La placenta tiene propiedades terapéuticas excepcionales para restaurar cicatrices complejas
La historia de Marcella Townsend es asombrosa y con un final que ni siquiera ella imaginó. Una explosión de propano en la casa de su madre, en Georgia, la dejó con quemaduras de segundo y tercer grado en la mayor parte de su cuerpo. Permaneció en coma inducido durante casi dos meses en la unidad de cuidados intensivos. Su rostro quedó irreconocible por las quemaduras pero, un tratamiento innovador a base de placenta, le devolvió la esperanza de vivir.
Entre sonrisas y lágrimas recuerda aquel terrible día de 2021. Cuenta haber mirado a su alrededor en la cocina, conmocionada por el estruendo de la explosión de gas. Antes de que comenzara el dolor insoportable y cayera en cuenta de lo sucedido, se sintió impresionada al ver la estufa aplastada y los gabinetes derrumbados. Dice que “fue como si Pie Grande hubiera caminado sobre los mostradores”.
Los médicos de urgencias emplearon los primeros auxilios para este tipo de accidentes. Ya estabilizada, los cirujanos recurrieron a una herramienta que rara vez se utiliza: la placenta humana. Aplicaron con cuidado una fina capa del órgano donado en su rostro, lo que según Townsend fue «lo mejor que pudieron haber hecho». Todavía tiene cicatrices de los injertos en otras partes del cuerpo, pero Marcella afirma que su rostro «luce exactamente igual que antes».
“Me despierto y sé que soy hermosa, nadie puede decirme lo contrario. Si mi rostro se hubiera curado de otra manera, no creo que pudiera volver a hacer cosas normales. No me habría sentido segura de mi piel si no hubiera tenido el tejido placentario”, asegura.
La placenta da vida a pacientes con quemaduras
La placenta, que proporciona nutrientes y protección al feto durante el embarazo, contiene células madre, colágeno y citocinas con propiedades terapéuticas excepcionales. Investigaciones recientes han mostrado que los injertos derivados de placenta pueden reducir el dolor, curar quemaduras y prevenir tejido cicatricial. Incluso adherencias alrededor de los sitios quirúrgicos y restaurar la visión.
También están ganando popularidad como tratamiento para el problema generalizado de las heridas crónicas. Estas propiedades los convierten en una opción prometedora para heridas crónicas y cicatrices complejas, reseña The New York Times.
A pesar de los beneficios, la mayoría de las 3,5 millones de placentas extraídas anualmente en Estados Unidos terminan como residuos biológicos, lo que sorprende a Townsend. Ella trabaja como asistente quirúrgica y se ha comprometido a concienciar sobre la importancia de la donación de placenta y su potencial en tratamientos médicos.
“Estoy constantemente en estos hospitales que no donan ni utilizan el tejido placentario”, afirma Marcella al comentar su experiencia. “Oigo al obstetra decir: ‘No necesito enviar eso a patología ni nada; simplemente lo descarto’. Me estremezco cada vez que lo veo”.
La comunidad médica dejó de utilizar placenta en décadas pasadas debido a preocupaciones sobre la transmisión de enfermedades. Ahora muchos especialistas argumentan que esa actuación fue un error. Pues el tejido placentario es considerado inmunológicamente privilegiado, lo que significa que los injertos no provocan una respuesta inmunitaria en los receptores de trasplantes.
La placenta también contiene proteínas y azúcares que estimulan la multiplicación de las células de los pacientes, y se ha demostrado que los injertos estimulan la regeneración rápida de la piel, en este caso por quemaduras, y los tejidos.
Poder curativo de los injertos placentarios
Las investigaciones advierten que a diferencia de los injertos de piel de animales o cadáveres, los injertos placentarios básicamente no son rechazables. “Lo llamamos factor curativo, pero una mejor manera de decirlo es que es un factor regenerativo”, indicó el Dr. Scheffer Chuei-Goong Tseng. Un oftalmólogo de Miami que ha pasado décadas estudiando el uso de injertos placentarios para tratar lesiones y enfermedades oculares y cuya compañía los fabrica y vende.
“La curación es un concepto amplio; se puede curar pero aún así dejar cicatrices. Estamos hablando de curación casi sin dejar cicatrices”, dijo.
La placenta tiene una membrana llamada Amnios, que se encuentra en contacto con el feto y el líquido amniótico durante el embarazo. Lo protege, y brinda un medio adecuado para su crecimiento.
Si una mujer decide ser donante de placenta, luego del parto su amnios se puede separar, procesar (esterilizar), congelar y ser utilizado como tratamiento de heridas complejas y grandes quemaduras.
Es una membrana fina, semi transparente, que por sus características físicas, químicas y biomecánicas, favorece la cicatrización, y con muy poca inmunogenicidad. Es decir, poca probabilidad de rechazo por parte del receptor. Para realizar los injertos placentarios, los fabricantes recogen placentas gratuitas de donantes previamente seleccionados.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE UU permite la venta de injertos de membrana amniótica siempre que estén “mínimamente manipulados”. Esto significa que estén limpios, preservados y no alterados más allá de ser extraídos de la placenta, y destinados a cumplir la misma función en el receptor que en el donante, dijo a Nytimes un portavoz de la agencia.
Se amplía la medicina regenerativa
La FDA ha aprobado el uso de injertos de membrana amniótica en el tratamiento de heridas crónicas que no cicatrizan a tiempo o que no cicatrizan en absoluto. El cuidado de estas heridas puede ser una cuestión de vida o muerte para los millones de personas que las padecen. Incluidos 10,5 millones de beneficiarios de Medicare en 2022.
La tasa de mortalidad a cinco años para las personas con un tipo, la úlcera del pie diabético, es cercana al 30%. Esa tasa supera el 50% para quienes requieren amputación.
Los injertos de placenta, además de sanar las quemaduras, tienen muchas más opciones curativas. Están surgiendo como una herramienta prometedora, reduciendo la probabilidad de amputación y mejorando la expectativa de vida general del paciente.
También la calidad de sus años restantes, comentó el Dr. Dennis Orgill, profesor de cirugía en la Facultad de Medicina de Harvard y director del Centro de Cuidado de Heridas en el Hospital Brigham and Women’s de Boston.
La FDA sigue el campo más amplio de la medicina regenerativa, cuyo objetivo es restaurar los tejidos y órganos dañados por enfermedades o la edad. Además de los injertos de membrana, algunas empresas están elaborando productos a partir de otros tejidos de nacimiento, como la sangre del cordón umbilical y el líquido amniótico.
Mary Beth Phetteplace, una residente de Orlando, decidió donar su placenta durante su primer parto. Después de su cirugía, un representante de la compañía a la que donó visitó su sala de recuperación. “La señora nos dijo que una placenta podría ser donada a unas 20 personas. Pensé que era genial”, confió.
“Yo soy la razón”
Las empresas de injertos por ahora solo aceptan placentas extraídas por cesárea electiva. Pero los expertos dicen que la demanda podría estar a punto de aumentar. El uso de injertos de membrana amniótica está creciendo, aunque lentamente, señaló David Armstrong, cirujano podiatra y especialista en el cuidado de heridas de Keck Medicine de la Universidad del Sur de California. “La medicina es, por naturaleza, conservadora”, comentó.
Tres años después de la explosión en la cocina de su madre, Townsend trabaja en varios quirófanos de Atlanta. En los hospitales que utilizan injertos placentarios, Marcella es ahora la asistente quirúrgica que los utiliza para cerrar a una paciente después de una cesárea. “Soy la razón por la que vas a donar tu placenta”, afirmó.