Por MANUEL DOMÍNGUEZ MORENO
La primavera simboliza el resurgir, la victoria del resplandor sobre los nubarrones, la alteración animosa de las almas, la luz sobre la oscuridad… Las admirables Primaveras Árabes han vuelto en su mayoría a la casilla de salida con muy poco conseguido en sus mochilas, y encima la barbarie planea sobre ellas. Andalucía no se encuentra afortunadamente en semejante encrucijada, pero después de décadas y décadas bajo el mismo color político, que sin duda ha traído a esta tierra algunos logros importantes para su desarrollo y modernización, también debe arrogarse el demérito de ser ese mismo color político bajo las siglas del PSOE el único responsable de unos índices de desempleo insultantes, con unos tics clientelares que sonrojan al menos pintado y una deriva política que ha degenerado en una corrupción institucionalizada que ahora al fin ha entrado en la vía judicial.
Andalucía ha llegado inexcusablemente a esa encrucijada que ya le resulta imposible sortear por atajos. Ahora o nunca, esta tierra debe luchar por un futuro más próspero y mucho más esperanzador del que tiene ahora. Desde tiempos inmemoriales, ya incluso los míticos tartesios vincularon este sur del Viejo Continente con el paraíso en la Tierra. Ya es hora de que ese sueño se haga realidad. Por eso es tan trascendental esta cita del 22-M.
Algunos datos en frío que deben mover a la reflexión: 245.202 andaluces tendrán la oportunidad de votar por primera vez, ha aumentado en un 19 por ciento el número de andaluces con derecho al voto que residen en el extranjero de forma permanente (en concreto serán 209.768 los que podrán votar desde el extranjero), habrá más mujeres votantes potenciales que hombres porque el 51% del censo electoral de este 22-M son mujeres, concretamente 3.222.907 de los 6.286.917 andaluces con derecho a voto.
En los comicios autonómicos del 2012, el 37,77% de los votantes andaluces se quedó en casa. En esa cita todos los sondeos previos otorgaban la mayoría absoluta al PP. Se equivocaron, aunque sí es cierto que por 40.000 votos de diferencia el PP de Javier Arenas fue la formación más votada en Andalucía por primera vez en la democracia. ¿Se equivocarán también ahora cuando todas las encuestas dan una mayoría cómoda al PSOE lejos de la mayoría absoluta, un desplome monumental del PP y una caída considerable de IU, además de una entrada apoteósica de dos nuevas formaciones en esta convocatoria como son Podemos y Ciudadanos?
Finaliza la campaña más incierta de la historia de la comunidad autónoma andaluza casi como empezó: con escasas propuestas concretas, multitud de reproches mutuos y una estrategia personalista al cien por cien de los dos principales candidatos en liza.
Parecía por momentos que ni Juan Manuel Moreno Bonilla [Juanma Moreno para los amigos y para TVE. ¡Se imaginan que hubiesen rotulado en el debate televisivo Susi Díaz o Toni Maíllo!] pertenece ni por asomo al PP, enfrascado en el caso Gürtel, ni por supuesto Susana Díaz parece querer saber nada de sus padrinos políticos Manuel Chaves y José Antonio Griñán (expresidentes andaluces que la han precedido en el cargo), a punto de sentarse ante un juez del Supremo por el lamentable asunto de los ERE fraudulentos. Porque no olvidemos que la candidata socialista no es nueva en las lides de la política. Lleva desde los 23 años militando en la política activa nada más y nada menos que en el PSOE de Sevilla, el de Felipe González, Alfonso Guerra, Chaves, Griñán y otros históricos socialistas.
Pactos postelectorales
Otro detalle importante que ha acaparado esta intensa y por momentos anodida y repetitiva campaña electoral ha sido el runrún constante de posibles pactos postelectorales de las dos principales formaciones con las nuevas fuerzas emergentes que pueden determinar el equipo de gobierno de la décima legislatura del Parlamento de Andalucía, amén de la posibilidad, cada vez más evidente, de que un larvado y sui géneris pacto PSOE-PP se abre camino entre bambalinas. La solución, a la vuelta de la esquina, el próximo lunes 23.
Si cumplen lo prometido, Ciudadanos no se sentará en ningún ejecutivo de coalición aunque facilitará la gobernabilidad, una postura similar a la que la candidata de Podemos, Teresa Rodríguez, ha puesto sobre la mesa si los resultados electorales confirman lo vaticinado por las diferentes encuestas.
Algo que ya parece evidente sin ningún género de dudas es que Podemos ha llegado para quedarse, procedente del ciclón que provocó en las europeas contra todo pronóstico y contra todas las encuestas, y de que Ciudadanos ha transmutado con solvencia y seriedad de un partido de ámbito puramente catalán hacia una identidad nacional perfectamente identificable con la derecha, pese a haber culminado una campaña tímida, poco comprometida socialmente y con ninguna voluntad de gobernar en Andalucía, ya que las condiciones que le ha puesto por delante a Susana Díaz para un hipotético ejecutivo de coalición sabe perfectamente que son inaceptables. Estos condicionantes pasaban por recibir en bandeja de plata las cabezas de Chaves y Griñán, y Susana Díaz no ha querido pasar por ese aro. Ella sabrá por qué.
Mientras tanto, la falta de entendimiento entre UPyD y Ciudadanos para coaligarse puede dejar a la formación de Rosa Díez cada vez más lejos de alcanzar un escaño en Andalucía, como a punto estuvo de lograrlo en 2012.
La campaña de estas elecciones autonómicas ha sido la de Susana Díaz, que en una táctica premeditada de alto riesgo ha cambiado la marca PSOE (en evidente decadencia) por la marca Andalucía, erigiéndose personalmente en principal estandarte de la misma. Con este movimiento personal, Susana Díaz ha dejado conscientemente en riesgo al PSOE como institución y qué duda cabe que lo que no se pone en valor se pone en riesgo. Ella sabrá por qué lo ha hecho y si la jugada le da finalmente resultado.
Esta táctica de la secretaria general del PSOE andaluz ha servido para situar a Andalucía en plano de igualdad con el resto de nacionalismos históricos existentes principalmente en Euskadi y Cataluña. Este neonacionalismo ensayado por Susana Díaz tiene una particularidad frente a los nacionalismos vascos y catalán, que es su nueva visión de la unidad de España gracias a la pujanza de su neonacionalismo personalista. Todos estos pasos qué duda cabe que debilitan al PSOE y sin duda alguna a su secretario general, al que dejan en una posición más que incómoda en sus aspiraciones de ocupar la Moncloa. El protagonismo interesado que Susana Díaz ha querido otorgar a Andalucía como marca y a los andaluces van claramente en detrimento de la sigla PSOE y el significado de ésta en estos momentos, que queda como convidado de piedra en un rincón apartado del escenario.
La primavera entra en nuestras vidas desde las 23.45 del viernes 20 de marzo. Poco después, Andalucía escribe este 22 de marzo otra de las páginas con mayúsculas de su historia. Qué duda cabe que esta X Legislatura del Parlamento de Andalucía será histórica. Sea por el bien de Andalucía, España y la Humanidad.
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