MARÍA PÍA AQUEVEQUE /Fundadora y CEO de Maqueveq & Co. y DTCODE, consejera de empresas y experta en blockchain
Desarrollada bajo el ‘protocolo de la confianza, la tecnología blockchain nos otorga la posibilidad de realizar transacciones de valor, prácticamente de manera inmediata, en forma directa entre las partes (Peer2Peer), sin la necesidad de que un intermediario realice procesos de autenticación o de asegurar que los acuerdos de intercambio se cumplan.
Y como dice el proverbio, “lo mejor está por venir”. Este año 2021, con el impulso y visibilidad que empezaron a tener las finanzas descentralizadas, se comenzó a visibilizar un poco más de la punta del iceberg del potencial de esta tecnología. Y ya está siendo utilizada para el intercambio de propiedad intelectual de distinto tipo. Por lo que el siguiente paso es solo que los tokens digitales puedan utilizarse para implementar una economía colaborativa, donde cada una de las partes pueda recibir en base al valor que entrega.
Este proceso, y las oportunidades de innovación que conlleva, surgirá a medida que los datos externos sean más fiables y continúen las mejoras en la automatización, lo que será facilitado e impulsado a través de los contratos inteligentes, la identidad digital y los activos digitales (en formato de tokens con metadata) criptográficos en la cadena de bloques. Estos elementos permiten distribuir el valor que cada agente aporta, en instancias de colaboración en la creación colectiva de conocimiento, que involucra propiedad intelectual, y de desarrollo, en procesos de producción. De esta manera, se desarrollan los princios de la economía colaborativa.
La convergencia tecnológica nos permitirá gestionar de mejor forma los recursos naturales en todos los procesos productivos
Hoy existe centralización de los modelos económicos porque hemos funcionado con el esquema industrial de Henry Ford, donde las economías de escala eran la premisa. Pero blockchain rompe con esa premisa en lo que es intercambio de valor en el mundo digital. Y si consideramos, además, a las distintas vertientes de la inteligencia artificial el proceso se escala al mundo físico. Por lo que estas tecnologías, combinadas, nos permiten avanzar en el sentido de que se haga realidad la formulación del Joseph Schumpeter, el economista que predijo el fin del capitalismo: “El beneficio empresarial es la expresión del valor de lo que el empresario contribuye a la producción”. Y no a la centralización de los eslabones de la cadena productiva como sucede hoy.
CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Recordemos que la cuarta revolución industrial, hacia la cual estamos transitando, responde a una fusión de tecnologías que está difuminando las líneas entre lo físico, esferas digitales y biológicas. Y recurre a la automatización y el intercambio de datos, particularmente en el marco de las tecnologías de manufactura y desarrollo. Es aquí donde blockchain tendrá un rol preponderante como la plataforma de intercambio de distintos tipos de activos en forma de datos, a través de su representación digital o token, dando vida a lo que se conoce como la “era del valor”. Y permitiendo, a su vez, la creación de un modelo de negocio en el espacio digital.
Respecto a este último punto, es importante comprender que a lo largo de la historia la tecnología ha permitido a la sociedad una nueva forma de organizar los procesos de producción y, sin embargo, no se han producido grandes cambios respecto a la distribución de la riqueza. Esto es así porque se ha perpetuado un modelo centralizado de producción, inclusive durante la tercera revolución industrial. En el futuro, blockchain podría romper con esta estructura del entramado productivo. Incluso implementaría el principio de valor compartido propuesta por Michel Porter y Mark Kramer e incrementar la competitividad en un escenario en el que las compañías contemplen las condiciones económicas, sociales y medioambientales como parte de su estrategia, es decir, como un activo con valor, y no desde una mirada de responsabilidad social empresarial, que tiene un enfoque más filantrópico.
¿Es posible desarrollar esta tecnología sin que tenga un impacto demoledor en el medio ambiente?
Según un estudio publicado el pasado mes de mayo, Galaxy Digital estimó que el consumo anual de electricidad de Bitcoin es de aproximadamente 113,89 teravatios hora anuales (TWh/año), una cifra que incluye todo, desde el consumo de energía de los mineros, el consumo de energía del pool, la energía para la demanda de los mineros y el consumo de energía de los nodos. Menos de la mitad de consumo eléctrico de los bancos –centros de datos, sucursales, cajeros automáticos y redes de tarjetas–, según el estudio de Galaxy Digital, que estima un consumo mundial de electricidad del sistema bancario es de 263,72 TWh/año.
Los nuevos protocolos de las distintas coins funcionan con el algoritmo Proof of Stake, en que el proceso de validación de un bloque se hace de forma aleatoria, cumpliendo con una serie de criterios. Y una vez terminado el proceso de selección, los nodos elegidos podrán validar transacciones o crear nuevos bloques. Por ejemplo, la Proof of Stake de Cardano utiliza seis gigabitios hora de energía, que corresponde a menos del 0,01% de lo utilizado por Bitcoin.
PROSUMIDORES
Esta tecnología habilita las transacciones entre partes (Peer2Peer) en la sociedad de costo marginal cero a la que el sociólogo y economista Jeremy Rifkin se refería. Esto significa reducir a casi cero los costos marginales de grandes segmentos de la vida. En combinación con otras tecnologías, las personas se convierten tanto en consumidores como en creadores de bienes y servicios, o prosumidores (productores y consumidores).
Un ejemplo muy concreto son los sistemas distribuidos de energía, como el Microgrid de Brooklyn implementado por LO3Energy o los implementados por PowerLedeger en Canberra y otras localidades de Australia, India y otros países. Se reinventa el modelo tradicional de red energética mediante uno nuevo en el que los hogares transan sus excesos de energía solar, con precios determinados por la oferta y demanda casi en tiempo real. Además, a través de tecnologías de almacenamiento de energía, es posible suministrar este recursos inclusive en horas del día en que los paneles solares no generan energía renovable. Propiciando, asimismo, sistemas de provisión de energía más sostenible y resiliente.
Estos mecanismos habilitados por las nuevas tecnologías permiten avanzar en la transición ecológica y transformarla en una economía de bajas emisiones de carbono lo que significa, en realidad, efectuar la transición desde un sistema energético de combustibles fósiles propio de la Segunda Revolución Industrial a otro basado en energías renovables de costo marginal cero, que caracteriza a la Tercera Revolución. Las energías renovables son abundantes y limpias y nos permiten creer seriamente en la posibilidad de vivir en un mundo sostenible, pero tienen también sus propios desafíos particulares. Como señala Rifkin, “no siempre sale el Sol ni sopla el viento”. Es por ello que se hace tan importante avanzar en tecnologías que tienen mayor capacidad de almacenamiento de energía.
INVERTIR EN LA NATURALEZA
Las energías renovables precisan de una estructura material. Las células fotovoltaicas, las pilas o baterías eléctricas, las turbinas eólicas, las bombillas fluorescentes compactas y muchas de las nuevas tecnologías de la comunicación dependen, en parte, de la existencia de materiales como las tierras raras. Lo mismo se aplica también para el recurso de agua.
Los países miembros del G7 suscribieron en junio nuevos compromisos medioambientales. Entre ellos, el aumentar drásticamente la inversión en la naturaleza de todas las fuentes, y garantizar que la naturaleza se tenga en cuenta en la toma de decisiones económicas y financieras. Para que la conservación de la naturaleza sea sostenible, y se considere en las decisiones económicas y financieras, hay que generar un modelo rentable en torno a ello.
Los planes de recuperación Next Generation y el Pacto Verde Europeo suponen una oportunidad para avanzar en la convergencia tecnológica que nos permita gestionar de mejor forma los recursos naturales en los procesos productivos. Esto solo se logrará, a través de la convergencia de tecnologías. Es lo que estamos haciendo desde mi empresa DTCODE.
No obstante, la real oportunidad es avanzar en esquemas regulatorios que promuevan activos natura les (que son un tipo de criptoactivos). Los activos naturales son activos del entorno natural. Consisten en activos provenientes de fuentes biológicas, zonas terrestres y acuáticas con sus ecosistemas, activos del subsuelo y aire. En conjunto, estos activos naturales incorporan procesos por los que el medio ambiente produce recursos que benefician a la sociedad. La tokenización permite darle a este tipo de activos el verdadero valor que aporta a nuestra economía, sociedad y medio ambiente.
TOKENIZACIÓN DE LOS ACTIVOS NATURALES
HUELLA DE CARBONO. El consumo de electricidad del Bitcoin equivale al de todo un país como Suecia o Ucrania, pero si bien las criptomonedas consumen mucha energía, utilizan la mitad que el sistema bancario tradicional al no usar oficinas físicas, ni transporte ni papel LA WALLET CHIVO. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha impulsado un plan para implantar el uso del monedero virtual Chivo otorgando el equivalente a 30 dólares en criptomonedas a cada ciudadano que se instale esta aplicación móvil RENOVABLES. El CEO de Tesla, Elon Musk, que el pasado mes de mayo anunción que la compañía dejaría de aceptar pagos en Bitcoin debido a que la red utiliza cada vez más los combustibles fósiles, ha reconocido que Bitcoin puede haber alcanzado ya su punto de referencia en materia de energía renovable
Como dice Jeremy Rifkin, “los economistas olvidan que toda actividad económica consiste en un préstamo de la energía y los recursos materiales de la naturaleza”. La tokenización de los activos naturales podría permitir el diseño de un entramado productivo que genere incentivos económicos y que valorice y promueva el cuidado de nuestros recursos. Este enfoque es complementario al marco conceptual definido en la denominada “economía del donut”, propuesta por la economista Kate Raworth.
Y así, como ha pregonado Rifkin, es posible avanzar hacia un modelo productivo “usando menos recursos de la Tierra, más eficientes y productivos en una economía circular, haciendo la transición de energías fósiles a renovables y definiendo las características de un paradigma económico emergente. En la nueva era, cada uno nos transformamos en un nodo en el sistema nervioso de la biosfera”.
Los recursos naturales tokenizados tienen el potencial de convertirse en una de las mayores clases de criptoactivos debido a la gran escala de los activos naturales del mundo y a los desafíos que afrontamos con el cambio climático. Por lo tanto, se convertirán en recursos de alto valor.
Los recursos naturales tokenizados tienen el potencial de convertirse en una de las mayores clases de criptoactivos
Dentro de la cadena de tecnologías que se requieren para llevar a cabo la tokenización de este tipo de activos blockchain, se presentan como el equivalente a una versión mejorada de los bonos de carbono. Por una parte, permiten garantizar la unicidad de la unidad en forma transparente. En otras palabras, evitan la duplicación en la transacción de estos activos. Además, la cadena de bloques permite acceso instantáneo a los mercados globales y posibilita que inclusive las personas puedan participar de estos mercados con las unidades que aportan. Eventualmente, este tipo de activos también podrían ser utilizados como garantías, o colaterales, para acceder a préstamos, seguros, u otros productos financieros.
Uno de los grandes desafíos será la verificación de la calidad de los activos naturales. Por lo cual su fuente de recolección tendrá una alta incidencia en su valoración. En este sentido, las tecnologías o dispositivos que sean utilizados para su verificación deberán contar idealmente con altos niveles de seguridad para evitar que sean hackeados o alterados. Y también asociar indicadores de reputación a las fuentes de generación de este tipo de activos.
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