La crisis sanitaria de la COVID-19 sigue pasando factura, contagios, muertes, secuelas físicas y patologías nacientes. En los jóvenes, que parecían estar más a salvo que los mayores durante la pandemia, el impacto en su salud mental ha sido contundente. E incluso, un estudio revela que sus cerebros se envejecieron o maduraron de prisa.
La emergencia ha dejado una huella dramática en la vida de las personas en Europa y en el mundo. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la pandemia supuso una reducción de más de un año en la esperanza de vida en la UE en 2021. Esto, en comparación con el nivel anterior a la crisis. Es la mayor caída observado en la mayoría de los países europeos desde la Segunda Guerra Mundial.
Aunque la pandemia ha tenido un impacto en la vida de casi todos, ha habido preocupaciones particulares sobre la salud mental y física de los jóvenes europeos, señaló la OCDE. Cuyos años de formación han estado marcados por perturbaciones en su educación y actividades sociales.
En varios países europeos como Bélgica, Estonia, Francia, Suecia y Noruega, la proporción de jóvenes que informan síntomas de depresión se duplicó con creces durante la crisis. Alcanzando niveles de prevalencia al menos dos veces más altos que en los grupos de mayor edad.
Mientras en 2019 el porcentaje de jóvenes de entre 15 y 24 años con síntomas de depresión era del 6 % y del 7 % para los adultos, una vez llegó el coronavirus las cifras se invirtieron y dispararon en forma muy significativa. Hasta el punto de que la proporción de jóvenes con síntomas de depresión pasó a ser al menos un 50 % mayor que la del conjunto de la población, y en ciertos países incluso el doble.
Impacto de la pandemia en la salud mental de los jóvenes
El informe reciente de la OCDE explora la afectación en la salud física y mental de los jóvenes durante la pandemia.
Señala que con las estadísticas disponibles de 2020 y 2021, se tiene que en Noruega los jóvenes con depresión subieron hasta el 42,5 %, frente al 17,1 % para el conjunto de los adultos, reseñó EFE. En Austria hasta el 41,3 % (frente al 23,7 % de los adultos); o en Suecia hasta el 38,5 % (frente al 17,1 %).
España se encuentra en el grupo de los que tuvieron porcentajes muy elevados de jóvenes con signos de depresión: 35,3 %, comparado con el 22,5 % para todos los adultos. Por encima del Reino Unido (30 % y 15 %, respectivamente); Italia (24,2 % y 14,4 %) o Francia (20,1 % y 16,5 %).
La OCDE midió ese descenso de atención en los hospitales, que fue modesta en Suiza (2 %) o relativamente en países nórdicos como Noruega (6 %) o Suecia (6 %). Pero más pronunciada en España (12 %), Francia (13 %), Alemania (14 %) o Italia (23 %). Y mucho más en Hungría (27 %), Lituania (27 %) o Polonia (28 %).
Hay un dato que refleja cierto optimismo: España es el único país europeo en el que el porcentaje de adultos con riesgo de depresión disminuyó. Aunque de forma casi inapreciable, en 2020 (52 % de la población), el primer año de la pandemia, hasta la primavera de 2022 (49 %).
Esos porcentajes, en cualquier caso, parecen particularmente elevados, y aunque no son tan malos como el 55 % de media en la UE. Son superiores que los de los países que se encuentran en mejor situación relativa, que son los Países Bajos (42 %), Dinamarca (41 %) y Eslovenia (40 %).
Cambios en los cerebros de los adolescentes
La OCDE advirtió en su investigación los efectos en la salud mental de los jóvenes en Europa durante la pandemia. Otro estudio, de la Universidad de Stanford, sugiere que los factores estresantes relacionados con la crisis han alterado físicamente los cerebros de los adolescentes. Haciendo que las estructuras de ese órgano rector del cuerpo humano, parezcan varios años más antiguas que los de sus pares comparables antes de la emergencia.
La investigación, publicada en Biological Psychiatry: Global Open Science, tiene algunas coincidencias con la de la OCDE. Indica que solo en 2020, los informes de ansiedad y depresión en adultos aumentaron en más del 25 % en comparación con años anteriores. Los nuevos hallazgos advierten que los efectos neurológicos y de salud mental de la pandemia en los adolescentes pueden haber sido aún peores.
“Ya sabemos por investigaciones globales que la pandemia ha afectado negativamente la salud mental de los jóvenes. Pero no sabíamos qué estaba haciendo físicamente en sus cerebros, si es que había algo”, dijo Ian Gotlib. Profesor de psicología de Marjorie Mhoon Fair en la Escuela de Humanidades y Ciencias, quien es el primer autor del artículo.
Los cambios en la estructura del cerebro ocurren naturalmente a medida que envejecemos, señala Gotlib. Durante la pubertad y los primeros años de la adolescencia, los cuerpos de los niños experimentan un mayor crecimiento tanto en el hipocampo como en la amígdala. Áreas del cerebro que respectivamente controlan el acceso a ciertos recuerdos y ayudan a modular las emociones.
Al mismo tiempo, los tejidos de la corteza, un área involucrada en el funcionamiento ejecutivo, se vuelven más delgados. El estudio muestra en detalles los efectos neurológicos.
Maduración anticipada
Los investigadores analizaron resonancias magnéticas de los cerebros de 163 jóvenes (103 chicas y 60 chicos) hechas antes y durante la pandemia. Observaron una maduración de las estructuras cerebrales.
Entre las diferencias descubrieron que los niños que habían vivido el primer año de la pandemia tenían edades cerebrales mayores que su edad cronológica.
En los cerebros analizados encontraron que los que habían pasado por el comienzo de la pandemia tuvieron un crecimiento en el área que puede ayudar a regular el miedo y el estrés, llamada amígdala. Y en el hipocampo, el área del cerebro que puede controlar el acceso a los recuerdos. Los tejidos se habían adelgazado en la parte del cerebro que controla el funcionamiento ejecutivo, la corteza.
Asimismo, el estudio mostró que estos efectos se dieron de manera acelerada en los adolescentes tras los confinamientos. Estos cambios acelerados de la «edad del cerebro», solo se habían visto en niños víctimas (crónicas) de violencias, abandonados, de familias disfuncionales o situaciones similares, según el psicólogo.
Normalmente, estas vivencias traumáticas están relacionadas con una posterior salud mental. Pero el equipo de Gotlib no se atreve a asegurar si los cambios físicos observados en el cerebro de los adolescentes durante la pandemia podrían relacionarse con un empeoramiento de su salud mental. Aunque las consultas médicas y encuestas vean, en general, un aumento de casos.
“Tampoco está claro si estos cambios son permanentes», precisó el investigador. “¿Va a ajustarse su edad cronológica a esta edad cerebral’? Si su cerebro mantuviera una mayor edad que la cronológica, no sabemos que supondría para ellos en el futuro», dijo.
En personas de 70 u 80 años se esperan problemas cognitivos y de memoria por el envejecimiento cerebral. «Pero, ¿qué significa para los de 16 años que sus cerebros envejezcan prematuramente?», preguntó.