Cerca de 10.000 satélites en funcionamiento rodean el planeta. También hay muchísimas sondas desaparecidas, cuerpos de cohetes abandonados y millones de otras piezas de basura espacial que se precipitan alrededor de la Tierra a unos 27.000 kilómetros por hora. La NASA, consciente de ese grave problema que se acumula, pondrá en marcha una estrategia para garantizar que el espacio que rodea el globo se limpie.
La Estrategia de Sostenibilidad Espacial de la NASA menciona el rápido crecimiento de la población de satélites y el espacio cada vez más congestionado que es la órbita terrestre baja. Así como todos esos peligrosos trozos de basura espacial, grandes y pequeños. Observa una expansión de constelaciones artificiales en el cielo formadas por miles de satélites cada una. La mayor con diferencia es Starlink, de SpaceX, que podría llegar a reunir más de 40.000 naves espaciales en sus filas. El Proyecto Kuiper de Amazon planea no quedarse atrás.
«La publicación de esta estrategia marca un verdadero progreso para la NASA en materia de sostenibilidad espacial. El espacio está ocupado y cada vez está más ocupado. La NASA se está asegurando de que estemos alineando nuestros recursos para apoyar una actividad sostenible para todos», dijo la administradora adjunta de la agencia, Pam Melroy.
Actualmente, los entornos espaciales están viendo el rápido surgimiento de capacidades comerciales, muchas de ellas impulsadas por la NASA. Estas capacidades incluyen una mayor actividad de satélites en órbita terrestre baja y planes para el uso de constelaciones de satélites, naves espaciales autónomas y destinos espaciales comerciales. Sin embargo, afirmó Melroy, este aumento de actividad también ha generado desafíos, como un entorno operativo más poblado de naves espaciales y un aumento de desechos. Y comprender los riesgos y beneficios asociados con este crecimiento es crucial para la sostenibilidad espacial.
La NASA quiere limpiar la basura espacial
Si se produjera una colisión en órbita, por ejemplo, entre el cuerpo de un cohete abandonado y un satélite muerto, eso generaría aún más escombros con el riesgo de más colisiones. E inutilizando esa órbita durante años o décadas. Es similar a un accidente de auto en un carril de la autopista, excepto que no hay vehículos de emergencia en el espacio. Y no hay manera de limpiarlo todo sin gastar miles de millones de dólares en un proceso que duraría años, sugiere un análisis de National Geographic.
«Estoy muy contento de ver que la NASA está haciendo esto. Pero creo que es muy importante ver si el Congreso de EE UU les da el presupuesto para hacer realmente algo diferente», dice Darren McKnight, miembro técnico senior de LeoLabs. Una empresa de seguimiento de naves espaciales y desechos con sede en Menlo Park, California.
Los modelos a largo plazo son útiles, agrega, ya que muestran cómo los desechos podrían seguir acumulándose durante décadas. Pero la agencia pasa por alto el hecho de que las cosas malas ya están ocurriendo, y también necesitan soluciones ahora.
Recuerda que el 28 de febrero, la nave Timed de la NASA, que estudia la radiación solar en la atmósfera superior, estuvo a punto de chocar con un satélite ruso desaparecido hace 32 años. El satélite estaba muerto, por lo que era imposible que maniobrara para apartarse. Si hubieran colisionado, nadie habría podido evitarlo. Y cree que lo que está en juego es más importante. La Estación Espacial Internacional en los últimos dos años se ha visto amenazada por basura espacial en órbita.
Riesgos, choques y desastres
Melroy y sus colegas están especialmente preocupados por los riesgos que corren la EEI y los astronautas que viajan a bordo. En el peor de los casos, los módulos críticos de la estación se verían comprometidos y cualquier astronauta que no pudiera subir a una nave espacial y escapar moriría.
El enfoque de la NASA hacia la sostenibilidad espacial reconoce cuatro dominios operativos: la Tierra, la órbita terrestre, el área orbital cerca y alrededor de la Luna conocida como espacio cislunar. Así como el espacio profundo, incluidos otros cuerpos celestes. El primer volumen de la estrategia se centra en la sostenibilidad en la órbita terrestre.
Lo cierto es que cualquier satélite que orbite en una zona muy poblada corre un riesgo cada vez mayor de ser aplastado por un trozo de metal errante que se estrelle contra él, convirtiéndose en desecho.
Estados Unidos, China y la India también han probado misiles antisatélite haciendo estallar sus propios satélites, creando basura espacial en el proceso. El problema era tan grave que en 2022 la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, pidió una moratoria internacional de estas pruebas de armas contaminantes del espacio.
Moriba Jah, ingeniero aeroespacial de la Universidad de Texas sostiene que, en última instancia, la NASA y otras agencias y empresas espaciales deben afrontar el hecho de que «el destino de todo lo que lanzamos es convertirse en basura, y eso tiene que cambiar».
Algunas agencias ya están tratando de hacer lo que Jah sugiere, y la NASA se está poniendo al día. La Agencia Espacial Europea dio a conocer hace más de un año su planteamiento de «basura cero». Tiene objetivos específicos que la agencia planea cumplir para 2030 con el fin de reducir los riesgos de colisión de satélites con basura en órbita.
Normas federales para desechos y contaminación
La Agencia Espacial del Reino Unido anunció que daría prioridad a la sostenibilidad espacial en 2023. Y Japón también ha empezado a invertir en empresas espaciales privadas dedicadas a abordar el problema de la basura espacial. Este país también colabora con las Naciones Unidas para concienciar al mundo sobre este problema.
Asimismo, algunas agencias reguladoras estadounidenses como la Comisión Federal de Comunicaciones tienen sus propias normas sobre basura espacial. En 2022, la FCC impuso nuevas normas destinadas a obligar a las empresas de telecomunicaciones a deshacerse de sus viejas naves espaciales en lugar de dejarlas a la deriva en órbita durante décadas. La Administración Federal de Aviación también ha propuesto una norma para obligar a las empresas espaciales a deshacerse de las etapas superiores de los cohetes que queden en órbita.
Pero la estrategia de la NASA podría suponer un importante paso adelante, afirma Jah. Sin embargo, es una oportunidad perdida de enlazar con los principios de gestión de residuos ya desarrollados para la contaminación terrestre, oceánica y atmosférica, afirma.
«La comunidad espacial está intentando reinventar la rueda», añade Jah. A diferencia de su homóloga europea, la NASA también carece actualmente de un plan concreto para desarrollar una economía espacial circular. Lo que significa rediseñar las naves espaciales, experimentar con nuevos materiales y combustibles y reutilizar y reciclar los satélites en lugar de desplegar tantos de un solo uso.