POR CAMBIO16
30/09/2016
Más de 300 niños han resultado muertos o heridos en los últimos cinco días al este de Alepo (Siria), la ciudad que está siendo escenario de cruentos ataques contra instalaciones civiles.
Según ha denunciado la ONG Save the Children, los niños en Alepo ya no están seguros ni en sótanos ni en refugios subterráneos por el uso de las bombas antibúnker, que son capaces de no detonarse cuando perforan el suelo y estallan una vez que llegan a los cuatro o cinco metros de profundidad, lo que impiden que los menores puedan seguir con su educación por la vulnerabilidad de los los colegios establecidos bajo tierra.
Mañana, 1 de octubre, iba a comenzar el nuevo curso escolar en los colegios del este de Alepo, pero debido a que continúan los ataques a la ciudad, que están poniendo en riesgo las negociaciones entre Rusia y EEUU para poner fin al conflicto en Siria, los centros continuarán cerrados. Como consecuencia, casi 100.000 niños en edad escolar no podrán ir al colegio.
Esta misma semana, un hospital de Alepo quedó fuera de servicio por los ataques, una muestra más de que edificios civiles están sufriendo los ataques en la ofensiva que están llevando a cabo las fuerzas del régimen y Rusia, y los colegios no están siendo una excepción.
Omar, director de una de las escuelas de la ciudad, explica que los padres tienen miedo de enviar a sus hijos al colegio. Los estudiantes están sufriendo en todos los niveles y son incapaces de concentrarse en el aprendizaje y en el estudio.
«Con tan sólo escuchar el sonido de estas bombas se genera un estado de pánico y de terror inimaginable. Las bombas antibúnker tienen tal capacidad de destrucción que pueden destruir refugios subterráneos y sótanos. Consiguen destruir los edificios por completo», explica Omar.
Más de 300 niños han muerto o han resultado heridos en el este de Alepo en los últimos cinco días. Dado el peligro que supone para los menores incluso estar en sus propios hogares, no es seguro que las escuelas vuelvan a abrir. Además, los colegios carecen de necesidades básicas como combustible para calentar los sótanos, suministros de agua, libros de texto y lápices.
Amjad, con tan sólo 12 años de edad, explica cómo vive los ataques en la escuela: “No vamos al colegio porque los aviones lanzan bombas constantemente. Cuando escuchamos un avión nos sentamos en el suelo con miedo a que las cosas se caigan encima de nosotros. Mi mejor amigo murió en uno de los bombardeos. Me encanta ir a la escuela a estudiar y me gustaría llegar a ser ingeniero civil para reconstruir las casas que han sido destruidas”.
Incluso antes del último aumento de ataques a la ciudad, la educación ya había quedado diezmada. Las cifras oficiales de matrículas han caído al 6 por ciento. Debido a los desplazamientos, el conflicto y la pobreza, muchos niños se han visto obligados a dejar el colegio o sólo pueden asistir esporádicamente. En los últimos tres meses, han muerto cinco estudiantes y siete miembros del personal de colegios apoyados por Save the Children en el este de Alepo, denuncia la ONG.
Nick Finney, director de Save the Children en el noroeste de Siria, señala que “ahora tenemos más probabilidades de ver cómo los niños son sacados de los escombros o verlos en el suelo de un hospital que verlos sentados en sus pupitres. Se merecen cumplir su derecho a jugar y a aprender. El uso de las bombas antibúnker significa literalmente que no hay ningún lugar donde podamos protegerlos. Queremos que el uso de estas armas sea investigado como un posible crimen de guerra”.
“La infancia siria ha pagado un precio muy alto por este conflicto. El uso de la violencia con el tiempo terminará, pero para los que sobrevivan será muy difícil devolverles todos los años de educación perdidos y que puedan llegar a reconstruir sus vidas”, prosigue Finney.
Por ello, Save the Children pide «urgentemente un acuerdo de alto el fuego que ponga fin a los ataques indiscriminados contra los civiles que permita que la ayuda llegue y los colegios puedan volver a abrir».
Además, la organización demanda una investigación internacional imparcial por el ataque mortal a un convoy de ayuda de Naciones Unidas ocurrido la semana pasada y por las violaciones del derecho internacional humanitario con motivo del aumento de la violencia en Alepo.