A veces se le confunde con la ‘nomeolvides’ por ser unas plantas delicadas, pequeñitas y con florecillas azules que crecen entre los matorrales y en el filo de los caminos. Pero ‘nomevés’ no corre con igual suerte y cada vez se le ve menos porque está en riesgo de extinción.
Este particular nombre se lo puso el taxonomista Benito Valdés, por su brevísima floración y porque sus mínimas poblaciones no se han vuelto a encontrar. ‘Nomevés’ es el más valioso fósil viviente de la flora española y fue descubierta en la localidad de Constantina, Sierra Norte de Sevilla en 1982, por el catedrático español y autor de varios libros.
Valdés aseguró cuarenta años después que recuerda perfectamente el momento en que la vió. “Yo soy especialista en la familia a la que pertenece esta planta. Al principio me pareció un ‘nomeolvides’, pero vi que era una planta distinta a lo que conocía. Tenía las hojas opuestas, que ocurre muy pocas veces en las Borragináceas, y los frutos, que son muy chiquititos, llevaban un anillo que tampoco es normal en la familia”.
Esas dos características – y la comparación minuciosa con lo que había en otros herbarios europeos – le llevaron a describir la nueva especie en una prestigiosa revista alemana. “Y le puse de nombre Gyrocaryum (de la raíz griega latinizada Gyros quiere decir anillo y Caryon, fruto) y oppositifolium, que alude al carácter de hojas opuestas”, señaló a Vozpópuli.
Se trata de una planta pequeñita, que no llega a un palmo o unos 25 centímetros, según el investigador. “Es muy vistosa, porque las flores son pequeñas, son azules y se ven muy bien”, subrayó. “Pero como es una planta anual, es fugaz y efímera. Encontrarla es casi un milagro”. Y ahora, más porque está en riesgo de extinción como otras plantas.
‘Nomevés’, una valiosa planta en extinción
A pesar de su brevísima floración y sus mínimas poblaciones, ahora resultan más difíciles de encontrar. La Nomevés o Gyrocaryum oppositifolium es la planta “más amenazada y en riesgo de extinción. La más importante en la conservación vegetal en España”, según Pablo Vargas, profesor investigador del Real Jardín Botánico y miembro de los Proyecto Cero de conservación de la biodiversidad.
Se trata de lo que se califica como fósil viviente, pero no es el único caso en Andalucía. De las cinco plantas en la clasificación de las más valiosas por este concepto, tres son de la comunidad andaluza. En la almeriense sierra de Gádor crece la gadoria, y en la sierra de Castril (Granada), la margarita de Castril. Todas en peligro crítico de extinción, recoge la agencia EFE Verde.
“Un fósil viviente es una especie muy antigua, por ejemplo el ‘nomevés’ tiene 25 millones de años. Es la única que sobrevive en todo su género, y cuyas poblaciones resultan extraordinariamente reducidas”, explicó el botánico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
“La planta ‘nomevés’ ha sobrevivido en un período larguísimo a cambios catastróficos, desde alteraciones del clima a la llegada de la especie humana y el pastoreo”, confió el experto.
Su ausencia actual en la sierra sevillana no la ha llevado a la desaparición. Existen dos mínimas poblaciones, “del tamaño de un campo de balonmano”, en Madrid y en León, aunque son “poquísimos” los ejemplares y, en Madrid, ni siquiera cuenta con alguna protección.
“El Real Jardín Botánico reproduce cada año ejemplares de la planta ‘nomevés’ con las semillas que guarda. Y han logrado secuenciar su genoma completo, aunque está pendiente su análisis. “Estas joyas pasan desapercibidas, realicé una revisión mundial de plantas con flores el año pasado y es una de las 10 más importantes del mundo a efectos de su conservación”, comentó Vargas.
Sin medidas de conservación
Según el ministerio de la Transición Ecológica la “desaparición” de la planta ‘nomevés’ pudiera ser debida a fluctuaciones extremas inherentes al desarrollo del taxón (dormición de semillas, climatología desfavorable). O a una verdadera extinción de las poblaciones sureñas, con lo que sólo quedaría viva la población leonesa, con unos 100 individuos.
Probablemente viva en otros enclaves aún sin detectar. Pero al ser una minúscula planta anual muy inconspicua y de aparición esporádica, pasaría desapercibida, sostuvo el despacho.
También sugirió que su eventual extinción obedece al desarrollo de infraestructuras viales: ampliación de pistas forestales, construcción de líneas de ferrocarril. La población leonesa sufrió una gran reducción al ser sepultada en parte por los escombros de una línea férrea cercana. Excesivo trasiego humano, que provoca declinación por pisoteo y que favorece la entrada de especies nitrófilas muy competitivas.
El Miteco reconoció que no existen medidas de conservación. Versión confirmada por Vargas. “Esta planta no está protegida y ni siquiera está recogida en los catálogos como especie en peligro de extinción, parece que la ciencia y la administración, no van de la mano”, dijo.
En ese sentido, propuso incluir la planta en el Catálogo Español de Especies Amenazadas (CNEA) y en catálogos regionales de protección. Hacer seguimiento demográfico de las poblaciones, vallándolas si fuese necesario, vigilando las obras de infraestructuras que se realicen en las cercanías. Proceder a la recolección de semillas en la población leonesa.
Tesoros botánicos de España
Otras dos plantas netamente andaluzas llegan al ranking de las más valiosas por antiguas, únicas y escasas. La margarita de Castril (Castrilanthemum debeauxii) que vive en la sierra granadina como única especie de su género, en este caso con una antigüedad de unos 12 millones de años.
La más reciente en ser descubierta, en 2016, ha sido la gadoria (Gadoria falukei), que toma su nombre de la sierra de Gádor. Es la única de las tres no anual, es decir, no muere y germina en cada ciclo. El grupo de cinco plantas más importantes de cara a su conservación se completa con dos que viven en otros puntos de España. Son la chicoria hueca (Avellara fistulosa) y la náufraga (Naufraga balearica), ésta exclusiva de las Baleares.
Pablo Vargas es investigador principal en el Proyecto Cero del Real Jardín Botánico, que estudia estas cinco plantas, las que presentan mayor urgencia de conservación de la flora española por tratarse de los últimos representantes vivos de sus géneros y linajes.
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