La pandemia llegó para cambiarlo todo, nuestro modo de trabajar, estilo de vida, la forma en la que vestimos e incluso nuestra percepción de la vida. Además de los millones de enfermos y fallecidos, la COVID-19 ha dejado secuelas terroríficas. Algunos contagiados que superaron el virus no han vuelto a recuperar el gusto o el olfato. Otros han perdido su empleo o se han tenido que separar de sus familias. Lo que el SARS-CoV-2 le ha hecho a nuestra mente es aún peor. Y es que múltiples organismos ya lo han advertido: la crisis sanitaria tiene un enorme impacto negativo sobre la salud mental.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud mental como «un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad». Sin embargo, esta definición se ha visto alterada por la pandemia de la COVID-19, según datos recientes.
Los trastornos mentales se encuentran entre las principales causas de la carga mundial relacionada con la salud. Los dos más discapacitantes son los depresivos y de ansiedad, según el Estudio de Carga Global de Enfermedades, Lesiones y Factores de Riesgo (GBD) de 2019. Ambos además, están clasificados entre las 25 principales causas de carga en todo el mundo en el mismo año.
Aumentan los casos de depresión y ansiedad
El incremento en los casos de trastornos de salud mental son escalofriantes. Los expertos la llaman «la pandemia silenciosa», pues desde que se declararon los primeros casos de COVID-19 son cientos de miles quienes padecen algún trastorno en sus distintos niveles de gravedad. Un estudio publicado en la revista The Lancet calcula que el contexto epidémico aumentó en 129 millones los casos de estos trastornos en 2020, un crecimiento de un 25% con respecto al año anterior.
La investigación, coordinada por investigadores de Centro de Salud Mental Queensland de la Universidad de Queensland en Australia, tiene como objetivo cuantificar el impacto de la pandemia de la COVID-19 en la prevalencia y la carga del trastorno depresivo mayor y los trastornos de ansiedad a nivel mundial en 2020. Revela que se produjeron 53,2 millones de casos más de depresión severa (un incremento de 27,6%) y 76,2 millones de ansiedad (incremento de un 25%). Además, señala que las mujeres y los jóvenes son los más afectados.
La pandemia vino a empeorarlo todo, también en este aspecto
La situación ya de por sí era preocupante, especialmente cuando se trata de los recursos necesarios para mantener una buena salud mental. «Antes de la pandemia los recursos para salud mental estaban infradotados y desorganizados pese a la evidencia de que la prevención efectiva y las herramientas de intervención funcionan», explican los autores. Pero al llegar la pandemia, se hizo cada vez más difícil adquirir medicación y tener atención presencial y personalizada. El foco estaba en el SARS-CoV-2 y parecía como que ya no existían más enfermedades.
El estudio además, hace una comparación con los casos que se habrían dado si no hubiese existido la pandemia y calcula la diferencia. Habrían aproximadamente 193 millones de casos de trastorno depresivo severo en todo el mundo sin pandemia en 2020. No obstante, en el contexto actual se estima que hay 246 millones de casos, es decir, un incremento del 28%. De esta cifra unas 35 millones son mujeres.
Al analizar el trastorno de la ansiedad los estudios revelan que sin pandemia se habrían dado 298 millones de casos de trastornos de ansiedad en 2020. Pero las cifras reales rondan los 374 millones de casos en el mismo periodo, un aumento del 26%. Igualmente las mujeres son las más afectadas con 52 millones de casos.
La salud mental de los jóvenes es la más afectada
Pasar más de año y medio sin socializar, ir a la escuela, universidad, o al trabajo son algunos de los factores que aumentan el impacto negativo de la pandemia en los jóvenes de entre 20 y 24 años, quienes mostraron una mayor prevalencia en el estudio que publicó The Lancet. Los psicólogos de todo el mundo han dicho en repetidas ocasiones que nunca antes habían tenido tantos pacientes de estas edades. Y es que cada vez más los padres llevan a sus hijos a una consulta porque presentan síntomas de trastornos mentales, sobre todo de depresión y ansiedad.
Esto se corrobora gracias al último informe anual de Unicef, centrado en la salud mental, que revela que el 33% de los adolescentes encuestados admitieron sentirse angustiado. Mientras que un 25% dice que se siente asustado ante la incertidumbre que trae la pandemia de la COVID-19.
Por otro lado, un análisis realizado por la ONG Save The Children indica que más de uno de cada siete adolescentes de 10 a 19 años en todo el mundo está diagnosticado con algún trastorno mental. «La prevalencia de la depresión se ha multiplicado por cuatro y preocupa el incremento en las urgencias de casos de autolesiones no suicidas o sobreingestas», señala la Dra. Azucena Díez, directora de la Unidad de Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra.
Este aumento en la prevalencia en los jóvenes también se debe a la alta exposición a las redes sociales y programas de televisión, donde se mantienen informados sobre las restricciones por la pandemia, así como los confinamientos y el ya mencionado aislamiento social.
Se deben fortalecer los sistemas de salud mental en todo el mundo
En conclusión la pandemia «exacerbó las desigualdades que ya existían». Los investigadores enfatizan en que aunque no hubiera existido la crisis sanitaria del coronavirus las cifras igualmente serían aterradoras, lo han sido durante mucho tiempo.
Las mujeres y los jóvenes son los más afectados, según los análisis. Alize Ferrari, coautora del estudio y líder del grupo de investigación de enfermedades mentales del Queensland Centre for Mental Health Research, agrega que los cuidados y las responsabilidades domésticas «siguen recayendo en las mujeres y además sufren violencia de género, también incrementada en varias etapas de la pandemia».
Como interpretación, los autores aseguran que la pandemia ha creado una urgencia cada vez mayor para fortalecer los sistemas de salud mental en la mayoría de los países. Según indican, las estrategias de mitigación podrían incorporar formas de promover el bienestar mental y dirigirse a los determinantes de la mala salud mental e intervenciones para tratar a las personas con un trastorno mental. Insisten que «no tomar ninguna medida para abordar la carga del trastorno depresivo mayor y los trastornos de ansiedad no debería ser una opción».
Gobierno español anuncia un plan de salud mental
En el marco del Día mundial de la Salud Mental, celebrado este domingo 10 de octubre, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez anunció un Plan de Acción de Salud Mental que se llevará a cabo entre 2021 y 2024. «La salud mental es una prioridad para este Gobierno. Desde el año 2009 no se renueva la estrategia de salud mental, es una hoja de ruta que pretenden avanzar con pasos afianzados hacia la mejora de la salud mental», señaló el presidente durante su intervención en el acto institucional Salud Mental y Covid 19. Plan de Acción celebrado este sábado el Palacio de la Moncloa.
Inicialmente, el plan estará dotado con 100 millones de euros, y tiene como objetivo impulsar la formación sanitaria en salud mental. También se lanzará una campaña para visibilizar los problemas de salud mental y se creará un teléfono 24 horas para ofrecer atención y apoyo ante la conducta suicida, explicó Sánchez. Además, se incorporará la especialidad de psiquiatría infantil a la formación sanitaria especializada.
El presidente del Gobierno también habló sobre promover el bienestar emocional, asegurando que pondrán el foco en la infancia y en la adolescencia, y que se van a centrar en los grupos sociales más vulnerables. «Nadie está a salvo, necesitamos una sociedad que facilite, alivie las vidas de estas personas y de los que les rodean, con un compromiso sanitario y político donde podamos afrontar este gran reto que tenemos por delante», insistió.
Los datos son catastróficos
Durante su comparecencia, Sánchez aprovechó para alertar sobre los «crudos» datos que revelan la realidad de la salud mental en España y en el mundo. Según la información suministrada por la OMS, en 2030 los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en el mundo. Y es que actualmente más de 300 millones de personas viven con algún tipo de depresión.
Con respecto a España, el 5,8% de la población confiesa sentir ansiedad y casi el mismo sufre depresión. Entre niños de cuatro a catorce años, el 13,2% corre riesgo de sufrir algún tipo de salud mental. El porcentaje es cinco puntos mayor en niños que en niñas. Asimismo, Pedro Sánchez apunta que el 10,8% de los españoles han consumido tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir. «Esto dice mucho del problema que tenemos en nuestra sociedad con la salud mental, no podemos normalizarlo. Debemos dar respuesta a este asunto y analizar las causas y el origen», insistió.
En cuanto a los suicidios, lamenta un total de 3.671 fallecimientos en España en 2019 por este motivo. Este tema suele ser tabú por lo difícil que resulta, pero «debemos hablar de él, visibilizarlo y actuar en consecuencia», indicó Sánchez. Y es que con la pandemia muy probablemente estos datos sean aún peores. Sin embargo, asegura que todavía resulta complejo diagnosticar el impacto de la pandemia en el bienestar de la salud española.
Los psiquiatras se oponen a la nueva ley de salud mental
Mientras la OMS urge a todos los países a invertir en salud mental y el Gobierno español toma decisiones en base a ello, los psiquiatras alertan que esta nueva ley, anunciada apenas ayer, está «cargada de ideología» y «es un auténtico despropósito». Desde la Sociedad Española de Psiquiatría advierten que esta iniciativa «va en contra de todas las guías clínicas del mundo». E instan al Gobierno a replantearla.
Según los expertos que se dedican día a día a tratar diversos trastornos mentales, la nueva ley defiende el derecho de la persona con un problema de salud mental a adoptar tratamientos basados solo en su consentimiento libremente otorgado. Esto significaría que no se podría dar un fármaco u hospitalizar a un paciente con algún trastorno si este no ha dado su consentimiento previo. «Es un despropósito desde un punto de vista médico. Una norma dictada más por sociólogos que por expertos en salud mental. Si sale adelante solo perjudicará a las familias de los enfermos», explica el psiquiatra José Luis Carrasco.
La nueva norma, es mucho más social que sanitaria. «Se aleja de cualquier evidencia científica y de los problemas reales de las personas con trastornos mentales graves», argumentan quienes han dedicado su vida a esta especialidad médica. Además, aseguran que pone en evidencia los problemas de desigualdad social, haciendo énfasis en una «equidad» entre ricos y pobres. En su lugar, lo que se debería evaluar es su genética, su cerebro, o cualquier rasgo biológico que indique que una persona pueda sufrir algún trastorno.
De aprobarse el nuevo Plan de Acción de Salud Mental se conseguirá todo lo contrario a lo planteado, aseguran desde la SEP. «No es necesario tener una ley específica. Eso es dar por sentado que las personas con trastornos mentales deben recibir un trato distinto al del resto de pacientes», explican.