Por Pilar R. Veiga | Efe
15/10/2016
La mitad de los alumnos superdotados, con altas capacidades y TDAH fracasa en el colegio, pero la educación inclusiva puede acabar con ello, como demuestra Mario, que con 12 años ya es feliz tras superar cursos en los que podía explicar «el bosón de Higgs», pero suspendía y pasaba las clases castigado.
Bajo el lema «La identificación de los superdotados y la excelencia educativa», se celebra en Madrid el IV Congreso Nacional de Superdotación y Altas Capacidades, en el que educadores, padres, psicólogos y otros expertos abordarán cómo acabar con el sufrimiento que viven muchos niños y sus familias por ser «distintos».
Luis García, director del colegio Areteia de Madrid -centro pionero y con más de 35 años de historia en la educación inclusiva- acude a este foro organizado por la Fundación El Mundo del Superdotado, con la colaboración del Ministerio de Educación y la Fundación La Caixa.
Explica que el superdotado tiene un coeficiente intelectual superior a 130 y en el de altas capacidades se incluye también la creatividad o la eficacia en el desarrollo de las tareas.
Esos niños «no tienen necesariamente Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), pero sí son perfiles en los que a veces se complementa o confunde», afirma García.
Son muchachos «hiperactivos mentales» al tener «intereses simultáneos» -continúa García-, todos necesitan seguimiento y estímulo en su aprendizaje.
Además, tienen «una escasa integración y susceptibles de ser rechazados por tener inquietudes y aficiones diferentes», recalca García.
A ese centro privado, con un modelo de educación personalizada, llegó el pasado curso Mario después de que su familia, de Carrión de los Condes (Palencia), decidiera dejarlo todo para poder estar entre semana en Madrid.
«El cambio de Mario ha sido radical y vuelve a ser feliz», reconoce su madre, Mercedes Martín, quien llevó a su hijo hasta a cinco centros de psicopedagogía en los que coincidieron en que tenía TDAH y Altas Capacidades.
«Mi hijo está ahora feliz, pero ¿y todos los demás?», se pregunta Mercedes -madre de otros tres hijos-, que no olvida la «estigmatización» que pueden sufrir estos niños «al no ser comprendidos ni bien atendidos».
Ella se puso «manos a la obra» cuando con 3 años Mario salió un día de clase y todos los compañeros llevaban un regalito menos él porque lo habían castigado. Pidió reuniones y detectó que el orientador del colegio nunca había ido al aula a ver cómo se comportaba el niño.
Estos chicos llegan a «tirar la toalla cuando ven que a mayor esfuerzo menor recompensa», apunta Mercedes, que recuerda cómo su hijo le ha resumido la diferencia entre sus profesoras: la del otro colegio me dijo que con ella «las gracias justas porque sino me iba a enterar», y la nueva me ha dicho que «le gusta dar muchos abrazos y enhorabuenas pero para eso necesita que la ayude».
Asimismo le llegó «al alma» cuando supo por qué a su hijo se le daba bien el inglés a pesar de suspender en el anterior colegio; «aprendo mucho inglés porque tengo muy buen oído al estar todo el día en el pasillo», le reveló Mario.
«Hay muchos niños como Mario en las aulas y se les hace daño», resalta Mercedes, quien denuncia que «un porcentaje altísimo de TDAH están en las cárceles».
Porque se trata de personas que pueden llegar a ser extraordinariamente críticas, lo que se puede confundir con «trastorno negativista y desafiante», explica Luis García, ponente del Congreso.
Asegura que en Areteia se dan las respuestas que la «escuela estandarizada no es capaz»; llegan perfiles de todo tipo, desde el disléxico hasta el asperger o incluso el que sin un diagnóstico necesita un «marco escolar más flexible».
El problema es la identificación y definición del superdotado y de altas capacidades, dado que los criterios cambian incluso entre comunidades autónomas, según García, que subraya que si el 2% de la población tiene esa capacidad superior a 130, en su colegio hay el doble de esa estadística.
Según datos del Ministerio de Educación, en el curso 2013-2014 hubo 15.876 (3,6 %) alumnos atendidos por altas capacidades intelectuales.