Por Marta Hurtado | Efe
18/10/2016
Naciones Unidas se ha mostrado en alerta máxima pero sin fondos suficientes para hacer frente una «larga y compleja» crisis humanitaria consecuencia de la liberación de Mosuldel yugo del Estado Islámico (EI), una campaña que puede provocar «una catástrofe».
Las agencias humanitarias de la ONU anunciaron que están listas, con material y personal, para enfrentarse a lo que prevén se convertirá en una crisis.
En teleconferencia desde Irak, Thomas Lothar Weiss, jefe de la misión de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) en el país, alertó de que «cientos de miles de desplazados» abandonarán la ciudad durante el tiempo que dure la campaña militar, lo que puede provocar una «enorme crisis humanitaria en 2017».
El portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), William Spindler, afirmó que la batalla podría provocar «una catástrofe humanitaria», sin especificar si será a corto plazo o el año que viene.
Lo que sí especificó y advirtió es que se espera que hasta un millón de personas abandonen la ciudad y se conviertan en desplazados internos o refugiados en los países vecinos.
De hecho, Weiss indicó que por ahora se ha detectado que muy pocas personas han huido de Mosul desde que comenzó la campaña el lunes, pero que «el número de huidos ascenderá dramáticamente una vez las fuerzas iraquíes se acerquen a las afueras de la ciudad».
El Gobierno iraquí, apoyado por las fuerzas de una coalición internacional, comenzó el lunes la batalla para liberar Mosul -la segunda ciudad del país y donde se estima que viven dos millones de personas- y que ha estado en manos del EI durante dos años.
«Todos estamos preparados, hemos elaborado planes de contingencia, tenemos material y personal preparado pero el problema es que la situación es fluida e impredecible», afirmó en rueda de prensa Robert Mardini, responsable de Irak del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Además de la ACNUR, el CICR y la OIM, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), Unicef, el Programa Mundial de Alimentos (PAM) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han preparado sus propios planes de contingencia y tienen personal y material sobre el terreno.
No obstante, todos se quejaron de falta de fondos y de que no habían recaudado suficiente para poder financiar sus actividades entorno a la batalla de Mosul.
Los principales temores son la falta de agua potable y saneamiento, y las eventuales consecuencias sanitarias que se deriven, dado el riesgo de que surjan brotes de enfermedades diarreicas, mortales para los más vulnerables.
Unicef ha establecido un plan para evitar que ello suceda, además de tener organizada una campaña de vacunación para inmunizar a los niños contra graves enfermedades como la polio o el sarampión.
Otro problema es la falta de tierra para construir campos de refugiados, dada la escasa disponibilidad de parcelas públicas o privadas para ese uso.
Weiss alertó de que la ONU teme que las personas que tratan de huir no sólo se encuentren inmersas en medio de fuego cruzado sino que sean usadas «como escudos humanos», táctica practicada por los yihadistas del EI en otras batallas.
«Los civiles se encuentran en una situación de riesgo extremo», sostuvo Weiss quien agregó que su organización también teme que el EI use armas químicas. Aclaró que la OIM no ha hablado con ninguna víctima o testigo del supuesto uso de armas químicas, y que el temor a que hayan sido usadas o puedan usarse se basa en noticias de prensa locales, pero que dado el peligro que representan, la entidad está muy preocupada.