La pérdida de biodiversidad en todo el mundo es una mala noticia no solo para la naturaleza, las plantas y los animales, sino que también es un peligro para la salud humana. En apenas 20 años, cinco enfermedades distintas, contando el coronavirus, se han extendido alrededor del planeta. Los brotes epidemiológicos, según la Organización Mundial de la Salud, se han triplicado en las últimas décadas. Una frecuencia preocupante y que está relacionada con la degradación del medio ambiente.
El origen de estas enfermedades es zoonótico, es decir, que se transmite de animales a humanos. Es un patrón cada vez más habitual. La OMS calcula que más del 70% de las enfermedades humanas en los últimos 40 años han sido transmitidas por animales silvestres. Y detrás de estas cifras podría estar la pérdida de la biodiversidad.
El último Índice Planeta Vivo del Fondo Mundial para la Naturaleza indica que nuevas enfermedades zoonóticas han surgido cada vez más en las últimas décadas. «Estos incluyen el ébola, el SARS y, más recientemente, la COVID-19. A medida que los humanos infringen entornos que alguna vez fueron salvajes y los animales pierden hábitats, corremos un mayor riesgo de que las enfermedades zoonóticas pasen de los animales a los humanos. La conservación de la biodiversidad debe ser una inversión estratégica y no negociable para preservar nuestra salud, propiedad y seguridad ”.
Pérdida de biodiversidad se agrava
El Índice Planeta Vivo se calcula anualmente desde hace dos décadas. Se basa en el seguimiento de las poblaciones de 21.000 especies de vertebrados. Este análisis muestra que, desde 1970, las poblaciones de mamíferos, aves, peces, anfibios y reptiles han sufrido una caída media vertiginosa del 68%. Es decir, una pérdida de más de dos tercios.
Por sorprendente que pueda ser esta disminución general del 68%, algunas cifras más detalladas son incluso peores. Por ejemplo, la pérdida de población de especies de agua dulce se ubicó en un 84% durante el período.
También hay variaciones regionales. Europa y Asia central vieron una pérdida de población del 24% y América del Norte del 33%. La cifra de África fue del 65%. Mientras, América Latina y el Caribe experimentó una pérdida del 94%.
Sin embargo, los europeos no deberían apresurarse a felicitarse. Aunque la baja disminución desde 1970 puede atribuirse a iniciativas de conservación exitosas, el informe tiene otras explicación.
“La biodiversidad se había transformado en gran medida antes de 1970, especialmente en Europa Occidental, por lo que el Índice Planeta Vivo muestra tendencias «de muchas especies que ya estaban en un estado agotado”.
Dañar la naturaleza se vuelve contra nosotros
Hace unos meses, el Fondo Mundial para la Naturaleza presentó otro informe revelador. Lleva el título “Pérdida de la naturaleza y pandemias: un planeta sano por la salud de la humanidad”. Allí ya advertía de que la crisis sanitaria de la COVID-19 tiene un vínculo innegable con la destrucción de los ecosistemas que coexisten en el planeta. Por supuesto, debido a la acción humana.
En el documento se afirma que la pérdida de biodiversidad, el tráfico de especies, la intensificación agrícola y ganadera, junto con los efectos amplificadores del cambio climático, aumentan el riesgo de aparición de enfermedades infecciosas transmisibles al ser humano desde los animales. Esta es la génesis de la transmisión de la cepa de coronavirus que causa la enfermedad de COVID-19.
No es un hecho aislado
El informe resalta que más del 70% de las enfermedades humanas en los últimos 40 años han sido transmitidas por animales silvestres. Además de la COVID-19, otros ejemplos conocidos son la rabia, la gripe aviar, el ébola y el VIH/Sida. Y no sólo eso, gran parte de las pandemias que han afectado la salud humana tienen su origen en la zoonosis.
«Y no será la última vez«, resalta Patricio Camus, doctor en Ecología y académico del Departamento de Ecología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, en Chile, donde es director de Postgrado.
El estudio indica que “en hábitats bien conservados, con gran diversidad de especies que se relacionan en equilibrio, los virus se distribuyen entre las distintas especies y no afectan al ser humano”. En cambio, cuando la naturaleza se altera o destruye, continúa el informe, “se debilitan los ecosistemas naturales y se facilita la propagación de patógenos, aumentando el riesgo de contacto y transmisión al hombre, con los consiguientes efectos negativos sobre nuestra salud”.
La salud del planeta afecta nuestra salud
En estos tiempos de una pandemia mundial, con muertes totales que pasan del millón, la principal conclusión de ambos informes es que la salud del planeta afecta la salud de cada ser vivo, incluidos los humanos.
«No podemos ignorar la evidencia. Estas graves disminuciones en las poblaciones de especies de vida silvestre son un indicador de que la naturaleza se está desmoronando. Nuestro planeta está mostrando señales rojas de advertencia de fallas en los sistemas», dijo Marco Lambertini, director general de WWF International.
“Desde los peces de nuestros océanos y ríos hasta las abejas, que desempeñan un papel crucial en la producción agrícola, la disminución de la vida silvestre afecta directamente a la nutrición, la seguridad alimentaria y los medios de vida de miles de millones de personas”.
PÉRDIDA DE NATURALEZ Y PANDEMIAS WWF
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