Mientras España y el resto de Europa flexibilizan las medidas de confinamiento, ante una desaceleración en el avance del coronavirus, la COVID-19 continúa causando estragos en Latinoamérica. Sin embargo, la región ya comienza a trabajar en su recuperación económica y social, basada en la solidaridad, en una era pospandemia.
Un grupo de personalidades latinoamericanas ha propuesto una declaración para promover el renacimiento sostenible de la región. La iniciativa se propone que el conocimiento científico, la solidaridad, la nueva forma de hacer empresa, la cooperación y complementariedad, además de un Estado moderno e inclusivo, le permitan a América Latina avanzar hacia una economía del bienestar, no sólo del crecimiento.
Una dura situación
Para Latinoamérica, la recuperación no será fácil. La región no solo debe enfrentarse y superar la crisis sanitaria y sus secuelas socio-económicas. También debe hacerle frente a una serie de obstáculos estructurales.
Alrededor del 50 % de la fuerza laboral trabaja en condiciones de informalidad y sin red de contención social. Más del 80 % de sus habitantes viven en zonas urbanas y generan una demanda irracional de recursos.
Los patrones de producción y consumo insostenibles revelan un notable atraso en materia de transición energética, economía circular o lucha contra el cambio climático. Las cifras de la ONU indican 3,4 millones de personas en Latinoamérica y el Caribe se enfrentaban en 1919 a una grave inseguridad alimentaria, una situación de emergencia en la que la ciudadanía no puede satisfacer sus necesidades alimentarias básicas.
En consecuencia, para 2020, con los efectos de la panademia, el panorama es más desalentador. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe pronostica una contracción regional promedio de -5,3%. Su impacto en la actividad económica puede agravar la precariedad de millones de personas vulnerables que necesitan trabajar para tener acceso a los alimentos.
La estimación sugiere que 10 millones de personas más podrían ser empujadas a la pobreza y el hambre en 11 países de la región, incluidos los pequeños estados insulares en desarrollo en el Caribe, especialmente los angloparlantes.
Además, la pandemia ha puesto de relieve que los países latinoamericanos, en general, tienen una alta vulnerabilidad y es escasa su capacidad para enfrentar crisis sistémicas. Los sistemas de salud son precarios y el acceso al agua potable y a los servicios de saneamiento son extremadamente limitados.
Luz al final de túnel
Un creciente número de líderes de Latinoamérica se han propuesto buscar oportunidades de recuperación y de transformación que ayuden a superar esta crisis.
Por un lado, impulsan nuevas ideas y reflexiones con respecto a los modelos de producción y consumo. También se profundiza en el debate de cuáles son las actividades económicas que pueden responder a los desafíos sociales y ambientales actuales y futuros. También piden considerar soluciones basadas en la naturaleza.
Lo más importante es que existe una mejor comprensión de la importancia de otras crisis sistémicas. Entre otras, el cambio climático y la acelerada pérdida de recursos naturales. Reconocen además que en medio de la incertidumbre surgen reacciones de solidaridad.
Liderazgo solidario
En el nuevo escenario, un grupo de líderes presentó la declaración Principios para un futuro sostenible de América Latina, en tiempos de pandemia y crisis planetaria. El documento promueve un conjunto de recomendaciones para un renacimiento sostenible:
«América Latina tiene enormes potencialidades y una responsabilidad singular en la tarea de reconectarnos con la naturaleza y el sistema de la vida. Comparte elementos culturales, lenguaje, un patrimonio y conocimientos ancestrales heredados de sus pueblos originarios así como un capital natural que le ofrecen condiciones favorables para desarrollar una estrategia regional de cooperación»
Este nuevo orden social local, regional y global se plantea que los compromisos de los Estados se dirijan a revertir los procesos de pérdida y deterioro de las condiciones naturales del planeta. En tal sentido debe incluir los siguientes principios:
- El conocimiento científico debe sustentar las decisiones.
- La solidaridad debe guiar la respuesta ante las crisis globales.
- Avanzar hacia una economía del bienestar no sólo del crecimiento.
- Renovar los compromisos climáticos y de biodiversidad en el marco de los objetivos de desarrollo sostenible.
- Poner el desarrollo de la tecnología al servicio de las soluciones y encuadrada en los principios democráticos, el respeto de los derechos humanos y el derecho de la privacidad de la información.
- Revisión del rol del Estado y de la gobernanza a todo nivel para asegurar el fortalecimiento de las instituciones democráticas y republicanas.
- Desarrollar nuevos modelos de negocios que integren objetivos económicos, ambientales y sociales.
Una respuesta solidaria
La propuesta fue suscrita por un grupo de personalidades latinoamericanas. Entre los que se encuentran los ex presidentes de Chile Ricardo Lagos y de México Felipe Calderón, además de ex ministros del ambiente, miembros de la academia, del sector privado y organizaciones no gubernamentales.
«Por sobre todas las cosas, el coronavirus devela la interdependencia entre naciones y ecosistemas y la fragilidad a la que está expuesta la comunidad global. Muy probablemente ,enfrentaremos nuevas pandemias hasta tanto generemos los sistemas de contención capaces de prevenirlas y, en su caso, nos permitan responder rápida y solidariamente como una comunidad global interdependiente».
La iniciativa no busca solo una recuperación para Latinoamérica. Propone además una transformación global hacia un modelo de desarrollo solidario y sostenible. La propuesta apunta a lograr bienestar de la gente y la protección del ambiente, no solamente al crecimiento económico.
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