Los fenómenos climáticos bruscos, severos y con secuelas fulminantes, están a la vista y en la piel de millones de personas en el mundo. Hace apenas unos meses atrás miles de familias en Brasil vieron, sin poder hacer nada, cómo las fuertes inundaciones destruían cultivos y sumergían a comunidades enteras. Ahora es lo contrario: la sequía afecta a todos los 62 municipios que componen el estado de Amazonas, la mayoría en alerta.
Desde hace dos semanas el nivel promedio del río Amazonas, en el lado brasileño, ha llegado a bajar 25 centímetros por día. Los paisajes son impresionantes. Ríos reducidos a tierras agrietadas y pequeñas embarcaciones atascadas e inmovilizadas ante la ausencia de agua.
El río Amazonas, centro del sistema fluvial más grande del mundo, está en niveles mínimos a su paso por Brasil por la intensa sequía. Según Defensa Civil regional, 41 municipios están en alerta, 3 en estado de emergencia. Y los 18 restantes tienen problemas de abastecimiento y salida de producción, principalmente agrícola y pesquera, debido al estiaje.
La rápida disminución del nivel del agua del río se debe a una cantidad de lluvia menor a la prevista durante agosto y septiembre, dijo Luna Gripp a Efe. Investigadora de geociencias que monitorea los niveles del occidente del río Amazonas para el Servicio Geológico de Brasil.
Como la mayor parte del estado de Amazonas no está conectada por carreteras, la preocupación principal de la población es la escasez de alimentos. Así como de combustible y otras mercancías que normalmente se transportan por las vías fluviales. En Tefe, una ciudad de 60.000 habitantes junto al río Amazonas, los grandes barcos no han podido llegar al puerto ubicado en el centro.
De inundación a sequía en el río Amazonas
La situación de sequía en el río Amazonas es aún más crítica en las decenas de comunidades esparcidas por la región que rodea a Tefe, donde unas 3.500 familias se han visto afectadas. Muchos lagos y arroyos se han secado, eliminando el acceso al río Amazonas y, por lo tanto, a las ciudades cercanas, que funcionan como ejes comerciales.
Mientras tanto, en la comunidad de Sao Estevao, los pescadores han postergado la pesca del pirarucú, el pez más grande de la Amazonía. Debido a que la embarcación que transporta lo que capturan a la ciudad no puede atracar. La temporada de pesca legal se extiende hasta finales de noviembre. Si el nivel del agua no sube pronto, la comunidad de siete familias perderá una fuente significativa de ingresos, señaló el pescador Pedro Canizio da Silva a The Associated Press en un mensaje de audio.
Hace unos seis meses, la comunidad sufrió pérdidas debido a una temporada de inundaciones más intensa de lo esperado.
“Perdí mis cultivos de plátano y yuca. Además, los caimanes y las anacondas se acercaron más a nosotros debido a la inundación y se comieron algunos de mis patos y gallinas. El agua debajo de mi casa construida sobre pilotes casi llegaba al piso”, recordó Canizio.
Por otra parte, la comunidad indígena de Porto Praia, el afluente cercano del río Amazonas se ha convertido en una vasta franja de arena. Durante el día se vuelve demasiado caliente para caminar sobre ella. Un viaje en lancha de motor a Teje, que normalmente dura unos 90 minutos, ahora requiere cuatro horas, comentó Anilton Braz, el líder local, a la AP. Consecuencia de que el nivel del agua es tan bajo en algunas partes que es necesario remar en lugar de usar el motor.
Transporte fluvial paralizado
La agencia local de protección civil local informó que los 62 municipios se han visto afectados por inundaciones y sequía en el estado de Amazonas en pocos meses de 2022. La temporada más seca, conocida localmente como el “verano amazónico”, generalmente transcurre de junio a diciembre en esta parte de la selva tropical.
Otro sitio afectado es Porto Velho, la capital del estado de Rondonia. El poderoso río Madeira registró su menor nivel desde que se empezaron a llevar registros oficiales en 1998. Y en la capital del estado de Acre, Río Branco, el río Acre alcanzó su nivel más bajo desde que comenzaron las mediciones en 1967, según el Servicio Geológico Brasileño.
Hasta ahora, la sequía en el río Amazonas no es tan extrema, aunque Coari, una ciudad cercana a Tefe, está sufriendo su sexta peor sequía desde que empezaron a llevarse registros en 1975.
“A medida que el cambio climático causa fenómenos meteorológicos extremos, es probable que las sequías significativas en la Amazonía sean una señal de esos cambios”, comentó Alejandro Duarte. Investigador del clima en la Universidad Federal de Acre. “Esta podría ser una tendencia irreversible en los próximos años”.
En las proximidades de Manaos, en la zona del encuentro del río Amazonas y el río Negro, que viene desde Colombia, hay zonas secas en las que se forman pequeños pozos de agua.
La playa fluvial de Manaos acumula basura y las casas flotantes montadas sobre balsas han quedado aisladas y muchas canoas pesqueras están varadas. En algunos puntos en los que el río todavía fluye, el nivel de profundidad es de hasta 35 centímetros, por lo que las imágenes de pescadores arrastrando sus embarcaciones se torna bastante común.
El río Mississippi, estrangulado
La contundente sequía en el río Amazonas, en el lado de Brasil, también se observa en otros países y regiones. El río Mississippi, la otra gran fuente de agua dulce, también es estrangulado por la sequía.
La vía fluvial más poderosa y mítica de EE UU está en una situación crítica. Han transcurrido meses de condiciones secas, que han hecho que los niveles de agua caigan en picado a mínimos históricos. Durante semanas, esa crisis de evolución lenta ha dificultado la movilidad de las barcazas. Por un río que sirve como carretera para aproximadamente el 60% del maíz y la soja del país con destino al extranjero.
El resultado es una temporada de incertidumbre para muchos ríos arriba y ríos abajo que dependen de él para su sustento. Desde los agricultores que cultivan hasta los pilotos de remolcadores que conducen las embarcaciones hacia el Golfo de México y de regreso.
Las profundas preocupaciones sobre la cadena de suministro paralizada se han mezclado con la pura curiosidad de las personas que han acudido en masa a las orillas del Mississippi para maravillarse ante un espectáculo que pocos pueden recordar, reseñó Washington Pos.t
Históricamente, el río estaba marcado por una amplia llanura de inundación que se hinchaba durante los años más húmedos. Mientras que los años más secos dejaban charcos y zonas más profundas a lo largo de la vía fluvial, dijo Olivia Dorothy. Directora de la cuenca superior del Mississippi para el grupo de defensa American Rivers.
Pero desde entonces el río ha sido alterado por represas, diques y otras estructuras. Y diseñado para mantener un canal central que transporta el tráfico de barcazas que es clave para el comercio. Pero el río se ha secado tanto que ese canal se ha estrechado y en tramos, desparecido.
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