La primera ministra italiana genera temor y admiración. Pero ha demostrado que dependiendo de sus intereses puede amoldarse a cualquier circunstancia
En el complejo panorama político de Italia, Giorgia Meloni se hizo un lugar pese a su figura polarizadora. Desde su ascenso meteórico al poder ha suscitado tanto admiración como temor. Ha pasado de asustar a Europa a ser una de sus figuras más poderosos. La agasajan la derecha, la ultraderecha y hasta la izquierda europea. La líder de Hermanos de Italia es la primera mujer que es primera ministra en Italia.
Su trayectoria política comenzó en un partido juvenil neofascista, el desaparecido Movimiento Social Italiano, que dejó una marca indeleble en su imagen pública. Ha trabajado arduamente para distanciarse. Identidad, raíces y patriotismo son algunos de los ejes del partido de Meloni, una mujer de carácter, que lleva en la política más de 30 años. A los 21 años la eligieron consejera de la Provincia de Roma y a los 29 años obtuvo su escaño en la Cámara de Diputados. En 2008, el gobierno de Silvio Berlusconi la designó ministra y se convirtió en la ministra más joven de la historia italiana
El inspirador de los valores que defiende es el escritor J.R.R. Tolkien, el autor de El señor de los anillos, que en sus textos destaca la importancia de estar vigilantes a las tentaciones del poder, a dejarte seducir por el éxito y a abandonar los principios. “Nadie puede cumplir una gran misión sin el apoyo de otros. Es preciso trabajar en equipo”, asegura. Meloni escribió Yo soy Giorgia, un manifiesto conservador con el que presentó su candidatura al gobierno.
Inclinaciones hacia el fascismo
El régimen totalitario Benito Mussolini estuvo marcado por una brutal represión, campos de concentración e invasiones de territorio extranjero. Sus leyes antisemitas acosaron a los judíos y después como aliado de Hitler, miles de personas fueron enviadas a morir en Alemania. Italia capituló ante los Aliados, se sumió en una guerra civil. Il Duce finalmente fue capturado y asesinado.
La Constitución de la posguerra prohibió el partido fascista de Mussolini, pero se permitió que sus ideas continuaran bajo diferentes formas. El Movimiento Social Italiano fue creado por partidarios del dictador para revivir el fascismo y luchar contra el comunismo. Los funcionarios del régimen de Mussolini aceptaron puestos de trabajo en instituciones estatales y ningún italiano fue llevado ante los tribunales de crímenes de guerra.
La reforma de la carta magna de 1952 prohibió los grupos con objetivos antidemocráticos, que glorificaran los principios y los líderes del fascismo, o utilizaran la violencia. No obstante rara vez se ha invocado, mucho menos aplicado. En Alemania, hacer el saludo fascista se castiga con hasta tres años de prisión; en Italia, los jueces tienen la última palabra para determinar si el gesto constituye un delito penal. En la práctica significa que se sigue usando.
Los políticos neofascistas fueron marginados de las alianzas políticas hasta 1994, cuando el primer ministro Silvio Berlusconi los incorporó a su coalición. Fue el inicio de una creciente legitimación en la opinión pública. Giorgia Meloni dijo en una oportunidad que Mussolini fue un «un buen político que todo lo que hizo fue por Italia».
Huele a peligro
Su política de derecha y su retórica nacionalista la colocan en el molde de líderes populistas europeos, como Viktor Orbán, en Hungría. Asimismo, s posición firme contra la inmigración y el enfoque en la identidad nacional han resonado en el ciudadano común. También han generado críticas y preocupación entre sus detractores. No es sencillo responder si se trata de un peligro o de un mesías inesperado.
Los seguidores la consideran una oportunidad de restaurar el orgullo nacional y abordar problemas desatendidos por los gobiernos anteriores. Sus críticos la ven como la figura que podría llevar el país al autoritarismo y el aislamiento internacional. Meloni cumple dos años de gobierno en octubre.
Su partido cuenta con un apoyo popular cercano al 30%, muy lejos de la primera fuerza de la oposición, el Partido Democrático, de centroizquierda, que tiene el 19,2%.
A principios de 2024, Meloni presidió el G7, la cumbre exclusiva que reúne a siete de los países más industrializados y poderosos. La cita en la región de Apulia resultó positiva. Se sentía como pez en el agua en debates y encuentros hablando inglés, francés y español junto con su italiano natal. Una noche hasta bailó el pizzica, una danza del folklore apuliano.
Su intento de excluir el acceso al aborto de la declaración del G-7 fue un pulso diplomático que subrayó su agenda conservadora, que algunos ven como un retroceso en los derechos de las mujeres y una amenaza a las libertades individuales.
Estrategia interna
Las elecciones en el Parlamento Europeo en junio pasado fue otra prueba superada. Meloni apenas en el gobierno hizo una movida estratégica que la consolidó y estrechó los vínculos con Estados Unidos. Viajó a Washington DC para expresarle al presidente Joe Biden su solidaridad con la posición asumida contra la invasión rusa a Ucrania. Desde entonces la alianza se consolidó y el gobierno de Meloni no se ha movido un milímetro de esa línea de apoyo.
Madre soltera
Giorgia Meloni vivió de niña la separación de sus padres. Luego del divorcio, ella y su hermana mayor, Arianna, se mudaron con su madre a un pequeño apartamento en el área de clase trabajadora de Garbatella. Para vivir, su madre, Anna Paratore, producía novelas románticas. Su padre, Francesco, se fue a vivir a las Islas Canarias. Pasó varios veranos con él, perdió el contacto.
El patrón se repitió. Meloni también se convirtió en madre soltera. Tuvo un hijo con el presentador de TV Andrea Giambruno. La relación terminó poco después. Meloni, sin embargo, está profundamente comprometida con la promoción de la familia tradicional, en consonancia con los valores religiosos católicos.
La dupla con Biden ha tenido eco en otra realidad. El partido europeo de los conservadores y reformistas formado por Giorgia Meloni se apoya en la lógica política del partido Republicano y pertenece a la internacional de ultraconservadores que encarnan Donald Trump y el presidente de Argentina, Javier Milei, con quien se reunió a principios de 2024.
En poco tiempo, Meloni estabilizó su poder y pudo evitar que la inflación y el estancamiento el año pasado apretando tuercas en la economía. Cerró 2023 en 5,7% y espera bajarla a 2% en dos años. El producto interno bruto se ubicó en 0,7%. La situación más complicada es la astronómica deuda de Italia. Llega al 142% del PIB.
Los desafíos de la ayuda de la UE y la inmigración
Giorgia Meloni debe evitar que se detenga o se achique el flujo de casi 200.000 millones de euros del Fondo de Recuperación de la Unión Europea decididos con prioridad en favor de Italia para afrontar la crisis de la epidemia de COVID-19 sobre la economía. La preocupación de que el dinero dejé de fluir crece ante la falta de reformas estructurales a las que Italia se comprometió. Otro de los grandes desafíos que deberá afrontar en los próximos años es la inmigración no autorizada. Debe detenerla.
Antes de convertirse en primera ministra, Meloni tenía una posición más dura sobre la inmigración ilegal. A menudo hablaba de “sustitución étnica”. Una teoría conocida como “gran reemplazo” en la que fuerzas oscuras imponen inmigración a Italia para reemplazar a su población nativa con una fuerza laboral extranjera de bajos salarios. Su retórica contra la «sustitución étnica» y el supuesto «lobby LGBT» se ha suavizado.
Meloni utiliza un lenguaje más alineado con la derecha europea dominante, que habla de proteger las fronteras e impulsar la tasa de natalidad de Italia. Trabaja para detener la inmigración ilegal y ha hecho que sea mucho más difícil obtener asilo.
Alzar la voz por Venezuela
En su intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Meloni pidió a la comunidad internacional no “quedarse de brazos cruzados” ante la crisis política de Venezuela y la instó a alzar la voz ante la brutal represión”
“Desgraciadamente, en varias regiones del mundo siguen sin cumplirse las legítimas aspiraciones de libertad y democracia de decenas de millones de personas. Pienso en en el pueblo venezolano, al que va toda nuestra solidaridad y apoyo”, dijo.
«La comunidad internacional no puede permanecer impasible. Dos meses después de las elecciones del 28 de julio, sigue sin reconocerse el resultado electoral mientras se produce una brutal represión, la muerte de decenas de manifestantes, la detención arbitraria de miles de opositores políticos, la imputación y el exilio del candidato presidencial de la oposición democrática. Es nuestro deber alzar la voz”, enfatizó.
Espera que sigan su ejemplo
Meloni está buscando que la UE siga su estrategia sobre inmigración. Ppagar a los países del norte de África para detener la que se hace de manera ilegal. Cree que sus políticas están empezando a funcionar: el número de inmigrantes ilegales que llegan a Italia en barco durante los primeros siete meses de 2024 disminuyó en un 62% en comparación con el año anterior.
Como parte de esas políticas, Italia está construyendo una instalación en Albania para albergar inmigrantes poco probables de calificar para el estatus de asilo y los devolverán a sus países de origen. Desde el momento en que las rescaten en el mar harán una distinción. A las personas frágiles –mujeres, niños o quienes huyen de la persecución, sirios, afganos– no las enviarán a Albania. Pero hombres adultos que provengan de lo que llaman países seguros – Túnez, Marruecos, Egipto, Bangladés –, que emigran por razones económicas en la mayoría de los casos, serán devueltos..
A pesar de todas estas iniciativas para controlar los flujos migratorios, el país necesita mano de obra extranjera debido a que la población disminuye en 400.000 por año debido al envejecimiento y la baja natalidad. Ante la presión de empleadores, se ha acordado permitir que contraten a 450.000 trabajadores extranjeros en los próximos tres años. Se trata en su mayoría de personas que ingresaron ilegalmente años antes.