La obsolescencia programada es la determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño, este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible por diversos procedimientos. Por ejemplo, por falta de repuestos y haya que comprar otro que lo sustituya.
¿Qué es lo que está sucediendo en el mercado de los profesionales que tienen más de 55 años?
Los datos fríos muestras que la empleabilidad en España a partir de los 55 años de edad cae de forma dramática y muchas empresas están despidiendo a directivos y mandos intermedios que superan esa edad.
El coste laboral de este tipo de directivos y mandos intermedios es sustituido por perfiles más jóvenes que “a priori” podrían realizar el mismo trabajo a un coste menor.
Un primer análisis rápido y simple puede caer en la creencia que los directores de recursos humanos no saben valorar o aprovechar este tipo de talento y que por lo tanto su estrategia no es correcta.
Si lo analizamos fríamente, un profesional es un activo laboral que tiene un coste y se podría llegar a la conclusión de que merece la pena económicamente sustituir personal mayor por personal más joven y barato. Si pensamos en un reponedor de mercancía en un almacén, y lo comparamos con su efectividad y coste por hora, sería más eficiente usar gente joven y más barata.
El problema es cuando tratamos de hacer la misma reflexión con un director financiero, en el cual entran otras variables, como la experiencia profesional.
La intención de este artículo es analizar si la culpa de que decaiga la empleabilidad de los directivos mayores de 55 años es de la empresa o si los directivos tienen gran parte de culpa en que esto ocurra. Podría ser verdad que los directivos llegan a una etapa profesional en la cual no han evolucionado suficientemente y se han quedado obsoletos. Esto es, en muchos casos, lo que está sucediendo.
¿Qué es la obsolescencia programada en directivos?
Yo la defino como la desactualización progresiva de un directivo que lleva a que su empresa y el mercado que le rodea no lo consideren competitivo para las necesidades actuales. El entorno ha cambiado más rápidamente de lo que él ha sido capaz de cambiar.
Primero, analicemos el entorno competitivo que tenemos en el siglo XXI y saquemos conclusiones con el tipo de directivo que se necesita.
Flexibilidad
Los modelos de negocio que antes duraban años ahora apenas duran pocos meses. Vemos como industrias que duraron todo el siglo XX, en el XXI son parte del pasado. Lo primero que el mercado demanda es flexibilidad en los directivos y muchos crecieron y se educaron en entornos constantes, y no han sabido evolucionar. Por tanto, se han quedado fuera de juego.
Conozco muchas empresas que han tenido que echar a su comité de dirección, porque el modelo de negocio actual implica destruir el que ellos habían creado y se niegan a aceptarlo.
Ahora más que nunca necesitamos trabajadores y directivos que sepan desaprender y que entiendan que los productos y servicios que han conocido toda la vida en el entorno actual no tienen sentido.
Liderazgo
En esta época de cambio necesitamos líderes en las organizaciones. Y el liderazgo se ejerce, sobre todo, a través de los hechos no de las palabras.
Muchas organizaciones necesitan cambios y sus directivos son los primeros que demuestran con sus hechos y la forma de ver el mundo que no quieren cambiar, que no creen en las nuevas tendencias o tecnologías.
La cultura de las empresas se transmite por copia, y por este motivo la forma más rápida que los trabajadores cambien su forma de trabajar y pensar es observando a sus jefes que lideran las nuevas formas de pensar y actuar.
Dirección de proyectos
En este mundo tan cambiante, las organizaciones necesitan directivos y mandos intermedios que sepan hacer, en lugar de decir. Por este motivo la dirección de proyectos es la herramienta más eficaz para gestionar el cambio en las organizaciones.
Los directivos del siglo XX estaban acostumbrados a dirigir empresas que no cambiaban y no necesitaban la gestión por proyectos.
Conocimiento
Si bien es cierto, que mucha base del conocimiento de management sigue siendo igual, en los últimos años han aparecido numerosas herramientas que no existían en el siglo pasado y que son absolutamente necesarias para gestionar las empresas actuales: metodologías ágiles, design thinking, holocracia, etc.
Por otro lado, la tecnología cambia continuamente y hay que estar continuamente actualizándose. Los directivos del siglo XXI por un lado se están formando continuamente y por otro están desaprendiendo.
Por último, debo añadir un punto que no depende del entorno cambiante que nos rodea, sino de cómo nos valoran nuestros compañeros de trabajo.
Cuidar la percepción, no parecer obsoleto ni viejo
Si buscamos el significado de la palabra percepción en el diccionario veremos que dice “primer conocimiento de una cosa por medio de las impresiones que comunican los sentidos”. Esto significa que nuestros cerebros interpretan la realidad que vemos, olemos, escuchamos y tocamos.
La palabra “viejo” o “mayor” asociada a las personas hace que pensemos en personas lentas, con falta de reflejos, carentes de energía y sin nuevas ideas. De tal modo que a partir de cierta edad tenemos que cuidar más que nunca la forma de vestir, nuestros hábitos alimenticios y el ejercicio diario que nos ayudarán a proyectar en los demás una imagen menos negativa derivadas del paso de los años.
En resumen, si no quieres ser un directivo obsoleto tienes que cambiar la forma de trabajar, la forma de pensar y seguir formándote para no quedarte fuera del mercado.
Cada uno es responsable de su carrera profesional y debe dirigirla para adaptarla al entorno del siglo XXI. Piénsalo, los directivos del siglo XX no tienen sentido en el siglo XXI.
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