Por Cambio16
25/03/2017
El mundo laboral está lleno de constante presión. Si uno está en los rangos más bajos, la competencia por subir de puesto suele ser fuerte. Además, una vez que uno tiene un puesto importante, la presión de hacer las cosas bien y no fallar puede sentirse aún más fuerte. Sin embargo, pensar que esta presión seguramente terminará convirtiéndose en estrés es un error.
Si bien la vida laboral y personal puede ser complicada, la presión que se puede sentir no tiene por qué terminar siendo algo negativo que termine afectando la vida de la persona de peor manera, afirma el Harvard Business Review.
Nicholas Petrie, autor del artículo, afirma que antes de cumplir 30 años fue diagnosticado con cáncer al estómago. Luego de operarlo y regresar a Japón, donde trabajaba en esos momentos, el cáncer reapareció, pero en su hígado. Entonces volvió a operarse y estuvo seis meses tratando de recuperarse, pero algo que le afectaba era la ansiedad que sentía pensando que la enfermedad regresaría. Sin embargo, conoció al doctor Derek Roger, el cual había pasado 30 años estudiando las razones por las que algunas personas superaban una situación de adversidad, y otras se rendían ante ella. Con la ayuda de Roger, Petrie aprendió cuatro pasos que ahora ambos enseñan a líderes a lo largo del mundo.
Despertar: en primer lugar, ambos afirman que las personas con presión encima viven en una especie de sueño durante el día. Este es un estado en el cual uno se olvida de cosas básicas, como qué desayunó o dónde estacionó su carro. Despertar de este estado puede ser conseguido parándose, aplaudiendo, moviendo el cuerpo, o cualquier actividad física. Lo que se busca es que los sentidos se conecten con el mundo.
Controlar la atención: el segundo paso consiste en encontrar las cosas que se pueden encontrar. Ambos recomiendan dibujar un círculo y escribir dentro de este todo lo que uno puede controlar y fuera todo lo que no se puede. De esta forma uno puede concentrarse en lo que puede cambiar, y dejar de lado lo incontrolable.
Poner todo en perspectiva: en tercer lugar se debe tratar de poner el problema que está causando la presión en perspectiva. Esto puede ser conseguido comparándolo con un problema más grande que se haya tenido en el pasado; cuestionando cosas como “cuánto importará en tres años”, o “qué es lo peor que podría pasar”; o buscando un ángulo nuevo para abordar el problema.
Dejar ir: finalmente, Roger y Petrie recomiendan dejar ir las cosas que no se pueden controlar. Se debe aceptar que estas cosas continuarán su rumbo, sin importar qué se haga. Luego, es importante preguntarse qué se puede aprender de esta experiencia. Por último, es vital concentrarse en qué se puede hacer para solucionar los problemas que sí pueden cambiarse.