Por Andrés Tovar
05/05/2017
El artista chino Ai Weiwei, que ha convertido la crisis de los refugiados de Europa en un insumo para sus obras, utiliza un motivo una y otra vez: el bote de goma. En marzo en la República Checa, mostró un enorme bote negro lleno de figuras negras. Y el año pasado en Florencia, presentó una instalación llamada “Libero”, que cubría con botes rojos las ventanas del Palazzo Strozzi. Cabe destacar que todos los botes son fabricados en China.
Este último dato, especulando, le haya dado a la Unión Europea la «idea» de pedirle a China esta semana detener la venta de barcos como estos, diciendo que muchos refugiados están confiando en estas balsas para hacer sus peligrosos viajes. Dimitris Avramopoulos, el Comisario de la UE para las Migraciones, planteó la cuestión en Beijing en una reunión con el ministro chino de seguridad pública Guo Shenkun, según Reuters .
“Los botes de goma utilizados por las redes de contrabandistas en el Mediterráneo se fabrican algún lugar de China, se exportan a los países de Asia y son utilizados por ellos» dijo Avramopoulos el jueves, añadiendo que le pidió a China «localizar a este negocio y desmantelarlo, porque lo que producen (los botes desechables) no está al servicio del bien común. Es una herramienta muy peligrosa en manos de traficantes sin escrúpulos».
Los botes en cuestión vienen a menudo sin un adecuado soporte abajo, por lo que los contrabandistas suelen ponerle tablas de madera, haciendo aún más endebles estos delgados, ligeros, y, sobre todo, baratos botes no hechos para sostener las travesías marítimas que el mundo ha presenciado que realizan. Un informe publicado el mes pasado dijo que los barcos fueron, posiblemente, comprados en sitios de comercio electrónico de China y luego se envían a través de una serie de países, entre ellos Malta, antes de acabar en manos de traficantes en Libia, donde la guerra civil se ha estado librando desde hace años y donde el contrabando de personas se ha convertido en una de las fuentes más importantes de ingresos.
En el sitio web del gigante del comercio electrónico Alibaba.com, es posible encontrar un número de vendedores que anuncian botes de goma y fibra de vidrio, incluyendo ofertas como «botes de rescate inflables para refugiados», vendidos a costos de 300 a 500 dólares estadounidenses, y manufacturados por Weihai Dama, una empresa en la provincia oriental china de Shandong.
No queda muy claro lo que China puede hacer en estos mercados que implican transacciones entre vendedores y compradores individuales y la mayoría de las ventas probablemente no tienen nada que ver con el contrabando de refugiados. Lo que sí es seguro es que una eventual restricción de las ventas no se ocupa del corazón del problema: la desesperación, tanto política como económica, que llevando a los refugiados a abrazarse con la muerte.
Italia, que ha visto llegar cientos de miles de refugiados -y muchas veces simplemente no llegan- , reconoce que atacar las ventas no es una solución, pero dice que le gustaría que China actúe contra ella.
El contraalmirante Enrico Credendino, de la marina italiana, y el capitán de la Fuerza Naval de la Unión Europea en el Mediterráneo después de los numerosos naufragios de refugiados de Libia, dijo el año pasado: «Sabemos que estos barcos vienen de China, no hay nada que podamos hacer para bloquear, porque se trata de un comercio legal. Pero debemos encontrar la manera de convencer a China de no vender estos barcos peligrosos».