Por Jorge Zavaleta
7/2/2017
El año 2002, cuando cumplía su segundo año de presidente del Perú, Alejandro Toledo visitó Ferrer, un pequeño distrito de la provincia de Cabana, en el departamento de Ancash, a unos 600 kilómetros al NE de Lima. Llegó a la una de la tarde en un helicóptero de la Fuerza Aérea, acompañado de su esposa Eliane Chantal Karp Fernenbug (París,1953), científica y antropóloga belga de ascendencia judía. Su anciano padre Anatolio (con una máscara de oxígeno porque le había afectado el clima de la Cordillera Blanca), y todos los miembros de su gabinete ministerial con una recargada agenda que cumplir.
Era un acontecimiento jamás visto, ni soñado por las pocas centenas de familias que habitaban Ferrer, Cabana y Pallasca. Una fila de campesinos vestidos de ponchos y sombreros descoloridos, con rostros curtidos por la edad y el frío, formaban la primera fila de quienes saludaban al Hijo Pródigo, convertido en Presidente de todos los peruanos en elecciones democráticas, con el voto de los más lúcidos intelectuales que le dieron su apoyo en la Cancillería, Educación, Cultura y otras reparticiones.
Alejandro Toledo retornaba a Ferrer para inaugurar un moderno centro educativo, con finas carpetas, computadores de última generación, internet, profesores especializados. El centro había sido construido con el “aporte personal y la cooperación de empresarios amigos” para que ofreciera servicios las 24 horas del día.
En la ceremonia, Toledo no pudo empezar su discurso de orden. Su emoción era grande, muy intensa, que su voz entrecortada y sus lágrimas, le obligaron a callar…Eleane, tomó el micro y dijo: “Parece ser que el Presidente está muy impactado por el retorno a su tierra”, y elevando su mirada a los cerros y los escasos cultivos dijo: “En esos maizales y trigales que producen las laderas de esta tierra, allí me enamoré de Alejandro…”, mientras que el discurrir de las aguas del pequeño río daban mayor solemnidad al acto.
Pues Toledo después de ese tierno y romántico mensaje, pidió a cada uno de sus ministros hacer de Ferrer un modelo de desarrollo descentralizado. Una aldea de oro. Carretera hacia la costa, sembrío de peces en los ríos, reforestación, escuelas en cada caserío…. Un milagro.
“Ningún joven o estudiante de Ferrer debe salir sin haber aprendido carpintería, albañilería, mecánica, gastronomía, sembrío y cuidado de jardines y plantas. “Qué nunca más nadie deje este suelo para lustrar zapatos como yo lo hice al llegar a Chimbote”, donde la pesca había convertido al puerto en un paraíso para dueños de naves y plantas procesadoras de harina de pescado.
En Ferrer, después de lidiar una serie de controles y de sus propios paisanos y familiares, una tía del entonces presidente le entregó como obsequio un mate de cancha (maíz tostado y habas) envuelto en un mantel bordado de retamas y claveles, con la siguiente frase: “A Alejandrito, para el largo camino por recorrer…”.
Toledo fue el primer presidente de origen indígena del Perú entre 2001 y 2006. Hijo de un matrimonio indígena, campesinos sin tierras, que tuvo dieciséis hijos. Cuando tenía seis años, la familia, atraída por la prosperidad de la pesca, se trasladó a Chimbote, donde su padre se dedicó a la construcción y su madre Margarita, en una pequeña bodega ofrecía especies marinas.
El joven Alejandro estudió en el colegio nacional de San Pedro. Con una beca de una orden religiosa, llegó a la Universidad de San Francisco, en la que se graduó en economía (1970), y se licenció y doctoró en la Universidad estadounidense de Stanford con estudios sobre gestión empresarial y una tesis sobre recursos humanos en 1976. Su carrera de economista internacional empezó como consultor de la ONU, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco Mundial, con sucesivas estancias en Nueva York, Washington, Ginebra y París.
Regresó a Perú en 1981, para ser consejero del presidente del Banco Central y del ministro de Trabajo durante la presidencia de Fernando Belaúnde (1980-1985). Fue profesor de finanzas en la Escuela de Administración de Negocios para Graduados de Lima. Toledo apareció en el primer plano de la política nacional a finales de 1999, empezando a encarnar la resistencia democrática frente a un sistema autoritario y corrupto. Mientras arreciaba su campaña contra el régimen del fujimorismo, la situación de su carrera política experimentó un drástico vuelco a mediados de septiembre.
La publicación de un vídeo en el que Vladimiro Montesinos, asesor presidencial y jefe encubierto de los Servicios de Inteligencia Nacional (SIN), aparecía sobornando a un diputado que había abandonado las filas de la oposición para integrarse en las gubernamentales. Fue el primer documento que destapó los primeros indicios de una tragedia secular instalada en el Perú.
El escándalo alcanzó tales proporciones que Fujimori, tras diversas maniobras para aferrarse al poder, dimitió el 19 de noviembre, mientras se encontraba en Japón. Sin embargo, el Congreso (Cámara única de 120 miembros) no aceptó su renuncia y lo destituyó por «incapacidad moral permanente» el 21 de noviembre de 2000.
En la primera vuelta de las elecciones presidenciales, en abril de 2001, Toledo obtuvo el mayor número de votos, seguido por Alan García –de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA)–, y Lourdes Flores (Unidad Nacional, de derecha). En la segunda vuelta, 3 de junio, Toledo se impuso con el 52,6 % de los votos. En el Congreso, Perú Posible se convirtió en la primera fuerza, pero muy lejos de la mayoría absoluta.
La popularidad de Toledo y el respaldo de la base social que lo apoyó a la presidencia comenzó a fragmentarse poco antes de cumplir su primer año de Gobierno, cuando tuvo que enfrentar una grave crisis política por las violentas protestas que se desencadenaron en Arequipa, tras el anuncio de privatización de dos compañías eléctricas. Durante la campaña electoral, Toledo se había comprometido con la población regional a no privatizar Egasa y Egesur si alcanzaba la presidencia pero, finalmente, la empresa belga Tractebel formalizó la compra.
Para frenar la revuelta social, el primer mandatario tuvo que firmar un acuerdo con las autoridades locales -Acta de Arequipa- en el que se comprometía a suspender las privatizaciones hasta que el poder judicial resolviera los recursos interpuestos.
El presidente Toledo volvió a enfrentar una nueva situación crítica en la primavera de 2003. Los gremios de maestros, agricultores, empleados de la sanidad pública y del poder judicial se declararon en huelga indefinida para reclamar mejoras salariales y paralizaron la actividad del país durante varias semanas. Ante la amenaza de caos social y con el objetivo de frenar la oleada de protestas sindicales que habían logrado movilizar a casi dos millones de personas, el 27 de mayo Toledo decretó el estado de emergencia por un periodo de 30 días.
La violencia reaparece. La reconstitución de Sendero Luminoso, que reapareció en escena con un breve y multitudinario secuestro de 71 trabajadores, agravó el delicado momento político del equipo de Toledo. El presidente anunció entonces su decisión de no presentarse a la reelección en los comicios de 2006 y designó nueva jefa del Gabinete a Beatriz Merino.
Sus iniciativas de índole económica tampoco fueron bien recibidas y, el 14 de julio de 2004, fueron contestadas de forma mayoritaria en las calles peruanas con una huelga general. Ese mismo mes, la formación oficialista Perú Posible fue objeto de denuncia por un presunto delito de falsificación masiva de firmas para cumplir, en los orígenes del partido, con los requerimientos de inscripción de las autoridades electorales.
Las amenazas de desestabilización política se sucedieron con peligrosa frecuencia en los meses siguientes y la celebración de la llegada del nuevo año guardaba aún desagradables sorpresas para el presidente Toledo.
El 1 de enero de 2005, un nutrido grupo de ex militares ultranacionalistas se sublevó en Andahuaylas, al sur del país, y exigió la renuncia del jefe del Estado como condición para deponer las armas.
Llegamos al 5 de febrero de 2017. Las acusaciones contra Alejandro Toledo son una “vergüenza” y una “traición al pueblo peruano”, afirmó el presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, quien consideró que el exmandatario debe regresar al Perú y responder a la justicia. “Muy dolido por estas noticias del ex presidente Toledo, es una traición al pueblo peruano y es una traición a sus colegas que se esforzaron tanto, realmente yo creo que es muy lamentable esto, él debe ponerse a derecho y regresar al Perú y contestar lo que le va a preguntar la Fiscalía”, expresó Kuczynski a W Radio de Colombia.
El exmandatario Alejandro Toledo es acusado de haber recibido una coima 20 millones de dólares de la empresa brasileña Odebrecht por la construcción de la carretera Interoceánica, según testimonio de un colaborador eficaz, publicada por el diario limeño La República. De acuerdo con la versión periodística, que cita información de la Fiscalía de Perú y Brasil, los pagos a Toledo empezaron en 2005, cuando se acercaba al fin de su gobierno (2001-2006).
El presidente Kuczynski dijo que si bien él formó parte del gobierno de Toledo, sin embargo, no tuvo conocimiento sobre las negociaciones que se habrían hecho en aquella oportunidad en torno a la carretera Interoceánica. “Si todo esto es cierto, es una gran vergüenza, una traición al Perú y una falta de respeto a sus colegas que tanto nos esforzamos en hacer un buen gobierno”, agregó. Consultado sobre las investigaciones judiciales sobre el caso Odebrecht en el Perú, el jefe del Estado sostuvo que la Fiscalía está haciendo “un buen trabajo”, y subrayó para ello su Gobierno le ha otorgado todo el apoyo económico.
“Aquí la Fiscalía está trabajando con testigos que revelan cosas a cambio de recibir una pena menor, es lo que llamamos colaboradores eficaces y la Fiscalía creo que está haciendo un buen trabajo, el gobierno los está apoyando con fondos para todo lo que se necesita hacer y queremos que esto sea de la manera más justa y eficiente”, manifestó. La intervención de la Justicia y las primeras revelaciones sobre su inconducta y censura, abre grandes puertas para conocer la dimensión de los manejos ilícitos de los escasos recursos fiscales.
En la lista, según múltiples indicios, figuran Ollanta Humala – Nadine Heredia, en complicidad con Odebrechet, el director general de la FAO, ex ministro del presidente Lula y la cúpula del llamado Partido Nacionalista. El delito que se le acusa es haber sobrevaluado los proyectos de IIRSA, el Gasoducto Sur Peruano, entre otras inversiones en infraestructura. Humala-Heredia no pueden salir del país, por orden judicial. El robo al erario nacional se ha convertido en una tradición impune. El Mundo, empezando por Ferrer, espera que la corrupción sea castigada sin excepción de nadie.