaucásica en la década de los años 30 del siglo pasado y se quedó atónito al ver que la gente no se parecía en nada a la imagen de blancura que le habían dado. «La describe marrones como peras rojas y oscuros como el chocolate», a punta
Lewis considera que la idea del Cáucaso como fuente de blancura sigue siendo tan fabricada para el concepto de blancura como ario, anglosajón, eslavo, etcétera con el fin de asegurar el régimen racial.
Mirada condicionada y sin base científica
Lewis dice que el estadounidense está condicionado a no ver y que la raza, como construcción social, ha moldeado la percepción visual y la comprensión de la historia. “Como fuerza estructuradora de la sociedad estadounidense, la idea sobre la raza alteró nuestra forma de ver y dar sentido a lo que tenemos delante. Las caricaturas racistas y los monumentos han servido para reforzar ideas preconcebidas y sin fundamento”, subraya.
Argumenta que el debate sobre los monumentos va más allá de la escultura, el material y la ubicación. “Es importanteanalizar no solo lo que vemos, sino también lo que se nos oculta. «La idea de la raza ha cambiado nuestra forma de ver», insiste
Un momento crucial en su investigación ocurrió cuando un grupo de circasianos acudió a una charla en la Universidad de Nueva York y posteriormente la contactaron para entregarle un pendrive con artículos y mapas sobre la división entre el Cáucaso como geografía y el ideal caucásico como concepto racial. «Contuve la respiración, yo había pasado 10 años intentando acumular esa información», dijo. Los circasianos confirmaron la falsedad de la idea de una raza caucásica superior.
La historiadora pretende desmantelar esas construcciones sobre la raza y fomentar una comprensión más honesta y equitativa de la historia. Dice que espera haber hecho justicia a las historias no contadas. “Hay mentiras sobre la vida estadounidense y el uso de la raza en la sociedad que están ocultas a plena vista. Mi esperanza es que se entienda que se puede amar a este país sin mentir sobre él.”, subrayó.