Desde marzo una sospecha recorre los laberintos del Vaticano. Desde la Plaza de San Pedro hasta la Necrópolis, pero sobre todo en el Palacio Apostólico, donde parece un remolino. La preocupación no solo se expandió, creció. El jueves 21 de julio no aguantó y emitió una “advertencia disciplinaria”: Es necesario dejar claro que el camino sinodal de Alemania no tiene poder para obligar a obispos y fieles a asumir nuevas formas de gobernar ni nuevos enfoque doctrinales y morales.
La Oficina de Prensa de la Santa Sede emitió, a primeras horas de la tarde, la noticia. Escueta como una declaración de guerra y tan ininteligible e impersonal como una nota de informativa que siguió al dedillo el manual de procedimiento. Publicó una versión en alemán y otra en italiano, sin firma alguna. Aparece como signatario de la advertencia disciplinaria “la Santa Sede”, no el sumo pontífice ni un dicasterio concreto del Vaticano. Se entiende, aunque no se reproduce el facsímil del original, que emana de la autoridad suprema de la Iglesia, con el refrendo del papa.
Son tres párrafos. En el primero argumenta que, con el fin de proteger la libertad del Pueblo de Dios y el ejercicio del ministerio episcopal, considera necesario dejar claro que el camino sinodal emprendido en Alemania no tiene el poder de obligar a obispos y a fieles a adoptar nuevas formas de gobierno ni nuevos enfoques de la doctrina y la moral. Y advierte que “no sería admisible iniciar nuevas estructuras o doctrinas oficiales en las diócesis, antes de un concordato a nivel de la Iglesia universal, lo que representaría una herida a la comunión eclesial y una amenaza a la unidad de la Iglesia».
En el segundo párrafo cita la carta de Francisco de 2019 al Pueblo de Dios peregrino en Alemania, que también fue un alerta contra el cisma, la escisión, la fractura, la división: “Si las iglesias particulares –¿los obispados?– se separan del cuerpo eclesial, se debilitan, se pudren y mueren”.
En el tercero y último, la Santa Sede concluye que espera que el camino sinodal de Alemania confluya en el camino sinodal que sigue la iglesia universal, “para un enriquecimiento mutuo y un testimonio de esa unidad con la que el cuerpo de la Iglesia manifiesta su fidelidad a Cristo, el Señor».
Solo un genio del marketing como Henry Ford y las leyendas urbanas que lo rodean podría decirlo más claro y contundente. Ustedes, feligreses y miembros de la Iglesia, pueden discutir y decidir todo lo que quieran en la búsqueda de su camino sinodal, pero debe confluir, sin desvíos ni caminitos alternos, con el camino sinodal de la Iglesia universal. Tanto como “usted puede elegir el coche del color que desee, siempre y cuando sea negro”.
No pasaron ocho horas y los líderes católicos alemanes se mostraron sorprendido por “la advertencia de la Santa Sede”, pero no guardaron silencio. Contestaron. La reprimenda los sorprendía y ellos esperaban debatir los punto controvertidos de manera más amplia, en términos y escenarios más institucionales.
La Iglesia católica convocada en Sínodo
En marzo de 2020 se anunció que Francisco quería celebrar en octubre de 2022, la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. El lema sería «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión». No tanto por la pandemia de COVID-19, sino para aplicar una modalidad inédita el Sínodo “se alargó”. Se celebraría en tres fases entre octubre de 2021 y octubre de 2023. La primera sería diocesana; la segunda, continental; y la tercera, universal. Se prevé la redacción de dos Instrumentum laboris diferentes. También que se involucre al pueblo de Dios en un proceso cuyas claves son la participación, la escucha y el discernimiento.
En 2015, con motivo de cumplirse el 50 aniversario de haber sido instituido el Sínodo de Obispos, Francisco no definió palabra “sínodo”, sino que dijo el contenido que laicos, pastores y el obispo de Roma caminen juntos. “Un concepto fácil de expresar, pero no tan fácil de poner en práctica», admitió.
En 2018, para no dejar cabos sueltos, la Comisión Teológica Internacional elaboró un estudio sobre la sinodalidad en la vida y la misión de la Iglesia. Sínodo –se lee el documento– es una palabra antigua en la tradición de la Iglesia. Indica el camino recorrido por el Pueblo de Dios desde los primeros siglos. Con la palabra «sínodo» se designaban as asambleas eclesiales para discernir a la luz de la Palabra de Dios, preguntas doctrinales, litúrgicas, canónicas y pastorales.
Según el estudio, el término sinodalidad indica «el modus vivendi et operandi de la Iglesia del Pueblo de Dios, que manifiesta y se da cuenta de que es una comunión en la que se camina juntos, se reúne en la asamblea y todos participan en la misión evangelizadora».
El controvertido “camino sinodal” de la Iglesia católica alemana
Desde las primeras reuniones, lo obispos y laicos alemanes expresan posturas distintas a las dominantes en cuanto a poder, doctrina moral y magisterio eclesial. Han hablado y debatido –no aprobado ni implantado– sobre la ordenación sacerdotal de las mujeres, la bendición de matrimonios entre personas del mismo sexo y cambios en la enseñanza de la Iglesia sobre los actos homosexuales. Tanta apertura ha provocado acusaciones de herejía y peligros de cisma.
Son los asuntos más “escandalosos” y los que ganan más espacio en los medios, pero no necesariamente los más demoledores frente a la ortodoxia patriarcal y burocrática. Tampoco deberían tabú toda vez que en la extensa carta de Francisco a los católicos alemanes llamó a los fieles a rezar y ayunar, además de proclamar el Evangelio, “contra la erosión y declive de la fe”, y alienta a la feligresía a no considerar ningún tema tabú y hablar abierta y francamente.
Tratando de evitar que se impusieran los malos entendidos, el mismo jueves 21 de julio, la presidenta del Comité Central de Católicos Alemanes (ZdK), Irme Stetter-Karp, y el presidente de la Convención Episcopal de Alemania, el obispo Georg Bätzing, de Limburg, quienes lideran el camino sinodal que recibió la advertencia de la Santa Sede, expresaron su percepción de que una respuesta directa podría ser lo “adecuado” para hacer realidad la comunicación directa con los órganos romanos.
“El comité sinodal, lamentablemente, no ha sido invitado a un debate en la Santa Sede ni ha habido un contacto previo”. Y una declaración del Vaticano sin haber contactado con el comité principal del tratado sinodal, no es un muy buen ejemplo de comunicación dentro de la Iglesia”, apuntaron los alemanes. El laberinto romano disparó primero y después preguntó, con el agravante de que nadie firma las advertencias emitidas en forma de “notas de prensa”.
Los obispos y laicos no esperaron otro fogonazo. Aclararon el enfoque del camino sinodal de la Iglesia alemana y su intención: revitalizar la Iglesia católica en Alemania y restaurar la fe, maltrechas ambas por el informe oficial de 2018 que detalla miles de casos de abuso sexual por clérigos católicos. En el proceso del camino sinodal, apuntan, se abordan asuntos como el ejercicio del poder y la ordenación sacerdotal de las mujeres, pero las resoluciones no tienen un efecto legal, ni seguirán un camino alemán, se comunicarán y debatirán con la Iglesia universal.
Pérdida de fieles se incrementó con los abusos sexuales
En 2019, la Conferencia Episcopal de Alemania publicó que había perdido 273.000 fieles. Geroge Bätzing, presidente del Episcopado, dijo que no había nada que encubrir, que lo que correspondía era trabajar por transformar esa realidad. Los bautizos se redujeron en un 5%; los matrimonio, en un 10%; las comuniones, un 3%; y las confirmaciones un 7%. Bätzing llamó a reflexionar sobre los factores que causan ese gran abandono y pidió cambios valientes y profundos en las estructuras de la Iglesia. «Para poder volver acercar sus sacramentos al pueblo, hay que visibilizar la honestidad y la transparencia, y dar respuestas útiles y claras, comprensibles, a las preguntas de esta época”, añadió.
En junio de 2022, la Iglesia católica alemana marcó un récord: perdió 359.338 fieles, un 60% más que el año anterior. La cifra más alta desde que estalló la crisis de los abusos sexuales. Batzing fue menos optimista: «Se están marchando no solo las personas que han tenido poco o ningún contacto con su parroquia, también se van personas muy comprometidas con las parroquias. Esos números muestran que las reforman vinculadas al llamado Camino Sinodal no han llegado todavía a los creyentes».
Francisco: “Toda la Iglesia está en crisis”
Los rumores, suspicacias y maniobras sobre el “sospechoso” camino sinodal alemán, alentaron a más de cien cardenales y obispos de todo el mundo, mayoritariamente de Estados Unidos y África, a señalar el peligro de cisma que corre la Iglesia. Solo los temas en discusión los alarmaron. Al igual que en todo debate libre no tienen que someterse al modelo doctrinario en vigor, se puede y se debe discutir el ejercicio del “poder”, la moral sexual, el fin del celibato, el sacerdocio femenino y el papel de las mujeres en la Iglesia y tantos otros asuntos y problemas que viene arrastrando la Iglesia. Y que se han ocultado bajo las lujosas alfombra vaticanas.
No se han difundido las razones para proponer y debatir el sacerdocio de las mujeres, pero los cardenales Francis Arinze, Raymond Burke, George Pell Wilfred Napier, Camillo Ruini y Joseph Zen-ze kiun, que aceptan y defienden el actual estado de cosas y el “actual ejercicio del poder”, enviaron una “carta fraterna” a los obispos de Alemania para notificar el peligro de cisma. También la firmaron prelados de Argentina, Uruguay, Brasil, Hungría, Ucrania, Estados Unidos (con 90% de los respaldos), Canadá, Tanzania y otros más que sumaron en total cien firmas que, sustentados en una epístola de San Pablo, llaman “a no acomodarse al mundo presente”.
El mutuo enriquecimiento es mutuo o no lo es
En la respuesta conjunta del presidente del Camino Sinodal, Dra. Irme Stetter-Karp, presidenta del Comité Central de Católicos Alemanes (ZdK), y del obispo Dr. Georg Bätzing, presidente de la Conferencia Episcopal de Alemania, indican que los problemas y preguntas que se han hecho son similares a las que se hacen los católicos en todo el mundo. Y recuerdan “que el Camino Sinodal es la consecuencia del estudio Abuso sexual de menores por parte de sacerdotes católicos, diáconos y religiosos varones en el ámbito de la Conferencia Episcopal de Alemania”.
Agradecidos de que obispos y laicos puedan recorrer juntos este camino y contar con el apoyo y la cooperación activa del pueblo de Dios, apuntan que contribuirán al proceso sinodal de la iglesia universal con experiencias y resultados del camino sinodal germano. Indican que están convencidos de conducirá al ‘mutuo enriquecimiento’ que señala la declaración de la Santa Sede. Sin embargo, le recuerdan al Vaticano que, desde el comienzo del camino sinodal, han tratado de encontrar vías directas de comunicación con las autoridades romanas, pero desafortunadamente no las ha habido.
“Estamos irritados y lamentamos que no haya una comunicación directa. Según nuestro entendimiento, la iglesia sinodal funciona de manera diferente. La irritación también se aplica al tipo de comunicación actual. Nos asombra. No es una buena forma de comunicación. La próxima Asamblea sinodal se retomarán y discutirán las preocupaciones de la Santa Sede. Como presidentes del Camino Sinodal, reiteramos una vez más que estamos ansiosos por mantener conversaciones con tantos organismos como sea posible dentro de la Curia romana lo antes posible”, expresaron.
No se refirieron, ni tenían que hacerlo, al artículo de opinión que una semana antes publicó Irme Stetter-Karp, presidenta del Comité Central de los Católicos Alemanes y directiva del Camino Sinodal de Alemania, que generó el rechazo del responsable de prensa de la conferencia episcopal, Matthias Kopp. Stetter-Karp decía en el artículo que debía posibilitarse el aborto en toda Alemania, incluidas las regiones rurales y la formación de los estudiantes de Medicina”.
Tampoco hubo mención a la declaración del secretario del Camino Sinodal, Marc Frings, sobre la posición de la Iglesia sobre la homosexualidad: “Desde mediados de los años setenta se enfrenta a la homosexualidad de forma crítica, despectiva y con la acusación de pecado”. Nada exagerado y muy cierto.
Cisma o recuperación de la fe
La Asamblea Sinodal de Alemania debe completar su trabajo en febrero de 2023. Desde 2019, sus 230 miembros –69 laicos, todos los obispos, representantes de órdenes religiosas, diócesis y parroquias, universidades católicas, consultores de otras iglesias y expertos en los campos en discusión– se han centrado en cuatro asuntos principales: poder y separación de poderes en la Iglesia; relaciones y sexualidad; ministerio sacerdotal, incluyendo conversaciones sobre el celibato; y mujeres en ministerios y oficio eclesiásticos.
Se ha reunido cuatro veces, con foros más pequeños, encabezados por un obispo y un laico católico. Se han aprobado borradores, textos de orientación, declaraciones magistrales, propuestas de reforma del catecismo (“que no está escrito en piedra”) y se ha planteado reforma de las leyes laborales en la Iglesia Católica de Alemania. Ninguno se ha convertido en doctrina ni en ley, son propuestas que se elevarán al Sínodo universal.
El camino sinodal está estructurado para permitir que los participantes evalúen libremente lo que funciona y realicen cambios a medida que avanzan. No está claro cuándo o cómo terminará . Originalmente iba a durar dos años, de 2019 a 2021, pero la pandemia retrasó el proceso. El grupo espera reunirse nuevamente en octubre para que sus recomendaciones puedan ser la contribución de Alemania al proceso sinodal mundial que concluirá en 2023.
Pero, dado que los temas en discusión los hace el Pueblo de Dios, sin diferencia de niveles, que lo mismo se discute sobre el sacerdocio de la mujer como del matrimonio homosexual, Francisco se apresuró a exhortar contra “el parlamentarismo, el formalismo, el intelectualismo y el clericalismo”, que es lo que se hace en las asambleas abiertas.
Sin haberse aprobado una propuesta definitiva sobre las uniones entre personas del mismo sexo para elevarlas a discusión, ya en marzo de 2021, la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano levantó la bandera roja. Declaró que la Iglesia no tiene el poder de bendecir las uniones entre personas del mismo sexo. Una perogrullada. Lo que se discute es si debe tener ese poder y si es un asunto que le concierne.
Como se podía prever, sacerdotes y trabajadores pastorales de toda Alemania celebraron un día de protesta con ceremonias de bendición a las que asistieron parejas del mismo sexo. Asimismo, más de 200 profesores de Teología publicaron un documento muy crítico del Vaticano.
Ni cisma ni secesión, el Pueblo de Dios quiere decidir
En general, ninguno de los participantes “en el camino sinodal de la Iglesia católica de Alemania” tiene como meta la división, el cisma, la secesión ni mucho menos la expulsión y excomunión. Participan porque lo consideran un compromiso no para modernizar ni un aggiornamento, sino empezar a resolver los problemas que arrastra la Iglesia católica universal, no solo la alemana. Desde el abuso sexual de menores por clérigos hasta la exclusividad masculino-patriarcal de administrar los sacramentos. Desde que la mujer católica fue colocada en la trastienda, el Pueblo de Dios está parcialmente representado y comprometido.
Los alemanes siguen lo que Francisco ha alentado. Hablan de la ordenación de sacerdotes mujeres, que Juan Pablo II declaró en 1994 fuera de discusión, y el fin del celibato sacerdotal, que comenzó en el siglo XI, 1.100 años después del nacimiento de Jesús de Nazareth, con dos papas misóginos, León IX y Gregorio VII, que temían la «degradación moral» del clero a cuenta del sexo, y los resultados han sido peores. Y de ahí que Francisco haya declarado que «toda la Iglesia está en crisis a causa del asunto de los abusos» .
En el siglo XX, el papa Pío XII defendió el celibato en la encíclica Sacra Virginitas, y Pablo VI, en pleno Concilio Vaticano II divulgó el documento De Sacerdotio Ministeriali. En 1979, Juan Pablo II escribió que «todo sacerdote que recibe el ordenamiento se compromete al celibato con plena conciencia y libertad, después de varios años de preparación, profunda reflexión y asidua oración. El celibato no es un dogma de fe, sino una imposición del poder jerárquico
Francisco, en febrero pasado, al inaugurar el simposio internacional Para una teología del sacerdocio, manifestó que el celibato sacerdotal es “un don de la Iglesia” y les recordó a los presbíteros la importancia de la oración y de la fraternidad sacerdotal para “que el celibato no se convierta en un peso insoportable y sea posible vivir con más serenidad esa elección”.
Cuando en 2019 le preguntaron sobre su posición sobre el celibato, respondió: “Me viene a la mente una frase de san Pablo VI: Prefiero dar la vida antes de cambiar la ley del celibato”. Tampoco está de acuerdo con permitir el celibato opcional ni con ordenar sacerdotes a hombres casados. ¿El resto de la Iglesia puede pensar distinto?
España, el celibato sacerdotal y el ordenamiento femenino
El papel de la mujer en la Iglesia fue el asunto de más resonancia en los debates de las 70 diócesis de la Asamblea Sinodal de España que se celebró en la segunda semana de junio en la Fundación Pablo VI de Madrid. El domingo 12, a mediodía, la Conferencia Episcopal de España presentó la síntesis de 13 páginas que se enviará a la Santa Sede.
Ahí debería estar, al menos, el espíritu de las 215.000 aportaciones participantes de todos los rincones del territorio español. Sin embargo, los responsables episcopales resumieron y pulieron tan “convenientemente” los temas que se consideraban más relevantes, que se elude con singular maestría cualquier petición concreta sobre el sacerdocio femenino, el celibato opcional y la democratización de la Iglesia. Igualmente, pasa de puntillas por la situación de los divorciados vueltos a casar, las uniones homosexuales y los abusos sexuales, asuntos que aparecieron en muchas de las conclusiones.
La “síntesis” admite que el papel de la mujer en la Iglesia ha tenido una fuerte resonancia en el proceso sinodal, al igual que el celibato opcional y la ordenación de casados, pero no la acoge porque ha sido una propuesta de un reducido número de personas, aún menor en el caso de la ordenación de las mujeres. Extraño. La síntesis señala que la participación fue principalmente de personas implicadas en la vida de la Iglesia, mayoritariamente mujeres, y escasa la respuesta de los jóvenes y las familias. ¿Las propuestas se escogen por votos públicos o por la iluminación de los redactores por el Espíritu Santo?
Igualmente, se refieren “al eco importante” que ha tenido el tema de los abusos sexuales, los abusos de poder y los abusos de conciencia en la Iglesia, lo que “evidencia la necesidad de perdón, acompañamiento y reparación”. Más nada.
La síntesis finaliza como un compromiso de tintorería. El cliente acepta las condiciones sin protesto y sin haberlas leído: “Nos hemos sabido ser escuchados, hemos sido libres al hablar, hemos experimentado esperanza, alegría, ilusión, coraje para cumplir nuestra misión, con un fuerte sentimiento comunitario de seguir en camino y de hacerlo juntos”. No obstante, afirma que “resulta patente que las cosas no pueden seguir igual y urge dar respuesta a desafíos ineludibles”.
Dos arquidiócesis españolas en el camino alemán
Seis días antes de conocerse la “síntesis”, y en el marco de la preparación del Sínodo de la Sinodalidad en Roma en 2023, dos históricas arquidiócesis españolas propusieron abolir el celibato sacerdotal y que las mujeres accedan al sacerdocio. La Archidiócesis de Barcelona, que gobierna pastoralmente el cardenal Juan José Omella Omella, presidente de la Conferencia Episcopal Española, incluyó su creencia de que “una Iglesia que adapta los diferentes ministerios, abre la posibilidad al celibato opcional o la posibilidad del acceso al presbiterado de hombres casados, como ocurre en las Iglesias del mundo oriental latino-católico)».
Igualmente, indica que se debe fortalecer el papel de las mujeres y avanzar en el reconocimiento real y efectivo de la igualdad y la dignidad de todos los bautizados, especialmente de las mujeres y se reflexione sobre su acceso al diaconado y, si fuera posible magisterialmente, al presbiterado”.
La Archidiócesis de Zaragoza, en el mismo camino, propone abrir el diálogo y el debate teológico sobre el acceso de la mujer a los ministerios, incluido el diaconado y presbiterado. La síntesis también se eludió la propuesta de la feligresía zaragozana de “acompañar y acoger todos los modelos de familia, al igual que la solicitud de “revisar y clarificar algunas enseñanzas sobre moral personal, la moral sexual y familiar, a la luz de los signos de los tiempos”.
“Encontraremos el camino de la renovación”
El cardenal Walter Kasper, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos (actualmente Dicasterio), publicó el domingo una conferencia sobre sinodalidad y renovación de la Iglesia. En el texto reproducido en Zenit, habla de falsas y verdaderas reformas, de la diferencia entre renovación e innovación y de que la historia de la Iglesia es de reforma y renovación.
Señala que la frase Ecclesia semper reformanda, es decir, la Iglesia siempre necesita reforma y renovación, describe la realidad de casi 2000 años de historia de la Iglesia. Recordó que, en situaciones difíciles de la historia de la Iglesia, los sínodos han contribuido a la renovación, pero nunca han sido la fuente esencial.
“Por lo general, provenía de cristianos individuales, hombres y mujeres, tomados por el Espíritu Santo. Estoy convencido de que encontraremos una renovación de la Iglesia a partir de la crisis en la que nos encontramos. No sé quién, no sé cuándo, no sé cómo despertará la Iglesia como Iglesia en las almas. Tampoco sé si viviré para verlo. No podemos hacer la renovación, pero llegará». Dios es fiel y cumple.