A pocos días de que comience la temporada de huracanes, expertos meteorológicos y científicos vaticinan que este año podría ser uno de los más desafiantes. La anticipación se fundamenta en una serie de factores que sugieren que será más fuerte y potencialmente más destructiva que los anteriores. El tema de los pronósticos sobre la fuerza devastadora parece un déjà vu. Con el cambio climático, todos los años se asegura que la temporada por comenzar superará la anterior. Sin embargo, este año tiene el añadido de que coincide con la llegada de La Niña.
Este fenómeno climático, que se caracteriza por temperaturas oceánicas más frías de lo normal, favorece la formación de tormentas y huracanes en el Atlántico. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica pronostica entre 17 y 25 tormentas tropicales con nombre durante esta temporada. El mayor número jamás anticipado en sus 154 años de historia. Se espera que entre 8 y 13 tormentas se conviertan en huracanes.
Más intensidad
El periodo de huracanes en la cuenca del Atlántico comenzará el 1 de junio y se prolongará hasta el 30 de noviembre. La NOAA espera que se formen hasta siete de categoría 3, 4 o 5 con vientos de 111 millas por hora o más. Los pronosticadores tienen un 70% de confianza en estos rangos. «En cualquier momento pueden ocurrir condiciones climáticas severas y emergencias, por lo que las personas y las comunidades deben estar preparadas. Ya estamos viendo tormentas moverse por todo el país que pueden traer peligros adicionales como tornados, inundaciones y granizo», alertó Erik Hooks, administrador adjunto de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias de Estados Unidos.
Este año La Niña será factor determinante de la actividad e intensidad de la temporada de huracanes, sobre todo entre agosto y octubre. Los expertos explican que el fenómeno hace que se reduzca la cizalladura del viento en el Atlántico, un patrón que favorece el desarrollo y permanencia de las depresiones tropicales que se forman. Esto sumado a condiciones en superficie propicias aumenta la inestabilidad. Aseguran que un indicativo de que esta podría ser una temporada más activa son las temperaturas del agua en el océano Atlántico.
En general dominan las anomalías de temperatura positivas, propicias para que los huracanes tengan mayor facilidad de formarse e intensificarse. Cuando el fenómeno de La Niña coincide con temperatura del agua elevadas, la formación de estos fenómenos meteorológicos tropicales es más frecuente y además suelen hacerse más devastadores.
Se quedan cortos
La NOAA explica que con La Niña los vientos alisios cobran intensidad para llevar más agua tibia hacía el oeste, y en el Pacífico oeste las aguas profundas y frías se elevan para reemplazarla. “Al mismo tiempo, el abundante contenido de calor en el océano Atlántico tropical y el Mar Caribe crea más energía para impulsar el desarrollo de tormentas”. Añade que las temperaturas en el mar están derritiendo los glaciares, lo que provoca un aumento en el nivel del mar. Esto también incrementa los riesgos de marejadas para esta temporada de huracanes.
Se espera se genere entre 175 y 225 unidades ACE de energía, un valor bastante elevado dado que el promedio de una temporada es de 123. Esto se refiere a la energía ciclónica acumulada, es una medida de cuánta energía se transforma en viento y es un buen indicador de lo activa que puede llegar a ser una temporada. Los huracanes más fuertes registran más ACE. La temporada de 2005 es hasta la fecha la que más energía ciclónica acumulada registró.
Los científicos están proponiendo que haya una nueva clasificación de huracanes ante el cambio climático. Cinco huracanes han superado el hipotético nivel 6 de intensidad en la última década. Creen que debido al calentamiento global el riesgo seguirá creciendo.
Preparados para lo peor
La agencia meteorológica habilitará nuevas herramientas de análisis y pronóstico. Pondrá en funcionamiento dos nuevos modelos predictivos. El primero se conoce como MOM6 y está diseñado para representar con presión los efectos de las condiciones oceánicas en la intensidad de los huracanes. El segundo es el SDCON. Con este anticipará la probabilidad de una rápida intensificación de las tormentas tropicales. El objetivo es alertar sobre fenómenos raros y poco frecuentes como Otis.
La NOAA espera mejorar sus sistemas de monitoreo con el fin de optimizar las tareas de análisis del océano y la atmósfera durante la temporada de huracanes. Entre sus estrategias está desplegar “docenas” de planeadores submarinos de observación en aguas del Caribe, el golfo de México y la costa este de Estados Unidos. Asimismo, pondrá en funcionamiento una nueva sonda de caída liviana llamada Streamsonde. La herramienta recopila datos sobre el viento en tiempo real durante tormentas tropicales en desarrollo.
El Centro de Predicción Meteorológica, en asociación con el Centro Nacional de Huracanes, emitirá un gráfico experimental de precipitaciones para el Caribe y Centroamérica durante esta temporada de huracanes. El recurso proporciona pronósticos de lluvia asociados con tormentas tropicales. Está previsto gestionar en español materiales informativos, como los avisos públicos, el debate sobre ciclones tropicales, la actualización sobre ciclones tropicales y mensajes clave relacionados con la cuenca del Atlántico. Rick Spinrad, administrador de la NOAA, aseguró que “la agencia está tomando pasos proactivos para cumplir con su misión de salvar vidas y proteger la propiedad”.
La de 2023 no fue poca cosa
La temporada de huracanes en el Pacífico oriental del año pasado comenzó más tarde de lo habitual, pues la primera tormenta tropical, bautizada como Adrián, se formó el 27 de junio. Hubo huracanes notables como Beatriz, Calvin, Dora y Eugene. A pesar del inicio tardío, demostró ser activa, con un índice ACE de alrededor de 155 unidades, según la Universidad Estatal de Colorado y datos del Centro Nacional de Huracanes.
En el Atlántico, el huracán Hilary emergió con una fuerza notable. Su rápida intensificación sorprendió a los pronosticadores. Pasó de tormenta tropical a huracán de categoría 4 en cuestión de horas, con vientos máximos de 215 km/h. A pesar de las fluctuaciones en su intensidad, Hilary dejó una marca perdurable antes de su disipación. Otro que destacó fue Lidia debido a su trayectoria errática y cambios repentinos. Estaba previsto que tocara tierra en varios lugares, pero se convirtió en huracán de categoría 4 en menos de 24 horas, con vientos sostenidos de 220 km/h. Su llegada a la costa de Jalisco resultó en daños considerables y pérdida de vidas.
Norma tuvo un impacto significativamente en la península de Baja California. Con fuertes vientos y lluvias torrenciales, provocó inundaciones y cortes de energía. Sin embargo, el más poderoso de la temporada fue Otis. Se formó en el golfo de Tehuantepec, pasó de tormenta tropical a huracán de categoría 5 en tiempo récord, con vientos máximos sostenidos de 270 km/h y una presión mínima de 923 mbar. Se convirtió en uno de los más fuertes de la década. Su impacto fue particularmente devastador. Tocó tierra en Guerrero, México, como un huracán de categoría 5 y causó daños generalizados.
Algunos de los más devastadores
- María. 16 al 30 de septiembre de 2017. Categoría 4 y 5. En República Dominicana arrasó con fuerza de categoría 5 y en Puerto Rico llegó como huracán de categoría 4. Los daños fueron de 90.000 millones de dólares. La cifra oficial de muertos fue de 2.975 en Puerto Rico. Sin embargo, la cantidad podría oscilar realmente entre 793 y 8.498. En Dominicana fueron 31 personas. También se reportaron fallecimientos en St. Thomas, República Dominicana y Haití.
- Harvey. 17 de agosto al 1 de septiembre de 2017. Categoría 4. Tocó tierra primero como huracán de categoría 4 cerca de Rockport, Texas, y azotó la costa del estado durante cuatro días. Más tarde, su remanente de menor intensidad tocó tierra en el suroeste de Louisiana. Se calcula que 27 billones de galones de agua cayeron sobre Texas y Louisiana en seis días. Los daños materiales fueron de 125.000 millones de dólares. Se reportaron al menos 68 muertos.
- Sandy. 22 al 29 de octubre de 2012. Categoría 3. Tocó tierra en Cuba con categoría 2, y golpeó Nueva Jersey como ciclón postropical. También pasó por Haití, Jamaica, Cuba y las costas de Nueva Jersey y Nueva York. Fueron 65.000 millones en pérdidas. Los muertos ascendieron a 147 muertes, incluidos 72 en Estados Unidos, 54 en Haití, 11 en Cuba, tres en República Dominicana, dos en Bahamas, una en Canadá, una en Jamaica, una en Puerto Rico y dos muertes en el mar.
- Katrina. 25 al 29 de agosto de 2005. Categoría 5. Golpeó Florida, Alabama, Mississippi y Louisiana. Provocó daños por 125.000 millones de dólares. En Estados Unidos murieron directamente por su impacto 1.200 personas, a las que se suman cientos de fallecimientos más causados de manera indirecta.