Desde hace ocho meses que se declaró la pandemia del coronavirus, la carrera por una vacuna que lo contrarreste comenzó en todos los laboratorios del mundo. En los últimos días se ha anunciado la eficacia de tres posibles candidatas. Sin embargo, la ambición de ser los primeros ha desatado una carrera que parece una guerra comercial y ha sembrado recelo en buena parte de la ciudadanía.
El nuevo coronavirus ha demostrado una capacidad de contagio superior a la que en un principio se estimó, lo que le ha permitido propagarse de una manera explosiva a lo largo y ancho del mundo. Los contagios declarados superan los 55,6 millones, mientras que los fallecimientos sobrepasan ya a los 1,38 millones, según los datos de la Universidad Johns Hopkins.
Medidas como la higiene, el uso de mascarillas o el distanciamiento social seguirán siendo muy efectivas, y pueden frenar el ritmo de contagios, pero el regreso a la «vida normal» va a depender del hallazgo de soluciones terapéuticas. Dentro de estas, la vacuna es, con mucha diferencia, la más importante.
Hallar una vacuna contra el nuevo coronavirus es de máxima prioridad. Nunca antes la comunidad científica internacional había actuado tan coordinadamente ni con tantos recursos para solucionar un problema de salud pública.
Últimos anuncios sobre la vacuna
El 16 de noviembre, la farmacéutica Moderna informó que su candidata a vacuna tiene una efectividad de 94,5%. Una semana antes, Pfizer había anunciado que su la suya tenía 90% de eficacia, mientras que Rusia le colocó 92% a la Sputnik V.
La Organización Mundial de la Salud señala que el porcentaje de eficacia preferido es de por lo menos 70% en la población base, con resultados consistentes en adultos mayores, y la mínima es de 50%. El organismo reitera que todavía no existe vacuna contra la COVID-19, pero según su reporte del 12 de noviembre, además de estas 3 candidatas a vacuna, hay otras 45 en etapa clínica y 164 en preclínica.
También tienen buenos pronósticos como la de AstraZeneca con la Universidad de Oxford y la de Johnson & Johnson a través de su farmacéutica Janssen, que se basa en un vector de adenovirus, una tecnología prometedora y diferente a la de Pfizer y Moderna.
Luego están la de Novavax, que dio en sus pruebas iniciales un nivel de anticuerpos neutralizante mucho mayor a las otras, y la de la compañía líder mundial en la creación de vacunas Sanofi Pasteur, que desarrolla en conjunto con la británica GlaxoSmithKline (GSK), que usa otra tecnología basada en proteína. Todas las candidatas están en fase III, con la excepción de la que desarrolla Sanofi con GSK, que no ha llegado a esa etapa.
La Comisión Europea firmó cinco acuerdos con compañías farmacéuticas para comprar cientos de millones de dosis de vacunas, en caso de que prueben su eficacia y su seguridad, y tengan la aprobación de la Agencia Europea de Medicamentos. En ese caso, cada estado miembro tendría acceso a adquirir una cantidad de dosis proporcional a su población (a España le corresponde cerca del 10% de lo acordado por Bruselas).
¿Las vacunas son realmente eficaces?
Tras los anuncios repentinos de las tres candidatas a la vacuna contra la COVID-19, se ha generado cierto recelo en la ciudadanía. Muchos de los que dudan de las vacunas no son los negacionistas radicales. Son gente normal que tiene dudas o no se fía de lo que ven en los medios de comunicación (porque los anuncios de los laboratorios son a través de comunicados de prensa).
Cada vez hay más personas que dudan y se sienten inseguras por la vacunación. Una reciente encuesta entre la población española, el 24% se vacunaría lo antes posible contra la COVID-19. El 37% optaría por esperar un tiempo antes de hacerlo. Un 21% solo lo haría de ser estrictamente necesario y el 13% ni se lo plantea.
El fenómeno de las antivacunas es tan antiguo como las vacunas mismas. Existe desde la época de Edward Jenner en el siglo XIX. La que se considera la primera de la historia. Era contra la viruela. Pero en aquella época la vacunación era obligatoria, en este momento es voluntaria.
Se debe mantener una cobertura vacunal alta para obtener mejores resultados. La vacunación es una medida individual, pero beneficia a la comunidad. Si una persona rechaza las vacunas no solo pone en riesgo su propia vida, sino también la de quienes le rodean, de los más débiles, los enfermos y los ancianos.
¿Qué hace falta para que se apruebe una vacuna?
Una vacuna realmente exitosa no tiene que ser solo efectiva, sino que además debe poder producirse a una escala nunca antes conocida (varios miles de millones de unidades en el menor tiempo posible). De modo que la total implicación de la industria farmacéutica es fundamental.
El proceso se está acelerando al máximo, pero hay fases que no pueden ser más rápidas. Requieren de meses de pruebas precisamente para garantizar la seguridad que deben garantizar toda vacuna. En un contexto de pandemia, pueden parecer siglos, pero aprobar una vacuna para su uso público puede tardar años, a veces décadas.
En caso de que sean autorizadas alguna de estas vacunas, será a principios de 2021 cuando se iniciará el proceso de producción, comercialización y distribución. Los efectos secundarios de las vacunas salen en los primeros 2 meses. Los expertos aseguran que cuando se vacunen a 10 millones de personas es cuando se sabrá si hay algún efecto adverso. Pero el éxito no está garantizado en absoluto hasta que no reciban la inyección las personas de riesgo y se compruebe que las protege de un coronavirus severo y de la muerte.
Corea del Sur prefiere esperar
Mientras Europa, Estados Unidos y Japón se apresuran a comprar vacunas contra la COVID-19, Corea del Sur ha dicho que prefiere esperar. El ministro de Salud, Park Neung-hoo, dijo que al país se le habían ofrecido más de 30 millones de dosis de las vacunas experimentales fabricadas por compañías farmacéuticas. Incluidas la de Moderna Inc., Pfizer y BioNTech. Sin embargo, no tienen prisa por hacer un trato. Prefiere negociar para obtener un precio razonable.
El éxito en la lucha contra el coronavirus de Corea del Sur se ha convertido en un modelo global. A los funcionarios de salud les preocupa que las vacunas aceleradas podrían no ser efectivas o tener efectos secundarios a largo plazo. Por lo tanto, han expresado su preferencia por ver primero cómo se desarrollan en otros lugares. La propuesta es vacunar a su población antes del próximo otoño boreal.
¿Debemos seguir confiando en las vacunas?
La mayoría de las vacunas se administran cuando estás sano. Por eso son uno de los medicamentos más regulados, vigilados y seguros que existen. Los programas de vacunación han contribuido a que el número de casos y de muertes por enfermedades infecciosas disminuyeran de forma significativa en el último siglo.
Las vacunas han salvado millones de vidas humanas. En general, las coberturas vacunales o tasas de vacunación infantil siguen creciendo a nivel mundial, lo que indica que es una medida de salud pública aceptada.
Lea también: