Por Cristina García Casado | Efe
02/06/2016
- Margallo: «Venezuela está en la frontera del caos»
Los 34 países de la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobaron el miércoles por consenso una declaración conciliadora sobre Venezuela en una sesión de la que se ausentó el secretario general, Luis Almagro, para dejar claro que esta iniciativa es distinta de la Carta Democrática que activó el martes.
Durante diez horas de sesión y dos recesos, Venezuela batalló para introducir cambios de poco calado en una declaración ya descafeinada que consensuaron otros 21 países en la última semana bajo el liderazgo de Argentina, que ostenta la presidencia rotatoria del Consejo Permanente.
La declaración que había presentado Venezuela inicialmente solo cosechó el apoyo de cuatro Estados (Bolivia y Nicaragua, más Ecuador y Dominica, que apoyaron las dos), un resultado que evidencia que ha perdido parte de la arrolladora influencia que en años anteriores le llevó a ganar o evitar votaciones en la OEA sin esfuerzo ni concesiones, gracias al apoyo de la Alianza Bolivariana, el bloque de Petrocaribe y los anteriores Gobiernos de Argentina y Brasil.
El texto aprobado, en el que Venezuela incorporó añadidos para defender su «soberanía», se limita a ofrecer a Caracas «algún curso de acción que coadyuve a la búsqueda de soluciones a su situación mediante un dialogo abierto e incluyente entre el Gobierno, otras autoridades constitucionales y todos los actores políticos y sociales de esa nación para preservar la paz y la seguridad en Venezuela con pleno respeto a su soberanía».
En las conversaciones de pasillo fuera de micrófono, un amplio número de diplomáticos de distinto color político aseguró a Efe que la iniciativa liderada por Argentina no habría tenido lugar si no hubiera sido por la presión que pesa sobre los Estados al haber activado Almagro el proceso de aplicación de la Carta Democrática.
En los corrillos, que abundaron en las casi siete horas de recesos, se dijo desde que esta sesión no es más que «un intento de lavar la cara del Consejo Permanente con un plumerito» hasta que «todo esto responde a la lógica de Argentina de que su canciller, Susana Malcorra, aspira a la Secretaría General de la ONU».
Consciente de que esta idea ha ido calando, el representante alterno de Argentina, Julio César Ayala, defendió el trabajo de su canciller y quiso desmentir «cualquier especulación que circule sobra las intenciones de Argentina en este tema, que no sean ayudar a Venezuela«, unas especulaciones que, subrayó, «son absolutamente falsas».
Durante la sesión ninguno de los Estados hizo mención a la ausencia de Almagro y sólo algunos países (Ecuador, Nicaragua, Venezuela, Antigua y Barbuda, Dominica y Jamaica) criticaron, en diferentes grados, su actuación en el caso de Venezuela.
No obstante, la mayoría de los países quisieron lanzar hoy, con palabras o hechos, un mensaje de afirmación de su papel en la OEA frente a la Secretaría General. «Alguien lo dijo por ahí y creo que no se repite lo suficiente, los Estados somos los dueños del organismo», afirmó el presidente del Consejo Permanente, el embajador argentino Juan José Arcuri.
Ayala admitió en ese sentido que la misión argentina quería «incluir más mensajes en el texto, más duros, estridentes, con más compromisos» pero no lo hizo porque «lo más importante es que haya una declaración del Consejo Permanente que permita un diálogo».
Canadá, patrocinador también del texto, reconoció que su misión quería introducir «términos más duros» y que el mensaje aprobado es «blando, débil y mantiene silencio sobre los principios fundamentales básicos de la democracia y los derechos humanos».
Colombia dijo, pese a apoyarlo, que «no contiene todos los elementos que uno pensaría que deben estar allí presentes» y EEUU, patrocinador, señaló que «no es perfecto».
Paraguay, el único Estado que apoya abiertamente a Almagro con la Carta Democrática, fue el más duro con Venezuela y no respaldó la declaración (aunque no impidió el consenso) porque no incluye la «exhortación» para que el Gobierno permita el referendo revocatorio que promueve la oposición.
La larga sesión concluyó con un gesto que los veteranos de la OEA consideran insólito: Arcuri negó la palabra al jefe de gabinete de Almagro, Gonzalo Koncke, y el resto de embajadores aplaudieron y se levantaron de la sala, algo que Koncke recibió con «desconcierto». «Cuando hablamos de multilateralismo (…) acallar voces no parece la respuesta en la que primero uno piensa», dijo a la prensa después de la reunión.
Almagro no reaccionó a este desplante pero horas antes dejó claro que sigue determinado a seguir por el camino de la Carta Democrática.