Diario de campaña | Por Iñigo Aduriz
14/06/2016
- Especial 26J
- El PSOE: rival y aliado al mismo tiempo
- La batalla que se deberá transformar en acuerdo
- Último CIS antes del 26J
- Del “respeto” al derecho a decidir al “yo soy español, español”
Estaba todo pactado al milímetro. Las intervenciones, los tiempos, los temas, las ubicaciones y hasta los turnos de palabras. Quizá por eso al único debate entre los principales candidatos a la Presidencia del Gobierno que se va a celebrar en toda la campaña de las elecciones del 26 de junio le ha faltado ritmo, espontaneidad, enganchadas y grandes novedades respecto a las peleas que durante estos seis largos meses desde los anteriores comicios han protagonizado los distintos líderes políticos.
#debate13J ¿Quién es el ganador del debate? https://t.co/LlfmYkrq0U #26J
— Cambio16 (@Cambio16) June 13, 2016
Sí ha marcado tendencias de cara a los aún más de diez días que quedan de campaña electoral. Ha dejado claro, por ejemplo, que la principal batalla de las elecciones estará en la izquierda y, en concreto, que el PSOE y Unidos Podemos echarán el resto el primero para mantener su posición hegemónica en la socialdemocracia española y el segundo, para arrebatársela. Pero además, el cara a cara ha confirmado que, en el caso de que necesite como socios a alguno de los otros tres grandes partidos para renovar en La Moncloa, el presidente en funciones, Mariano Rajoy, ya puede ir haciendo las maletas.
Tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias y Albert Rivera han arremetido duramente contra las políticas económicas puestas en marcha por el Gobierno del PP, contra sus promesas incumplidas y sus dramáticos resultados en paro, desigualdad o políticas de financiación y deuda pública. El momento más tenso del debate se producía precisamente cuando el líder de Ciudadanos cargaba sin compasión contra el presidente en funciones por la corrupción. Además de sacarle a relucir la financiación ilegal del PP o los SMS que se escribió con el extesorero del PP, Luis Bárcenas, Rivera le daba la puntilla con una frase que seguro que traerá consecuencias en los próximos meses si del partido naranja llega a depender un Gobierno de los populares.
La «autoridad moral» de Rajoy
Rivera le acusaba a Rajoy de no tener «autoridad moral» para gobernar un país y hacer frente a la corrupción. Y le emplazaba a aceptar la necesidad de «abrir una nueva etapa política». Así, sin afirmarlo directamente, el candidato de Ciudadanos le decía sutilmente al presidente del Gobierno que si el PP necesita del apoyo del partido naranja para formar un Ejecutivo después del 26J, ya pueden ir buscando a alguien que sustituya al actual líder de los populares. «Hay mucha gente limpia en el PP», señalaba. Rajoy intentaba defenderse, asegurando que los candidatos los eligen los ciudadanos en las urnas, pero Rivera, siempre evitando señalar directamente a su sustitución, le insistía en la necesidad de «reflexionar».
Esa actitud, la de un líder del PP a la defensiva, también ha sido la característica de un cara a cara que se ha prolongado durante más de dos horas y cuarto. Han sido numerosas las ocasiones en las que Rajoy ha hecho mención al hecho de que el resto de sus oponentes se pusieran de acuerdo únicamente en atacarle, pero esto también le ha servido para tomar la palabra «por alusiones» muchas veces. Esta posición de víctima que le ha permitido confrontar su proyecto frente al resto mientras el resto practicaba el ‘todos contra Rajoy’ –previsible en el único debate de estas características en el que ha participado el líder del PP– le ha resultado especialmente provechoso ante el choque que se ha producido entre Sánchez e Iglesias. Ha venido a decir que mientras ellos discuten él se «preocupa» por gobernar para los españoles.
La idea de la ‘pinza’
Es cierto que dos no discuten si uno no quiere. Y parece, según sus palabras, que el representante de Podemos no quería entrar en el cara a cara con el del PSOE. Pero éste ha insistido tanto, que al final el rifirrafe ha resultado ser otra de las principales características que ha marcado la noche del lunes. Ya desde el primer bloque, el dedicado a la economía, a Sánchez se le veía con un especial interés en tratar de sacar a relucir la idea de la ‘pinza’ entre el PP y Podemos porque estos últimos se negaran a respaldar su investidura en la pasada legislatura en base al acuerdo de gobernabilidad suscrito con Ciudadanos.
Esta dinámica se ha repetido a lo largo de todo el debate: cada vez que Sánchez formulaba sus propuestas bien fueran para luchar contra el paro, para hacer frente a la desigualdad, para priorizar y ajustar las cuentas en torno al déficit o para hacer frente a la corrupción, el líder del PSOE insistía: todo esto hubiera sido posible si el PP y Podemos no hubieran traído el ‘no’ a su investidura. Pero las respuestas de Iglesias, cada vez más enfadado pero siempre en tono conciliador, hacían que las acusaciones del máximo dirigente socialista resultaran más forzadas. Porque el líder de Podemos tan sólo se limitaba a decir: «Se equivoca de adversario. Es el PP».
Especial hincapié ha hecho Sánchez a esta misma idea durante el bloque de políticas sociales. Ha entrado al trapo de la polémica de los últimos días respecto a la definición que Iglesias defiende para Podemos y el líder del PSOE ha querido presentarse como de «izquierda» y «socialdemócrata». También durante este bloque ha pedido al electorado que «no tropiece dos veces con la misma piedra» al votar a una formación como la morada que, según él, finalmente no respaldará un Ejecutivo progresista. Y de fondo se podía escuchar a Iglesias: «El adversario no soy yo, es Rajoy».
El principal enfado de este último ha llegado cuando el líder del PSOE, haciendo uso de su turno de intervención, hablaba dentro del bloque sobre corrupción. Previamente Iglesias había arremetido contra los casos de corrupción que han afectado a PP y PSOE, así como contra las llamadas puertas giratorias de las que se han beneficiado exdirigentes de ambas formaciones. Y despúes Sánchez iniciaba su turno lamentando que el líder de Podemos no hubiera incluido en su «listado» los casos que afectaron a Juan Carlos Monedero o a Íñigo Errejón, a lo que Iglesias, visiblemente enfadado, simplemente decía: «¡Madre mía, madre mía!».
Tregua PSOE-Ciudadanos
Aún queda mucha campaña por delante pero lo ocurrido en la noche de este lunes también ha dejado de manifiesto la tregua pactada entre PSOE y Ciudadanos. También que Rivera ha salido al debate con más tablas que hace seis meses, cuando evidenciaba nervios e inquietud en el plató de televisión. Él ha cargado contra el PP, especialmente contra Rajoy por la corrupción, pero también contra Iglesias como viene haciendo en los últimos días, con el claro objetivo de tratar de situar a su partido como la opción de cambio frente a la de Podemos. Al partido morado lo ha identificado con «el corralito» en Grecia y vuelto a lanzar la idea de la financiación por parte del Gobierno de Venezuela. Después de que el candidato de Unidos Podemos recordara que su partido es el único que no pide dinero a los bancos Rivera le decía: «No lo pide, se lo da el Gobierno de Maduro». Iglesias no ocultaba su indignación.
Al comienzo del debate el único que no ha dejado claro si estaría dispuesto a ir unas terceras elecciones –el resto han dicho que no las habrá en ningún caso porque llegarán a acuerdos– ha sido Rajoy, al exigir a sus adversarios a comprometerse a que dejarán gobernar a la lista más votada. También ha habido un recuerdo y un homenaje de los cuatro a las víctimas del ataque de Orlando, si bien el único que no ha hecho mención expresa a la comunidad LGTB ha sido el presidente del Gobierno en funciones.