Luego de la Segunda Guerra Mundial, toda Europa intentaba levantarse de la devastación. Inglaterra, cuna de la revolución industrial, invertía nuevamente en sus grandes industrias.
Las calderas británicas y las chimeneas londinenses volvieron a encenderse, arrojando dióxido de carbono a la atmósfera nuevamente.
El invierno de 1952 fue inusual, ya que en Londres ocurrió un anticiclón en donde el aire frío se condensó en las zonas bajas mientras que el aire caliente se ubicó en las zonas altas. Esta condición meteorológica hizo que la niebla en la capital británica fuera más espesa que de costumbre.
A este escenario se le sumó el despertar industrial de la ciudad. Las chimeneas despedían grandes cantidades de humo, además los coches londinenses a diesel circulaban sin cesar, creando una mezcla letal.
El aire de Londres fue veneno puro
La atmósfera de Londres se convirtió en veneno puro, en un manto espeso y oscuro, donde no podía verse nada más allá de los dos metros de distancia.
La capital quedó ahogada por una niebla muy densa, donde no solo era imposible circular en coche o autobús, pues los transeúntes tampoco podían moverse o dar un paso con normalidad, pues no podían respirar.
La niebla 🌫️ es bastante habitual en la capital británica. Sin embargo, lo que ocurrió aquella semana de diciembre de 1952, fue algo muy poco común. A final de año sucedió un fenómeno climático nada usual, un gran anticiclón se posó sobre Londres 👉👂 https://t.co/uKWVivJe6p pic.twitter.com/lTUwUFVzg7
— Cambio16 (@Cambio16) June 17, 2019
Los hospitales empezaron a llenarse de gente con problemas graves de cianosis, bronquitis, hipoxia, bronconeumonías, un abanico de sintomatologías respiratorias originadas por la niebla venenosa repleta de contaminantes, de elementos nocivos concentrados por el extraño fenómeno, donde se hallaban —además— altísimos niveles de azufre, hollín y dióxido de carbono.
Las primeras personas en fallecer fueron aquellas aquejadas por problemas respiratorios, más tarde fueron los niños, los ancianos y personas que perdían la vida a causa de los innumerables accidentes.
A raíz del «Gran Smog» de 1952 se firmó del Acta de Aire Limpio, con el fin de eliminar las combustiones de carbón en industrias y hogares, e impedir que vuelva a repetirse un desastre de esa magnitud.
Para más información visite Cambio16.
Lea también: Se acaba el tiempo para el planeta