Salvo el FMI, la mayoría de organismos internacionales, han reestimado al alza el crecimiento económico de España al cierre de 2021. Lo ubican entre 6,2 y 6,4% del PIB, impulsado por la flexibilización de las restricciones, la vacunación y los estímulos de política económica. Sin embargo, esa recuperación no llega al sur de la Gran Canaria, la pobreza de sus gentes quiebra las estadísticas crecientes y perfora los sueños de un pueblo trabajador.
La Consejería de Economía del gobierno de Canarias asegura que el impacto de la pandemia ha sido brutal. En PIB de esa comunidad se desplomó en 2020 en -20,1%, frente al -10,% de la media nacional. Ese año se reportó la entrada de 4.631.804 de turistas (internacionales y españoles). Esto es, 10,5 millones de turistas menos que en 2019.
Pero entre enero y mayo de 2021, cuando ya se adelantaban flexibilizaciones y vacunaciones, el turismo de derrumbó aún más. En ese lapso apenas llegaron 808.834 visitas. Un 73,5% de caída respecto al mismo periodo de 2020. Una contracción de 40.000 millones de euros en facturación de los negocios del archipiélago. Las islas con mayor impacto son Fuerteventura y Lanzarote, apunta el informe de la consejería.
Por añadidura, en ese año tan difícil, Gran Canaria fue junto con Tenerife la isla que más migrantes recibió. En 2020 el archipiélago se convirtió en la principal puerta de entrada de estas personas de la Unión Europea.
Juana como Carmen o como Pedro seguramente desconocen estas cifras y los vericuetos de la economía. Lo que sí conocen es que sus vidas se han ido a menos en forma veloz, que apenas tienen para comer. Y han tenido que refugiarse en centros comerciales igualmente abandonados, como el Nilo de Playa del Inglés y Maspalomas.
La pobreza enmudece a la Gran Canaria
El sur de Gran Canaria vive del turismo casi exclusivamente y si la industria está reducida a niveles mínimos, aparece la pobreza y las necesidades insatisfechas se multiplican.
La región es distinta del resto de la isla. En las noches destacan letreros luminosos de hoteles y bares. Es una forma de llamarle la atención a los turistas. Y San Bartolomé de Tirajana, un municipio de poco más de 50.000 habitantes, es el motor económico del territorio o, al menos, lo era. Hoy, por los infortunios de la COVID-19 muestra su de deterioro social como una caries.
La pobreza extrema alcanza a miles de ciudadanos después de diecisiete meses de pandemia e inactividad. En el peor de los casos, muchos han construido viviendas precarias en los lugares más remotos y sombríos. No quieren que los vean. «Están excluidos del sistema y se refugian en las catacumbas cercanas», reseña Noticias Canarias.
La pobreza extrema en el archipiélago ha crecido un 49% durante el último año y ya afecta al 16,5% de la población total de las islas, para un total de 373.665 personas, según European Anti-Poverty Network (EAPN). Entre 2019 y 2020 aumentaron en 132.285 las personas vulnerables.
Mientras tanto, la tasa de desempleo es del 24,7%, una de las más altas de la Unión Europea. La dependencia del turismo, la industria más afectada por la crisis sanitaria, es palpable por la gran cantidad de empleos asociados a la hotelería. Solo en San Bartolomé de Tirajana lo hace una de cada dos personas.
Solidaridad y ayudas
Antes de la pandemia, España acumulaba diez años de crecimiento en el turismo. Su declive ha traído desempleos, cierres y pobreza en las zonas turísticas.
Los centros comerciales hace una década eran expresión del crecimiento económico y urbanístico que vivió el núcleo turístico Maspalomas Costa Canaria. Ahora, la propiedad está abandonada. No hay instalaciones sanitarias que garanticen la permanencia en el lugar. Sin embargo, allí han ido a parar familias en busca de un refugio.
El Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana reunió a los propietarios de los centros comerciales para invitarlos a cambiar el trazado. Y el uso para hacerlo residencial. “De esta forma podrán construir una casa normal. Y no estar en un estado tan inestable como ahora”, dijo Alejandro Marichal, asesor de urbanismo, turismo y política ambiental.
Pero la oferta expiró sin obtener respuesta. Faltan inversores dispuestos a comprar estos sitios y mejorar sus condiciones. Entretanto, el Cabildo entregó 800.000 euros a Cáritas, Cruz Roja, Banco de Alimentos y Oportunidades de Vida para que «atiendan» las necesidades básicas de las personas más vulnerables.Estas organizaciones han duplicado los cupos de almuerzos y entrega de alimentos. Las colas de personas necesitadas son cada vez más largas. Son demasiados los que no alcanzan ni un mendrugo de pan viejo.
La Consejería de Economía prevé que el segundo trimestre proseguirán los reducidos índices de ocupación en Canarias. Estos no superarían el 17% de la capacidad alojativa hotelera total. Entonces, en sus proyecciones la recuperación de la economía en Gran Canaria sería para la primavera de 2023. Se puede pasar un día sin comer, pero no un mes ni un año.