Una real paradoja enfrenta el planeta con la pandemia de la COVID-19. Mientras los humanos están confinados en sus casas desde hace semanas, en diferentes lugares los animales silvestres toman las calles, y en algunos casos las aguas.
Desde vacas tomando sol en la costa corsa de Francia hasta un joven puma en las otrora concurridas calles de Santiago de Chile, la vuelta de los animales silvestres a sitios ocupados por el hombre demuestra que la restauración de la naturaleza no solo es altamente probable, sino que puede ser más rápido de lo que que se piensa.
Un puma en las calles de Santiago de Chile. Según los expertos, el silencio le hizo sentir más cómodo y se animó a explorar. https://t.co/s01wxSNBsx pic.twitter.com/R7sGXNFUIv
— Viajero Crónico (@CronicoViajero) April 3, 2020
La vida silvestre, libre del confinamiento
En Venecia la falta de tráfico marítimo aclaró las aguas de los canales y los residentes son testigos de la llegada de más aves a la ciudad. A lo largo de todo marzo París, Nueva York, Barcelona, Jaipur, Nara y Gales las más variadas especies, aún tímidamente, se acercaban a las calles desoladas.
Uno de los fenómenos más hermosos registrados en lo que va de abril, fue la toma de las playas en Perú por millones de aves. Gaviotas y pelícanos poblaban las playas de Agua Dulce y Costa Verde, playas que generalmente abarrotadas de gente.
Los expertos indican que las aves están recolonizando las playas. La mala noticia es que cuando Perú levante el estado de emergencia, las gaviotas y los pelícanos volverán donde puedan estar más tranquilas.
En Colombia durante la primera semana de aislamiento preventivo la autoridad ambiental del Departamento del Meta rescató veinte animales silvestres. Una guacamaya azul y amarilla, un oso palmero, una serpiente macaurel y una cazadora, una boa tornasol, dos polluelos de búhos, una iguana, una tortuga, un puercoespín, una zarigüeya y cinco osos perezosos son parte de un preciado botín lleno de buenas nuevas. Y ¿cuál es la buena nueva? La restauración de la naturaleza.
Un estudio publicado recientemente en la revista Nature documenta la recuperación de poblaciones marinas, hábitats y ecosistemas, luego de episodios de conservación. Las tasas de recuperación de abundancia, estructura y función de la vida marina apuntan a que es posible restaurar la vida en los océanos para 2050. Siempre y cuando se disminuyan las presiones sobre los ecosistemas marinos, incluido el cambio climático.
HILO: Efectos de la «ausencia» de humanos en las calles y ciudades debido a la #Cuarentena por #coronavirus #Covid_19. Empiezo por las calles de mi ciudad, #Barcelona: un jabalí campa a sus anchas en plena calle Balmes. Podéis añadir vuestros casos #Curiosidades #naturaleza pic.twitter.com/wg4Xto4vIe
— Gloria García-Cuadrado (@gloriagarciacu1) March 20, 2020
Ballenas jorobadas en Nueva York
Ejemplos de restauración de la naturaleza existen. En los últimos 10 años, la tulmutuosa Nueva York se convirtió en parte de la ruta migratoria de las ballenas jorobadas. Un auténtico milagro, luego de que las poblaciones de ballenas se vieran mermadas por siglos de pesca, la actividad de la industria del aceite de ballena y la contaminación de las aguas.
Fue en 1972, cuando el proyecto Clean Water Act –un ambicioso programa que perseguía limpiar las aguas de los Estados Unidos para 1985– recuperó lentamente los cursos de agua en Nueva York. Actualmente la ciudad cuenta con plantas de tratamiento que procesan más de mil millones de galones de aguas residuales todos los días. Las aguas de Nueva York están mucho más limpias que en 1909, recuperando la vida marina en todos los niveles: desde algas hasta ballenas jorobadas.
Si bien es cierto que para los ecosistemas terrestres la restauración de la naturaleza es más difícil, no significa que sea imposible. La recuperación de los ecosistemas terrestres debe luchar contra la extinción a gran escala y la presencia humana en grandes áreas urbanas, pero lo que hoy sucede gracias a la pandemia de la COVID-19 es significativo.
La presencia de conejos bebés en Christchurch en Nueva Zelanda, la llegada de un jabalí a la avenida Diagonal de Barcelona o la presencia de un zorro salvaje en las vacías calles de Londres son un incentivo para no disminuir la lucha por la naturaleza. La posible consecución de un mundo sostenible y en equilibrio es el lado bueno que muestra la pandemia.
Para más información viste Cambio16.com
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