En mi intervención, aparte de dar las gracias y la bienvenida a esta segunda edición del Congreso Internacional de Sostenibilidad del Medio Ambiente, quiero decir que para mí y también para mi organización, WWF, es un gran placer colaborar. Siempre he dicho que el cisne, que como cariñosamente llamamos al congreso, es mucho más que un congreso convencional y por eso estoy especialmente orgulloso de participar y ser parte.
Es objetivo y es ambicioso. Es práctico. Y sobre todo, concita la atención y la participación directa de los sectores sociales, públicos y privados para formar este gran movimiento del cual hay que desterrar las diferencias y generar una sinergia de lo que nos une. Así podremos lograr, finalmente, un cambio irreversible hacia un mundo justo, solidario y sostenible.
Y sí, Cambio16, que está empeñado y sigue empeñado en ese gran movimiento, ha convocado este segundo Congreso Internacional del Medioambiente. Sean todos bienvenidos. Muchas gracias a los organizadores. A Cambio16, a EIG multimedia, a todos, incluida nuestra organización WWF. Un equipo maravilloso, de gente idealista, trabajadora que está luchando por un planeta mejor. “Conseguir una nueva humanidad para un mundo mejor”, como titulaba Jorge Neri un reciente artículo y que va a presentar la iniciativa Cambiemos, el eje central.
Yo estoy convencido de que todas las ponencias y todos los debates previstos para hoy van a ser muy útiles. Será muy interesante intercambiar experiencias y conocimiento. Pero insisto, no es un congreso convencional. Sus participantes no sólo nos van a ilustrar con lo que saben y a debatir ideas, sino que se comprometerán a participar en la acción directa.
No solo palabras, también compromiso y acción
El año pasado, cuando tuve el honor de cerrar el primer Congreso Internacional de Medioambiente, se firmó un documento en el que todos nos comprometimos a hacer algo. En ese momento dije que había que imprimirlo y ponerlo donde todos lo viéramos y no se nos olvide que el compromiso es mucho más que palabras, que hay que actuar.
Como podéis ver, durante el Congreso se van a tratar temas muy variados. Todos de gran interés: conservación, biodiversidad, finanzas sostenibles, cambio climático, el innovación tecnológica y residuos, entre otros, que nos van a aportar herramientas concretas para poder alcanzar esa nueva humanidad.
Una humanidad que necesita, indefectiblemente, un planeta sano para prosperar. La terrible crisis sanitaria mundial de la COVID-19 que atravesamos es una de las más importantes, más abrumadoras, más serias que nos ha dado la naturaleza que tenemos conocimiento. Desde luego, es un momento de incertidumbre. La prioridad debe ser detener la expansión del SARS-CoV-2. Luchar con todos los medios posibles y evitar que la gente siga muriendo. Desde aquí, por supuesto, nuestro cariño, nuestra solidaridad con las víctimas. Todos somos víctimas.
Pérdida de la biodiversidad
No hay que olvidar por qué estamos aquí ni por qué hemos llegado a esta situación. Esta crisis sin precedentes está directamente vinculada con la destrucción del planeta. De esta emergencia sanitaria –que me atrevo a decir que también es social, económica y política– hay que salir cuanto antes. Y, sobre todo hay que desaprender para no volver a caer.
Sí, hay mucho debate científico y las cifras demuestran el caos que existe. Escuchamos argumentos y contraargumentos, pero también una certeza científica clara y definitiva: cuando se compromete el equilibrio, que es sistémico, se genera una fractura. La destrucción directa de los ecosistemas, el tráfico de especies, los procesos de intensificación agrícola y ganadera aumentan notablemente el riesgo de aparición de enfermedades infecciosas transmisibles al ser humano.
Siempre ha habido patógenos, pero en armonía con el ecosistema
Después veremos las soluciones que se pueden aportar, pero evidentemente la COVID-19 es una enfermedad originada por patógenos procedentes de animales, que se transmiten de animales al ser humano. El 70% de todas las enfermedades infecciosas humanas tienen este origen zoonótico, es decir, que son producidos por microorganismos patógenos que se transmiten al hombre a través de especies animales. Los virus y bacterias han convivido con nosotros desde siempre, sí, pero en hábitats bien conservados y a través de un proceso que se denomina dilución, por el cual están en equilibrio, en ecosistemas estables. En el momento en que hay una ruptura, que se rompen los bosques, que se degrada la naturaleza, que se fragmentan los hábitats, se está abriendo el campo para que la población humana entre en contacto con virus antes desconocidos.
Ahí está el problema y ahí está posiblemente el origen de esta pandemia de la COVID-19. Ya sabemos que se originó en Wuhan en un mercado de carne, seguramente debido a vectores como el murciélago o el pangolin, una zoonosis directamente derivada de la destrucción de la naturaleza.
La destrucción de biodiversidad para siembras y ganadería
Quiero señalar rápidamente los cuatro principales factores que favorecen la aparición de estas epidemias. La destrucción de bosques, las talas, las infraestructuras, las minas, construcción de carreteras; el aumento de población humana provoca la desaparición de otras especies y que los hombres entren en contacto con virus desconocidos. El tráfico de especies es el factor más directo está generando extinción de especies y pandemias como la del coronavirus.
No olvidemos que las víctimas del tráfico de especies son las que pueden generar este tipo de enfermedades. Otro factor es la intensificación agrícola y ganadera, que destruye hábitats y contribuye a la propagación de zoonosis. No olvidemos el cambio climático, pues amplifica todas estas amenazas que afectan la biodiversidad y favorece la expansión de virus, de bacterias o de sus vectores que tiene preferencia por ambientes húmedos y cálidos. Fcilitan la aparición de enfermedades en lugares donde antes no existían.
Creo que ya os he convencido de que esto tiene mucho que ver con la destrucción de la naturaleza. Proteger el medioambiente, la naturaleza, es bueno para nuestra salud y para todo el planeta. Solamente protegiendo la naturaleza, frenando la extinción de especies, revirtiendo la curva de pérdida de biodiversidad podremos evitar futuras pandemias.
Los hechos que estamos viviendo son consecuencia de nuestro modelo de desarrollo socioeconómico. Esa visión incompleta, casi miope, de considerar el PIB como único indicador de desarrollo la estamos pagando muy cara. Hay que ir más allá de la gramática de la economía y escuchar la sintaxis de la naturaleza.
Hay que cambiar tanto el pensamiento como la conducta
Podemos cambiar los hechos que están sustentados con patrones de conducta, que también se pueden cambiar si se cambian las estructuras sistémicas.
Al final de esta pirámide hay modelos de pensamiento que hay que modificar y cambiar. Una forma de modificar los modelos de pensamiento es este Congreso, que no es convencional, que pretende cambiar, que pretende convencer, que pretende movilizar a la acción.
Os doy la bienvenida. Creo que se pueden sacar muchos otros compromisos y que todos sigamos abriendo este camino que ya es irreversible. El cambio definitivo no es una opción, es una obligación para poder mantener un planeta vivo y una humanidad sana, justa y resiliente.
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