Por Andrés Tovar
19/02/2017
Este fin de semana, concretamente este sábado, unas 160.000 personas salieron a las calles de Barcelona para pedir al gobierno que acoja a más refugiados. Los manifestantes criticaron al gobierno por la «caída» de una promesa hecha en 2015 de permitir que más de 17.000 refugiados se alojen en el país un plazo de dos años.
Esta manifestación es un recordatorio sorprendente de lo que Carmen González Enríquez, analista del Real Instituto Elcano, ha denominado «La excepción española«. A raíz de la decisión británica de abandonar la Unión Europea (UE) el año pasado, ha existido en el bloque cada vez más ansiedad que el populismo de derecha gane más terreno en Europa, con ejemplos como el que apenas este sábado dio el candidato a las parlamentarias holandesas, Geert Wilders, quien inició su campaña atacando a la «escoria marroquí» o con las medidas económicas y sociales que propone Marine LePen en Francia.
Pero esta ola populista todavía no ha llamado la atención en España, donde los partidos populistas no han logrado obtener más de un 1% de los votos en las elecciones nacionales en los últimos años. Esta conclusión parte de un documento de trabajo de un importante proyecto de investigación dirigido al visualizar la influencia del think tank británico en la política de seis estados miembros de la UE actual.
En el documento se restringe la definición de populismo de derecha a un partido o un movimiento que es xenófobo, antieuropeo y anti-globalización. Y González-Enríquez señala que España tiene las condiciones que tantos partidos populistas de derecha han explotado con éxito en toda Europa: un flujo masivo de migrantes, la crisis económica y una insatisfacción con las élites políticas. En 1998, los inmigrantes representan el 3% de la población, pero esta cifra subió a 14% para el año 2012.
El aumento de los inmigrantes coincidió con un auge en la economía española entre 1996 y 2007, la década de la burbuja inmobiliaria, la misma que estalló en 2007, cuando la industria de la construcción se derrumbó y la tasa de desempleo se disparó hasta el 26% en 2013 de un 8% que mantenía en 2008. En comparación, el desempleo aumentó al 11% sobre un 7% en la UE en el mismo período. La crisis financiera en España fue particularmente brutal para los migrantes y los trabajadores poco cualificados. Un colapso acompañado de una crisis en la confianza; sobre todo en las instituciones públicas nacionales, europeas o internacionales.
A partir de datos públicos (incluidas las estadísticas y encuestas de opinión), entrevistas con expertos y de votación original, González-Enríquez da dos argumentos para la ausencia de una respuesta populista de derecha duradera a la crisis. En primer lugar, la falta de un liderazgo real y fuerte dentro de estas corrientes, lo que tiende a favorecer a los partidos grandes que tienen una presencia establecida en los distritos electorales de diferentes tamaños. Por último, cita el oscuro legado de la dictadura de Franco desde 1939 hasta 1975, que dejó de «legado» un fuerte sentido de cinismo en la derecha autoritaria.
«El factor más importante es nuestra historia reciente», explica González-Enríquez. «El período de Franco, que duró cuatro décadas, de alguna manera ‘vacunó’ al país del virus del extremo nacionalismo y la xenofobia. El horror de la dictadura de Franco está arraigado en la memoria de la nación y se le ha enseñado a generaciones posteriores. Se necesitarán varias décadas para que eso desaparezca».
Es por esta razón que la mayoría de los partidos políticos de España han tenido cuidado cuando se habla de la inmigración, y no «usarlo como arma electoral», explica González-Enríquez.
Las conclusiones del documento reflejan un informe anterior por el Instituto de Políticas de Migración, que caracteriza a la política de inmigración de España como «generalmente abierta, comprometida con la integración, y más preocupado por la ampliación de vías para la inmigración legal en lugar de limitar los flujos».