El absurdo de vivir en una paz aparente y conformarse con criticar y no ofender al agresor
La Asamblea General de las Naciones Unidas reciente tuvo una temática múltiple en los discursos, por la paz y el fin de las guerras de Gaza e Israel, Ucrania y Rusia; sobre el calentamiento global; la pobreza, la trascendencia de Naciones Unidas y de los organismos multilaterales como garantes de la seguridad; la paz mundial, y el fraude electoral en Venezuela por líderes de Europa, Estados Unidos, Canadá y Latinoamérica. Mientras, la propia ONU como organismo internacional está impedido de prevenir, evitar o solucionar conflictos.
Los gobiernos de 31 países (Argentina, Australia, Austria, Bosnia y Herzegovina, Canadá, Costa Rica, Croacia, Dinamarca, la República Dominicana, Estonia, Alemania, Guatemala, Guyana, Hungría, Irlanda, Italia, Kosovo, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Países Bajos, Panamá, Perú, Portugal, Eslovenia, España, Suecia, Ucrania, el Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea) aplaudieron al pueblo venezolano por su participación en las elecciones del 28 de julio a pesar de las importantes dificultades. Más de 12 millones de personas ejercieron su derecho al voto y “su voluntad expresada debe respetarse”.
La crisis política venezolana es el ejemplo más de que ONU no asegura la dignidad, la libertad y la soberanía de pueblos indefensos, mucho menos su existencia. Los discursos que hicieron alguna referencia a Venezuela son más que expresión de apoyo la demostración de la fragilidad global para contener los gobiernos ilegítimos y transgresores del Derecho Internacional y de sus propias constituciones y leyes.
Desde Italia a la Patagonia
La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, manifestó en la Asamblea General la urgente necesidad de de reformar los organismos internacionales, comenzando por el Consejo de Seguridad de la ONU. Dijo que los sistemas democráticos están bajo una presión sin precedentes debido a la “fragmentación económica, el resurgimiento de conflictos y la falta de solidaridad global”, y sin que le temblara la voz instó a la comunidad internacional “a no permanecer impasible ante la situación venezolana. «La represión es brutal y debemos la voz por la ciudadanía víctima de la violación de los derechos humanos», dijo.
Santiago Peña –presidente de Paraguay– dijo los resultados oficiales de las elecciones presidenciales del 28 de julio ignoran la voluntad del pueblo. Afirmó que el proceso electoral estuvo signado por graves actos del régimen de Nicolás Maduro, como numerosas detenciones arbitrarias, y asedio criminal contra los actores de la oposición y desapariciones forzadas. Peña reiteró su apoyo a las fuerzas democráticas de Venezuela que luchan contra el autoritarismo por el retorno a un sistema verdaderamente democrático y no de fachada.
El jefe del Estado chileno, Gabriel Boric, se pronunció por una salida política razonable y apegada a la voluntad de los votantes: reconocer el triunfo de la oposición y reconocer a Edmundo González Urrutia como el presidente electo.
“Estamos frente a una dictadura que pretende robarse una elección, persigue a sus opositores y es indiferente ante el exilio de millones de sus ciudadanos. Se requiere una salida política que reconozca el triunfo de la oposición en las últimas elecciones y lleve adelante una transición pacífica a una democracia en forma”, afirmó. Cerró su discurso condenando doble estándar internacional, que antes de condenar cualquier violación de los derechos humanos, averigua el color político o ideológico del perpetrador.
Nayib Bukele, antes que atacar el fraude de Maduro y su comparsa, se defendió de las críticas. Dijo que encarcela a los opositores, no censura opiniones ni confisca bienes de quienes piensan diferente.
Guatemala, en la voz del presidente César Bernardo Arévalo de León, se manifestó contra la represión en Venezuela y Nicaragua, y en defensa de los principios democráticos en. “Rechazamos que se repriman policialmente las aspiraciones de libertad y justicia que expresan los pueblos mediante procesos libres y democráticos como ocurre en Venezuela y en Nicaragua”, dijo.
Javier Milei no ocultó su rechazo a la conducta de Nicolas Maduro. «Hay vientos autoritarios en el continente, esperamos que no se conviertan en huracán», había declarado canciller argentina, Diana Mondino, pero Milei no se quedó a mitad de camino y usó todas las letras: “El modelo de Naciones Unidas ha sido reemplazado por un modelo de gobierno supranacional de burócratas internacionales que pretenden imponer a los ciudadanos del mundo un modo de vida determinado. La organización que nació para defender los derechos del hombre ha sido una de las principales propulsoras de la violación sistemática de la libertad, como las cuarentenas a nivel global durante el año 2020, que deberían ser consideradas un delito de lesa humanidad”.
Denunció que mientras la ONU se ufana de defender los derechos humanos, permite que dictaduras sangrientas, incursa en crímenes de lesa humanidad, sean parte directiva de su Consejo de Derechos Humanos, sin el más mínimo reproche. «La ONU que dice defender los derechos de las mujeres, permite el ingreso al Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, a países que castigan a sus mujeres por mostrar la piel», reiteró.
Estados Unidos, Centroamérica, Sudamérica y el Caribe
Joe Biden apenas dedicó un par de líneas al fraude electoral perpetrado por el gobierno de Nicolás Maduro. El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, fue más amplio: ”El objetivo es garantizar que sean realmente respetados la voluntad y los votos; que el pueblo venezolano puedan determinar su propio futuro y sus voces sean escuchada. Estamos unidos en el compromiso de defender los derechos humanos de los venezolano y de lograr un esfuerzo inclusivo para instaurar un futuro democrático«.
Luis Lacalle Pou, de Uruguay, afirmó que “no se trata de exigir que a Maduro que presente las actas, sino de condenar el fraude y reconocer a Edmundo González como presidente electo.
Panamá y Uruguay han sido más democráticos en sus exigencias. No piden la publicación de actas electorales ni salidas políticas, sino el traspaso de poder a Edmundo González Urrutia. El presidente de Panamá, José Raúl Mulino Quintero, fue tajante: “Adjudicarse un triunfo sin presentar las actas es cómo querer ganar un juicio sin presentar pruebas”.
El presidente de República Dominicana, Luis Abinader, advirtió sobre el mal ejemplo de Venezuela para la democracia en América Latina. “Combina la concentración del poder, la persecución de la oposición y la censura a los medios”, enumeró.
Arnoldo André, canciller de la República de Costa Rica, teorizó sobre los retos que enfrenta la humanidad y el rol del multilateralismo. Sentenció que «una democracia no persigue ni intimida; no encarcela por motivos políticos ni tortura». Pero alzó la voz para exigir ante los dirigentes del mundo que no permitan que la represión y la dictadura se normalicen en Venezuela».
No a la paz aparente
Terminada la Asamblea General de la ONU se puede concluir que el mundo subsiste en una paz aparente. La cooperación y la franqueza entre las naciones es apenas una apariencia, y que en esa condiciones es imposible que pueda garantizar la estabilidad y el bienestar de los pueblos del mundo. Sin cooperación y sin juego limpio no se pueden superar los conflictos ni evitar las guerras, mucho menos exorcizar al mundo de dictaduras abominables.
La grave situación de Venezuela apenas fue otro tema de los discursos, casi todos con guantes de algodón y cuidadosos de no pisar callos ni herir susceptibilidades, y políticamente correctos. Totalmente incompatibles con los 11 millones de personas que viven en el umbral de la hambruna, los cientos de miles que han muerto víctimas de la violencia y los más de 8 millones que han dejado atrás su tierra, sus pertenencias y su familia con la ilusión de encontrar alguna luz.
No hay mejor ejemplo que Cuba. Ya suma seis décadas de autoritarismo, anomia, censura y paredón y sigue reconocido como un Estado-parte de la ONU. El camino que han escogido Nicaragua y Venezuela. Son inconsistencias que merecen una revisión, mejor, ser corregidas ante la inoperancia generalizada y altamente burocratizada de la ONU
La Asamblea General de las Naciones Unidas evidenció sus propias debilidades. Mandatarios que elevan su voz pero son incapaces de pasar de la retórica y la diplomacia a la acción. Mientras, el principio de no intervención y autodeterminación, mantiene a los pueblos subyugados por regímenes totalitarios; la capacidad de arbitraje y los tratados de seguridad y defensa han sido sustituidos por la conveniencia de intereses particulares, la agresión impune y la desigualdades masivas.
Es tiempo de revisar la misión de la ONU, de dar respuestas como órgano fundamental de la paz mundial, del orden público internacional, de la defensa real de los derechos humanos y del desarrollo sostenible de los pueblos más vulnerables. Lo decía Charles De Gaulle: Una causa, la del hombre; una necesidad, el progreso mundial; un deber, la paz.