La ciencia ficción no solo atrapa al espectador común que se recuesta en la butaca de un cine o, se sumerge en un buen libro para dejarse llevar por situaciones inimaginables, también cautiva a los científicos. Muchos de ellos quedaron encantados desde niños con historias descabelladas y ahora las han hecho realidad. Potenciar el cerebro humano es uno de esos temas acuciosos e inexplorados en los que se afianzan los investigadores: hacer de este órgano un superpoder de la mano de la nanotecnología.
Los clásicos de Julio Verne e Isaac Asimov, por citar algunos, o series de TV o comics de los años sesenta, mostraron mundos avanzados. En Los Supersónicos no solo se desplazaban en taxis aéreos sino que visualizaron las primeras videollamadas entre el señor Sónico y su jefe el señor Júpiter.
La exploración espacial y la comunicación por satélite, han sido otros de los temas favoritos de la ciencia ficción y han experimentado importantes avances en el mundo real. Las visiones retratadas en 2001: Una odisea del espacio de Arthur C. Clarke ya no son conceptos vagos. Empresas como SpaceX están desarrollando cohetes reutilizables, acercándose al futuro imaginado décadas atrás. La inteligencia artificial está aterrizando esos sueños impensables que revolotearon en algunas mentes.
En medicina, la ciencia ficción ha permitido vislumbrar la terapia de realidad virtual, una idea puramente especulativa en ‘Matrix’. Actualmente es un tratamiento innovador para el trastorno de estrés postraumático y el dolor crónico. Del mismo modo, el uso de una interfaz cerebro-computadora ha permitido moverse a personas con parálisis.
El científico informático y futurista estadounidense Ray Kurzweil cree que habría que esperar hasta 2045 para tener alguna versión de una interfaz artificial que estimule el cerebro y multiplique sus potencialidades.
La nanotecnología potencia facultades del cerebro
Esta posibilidad, comentó Kurzwell, podría conectar el cerebro a lo último en Internet, desbloqueando la capacidad de obtener respuestas a las preguntas en un instante. Consideró que desarrollar el cerebro con nanotecnología tiene una gran ventaja: «Una pulgada cúbica de circuito de nanotubos, una vez completamente desarrollado, sería hasta cien millones de veces más potente que el cerebro humano».
Con el tiempo, todos podríamos llegar a estar tan interconectados que la humanidad podría formar una especie de supercerebro, creen algunos investigadores. Sería un verdadero nivelador, sin importar su origen social o económico, reseña un artículo de Popular Mechanics.
Los científicos que han estado reflexionando sobre cómo mejorar la capacidad del cerebro humano creen que la nanotecnología será el vehículo para esta revolución en la mente. Específicamente, una interfaz cerebro-nube (B-CI) podría mejorar ese concepto abstracto de la cognición (percepción, razonamiento, inteligencia, aprendizaje). También cambiar la forma en que nos educamos y conectar a los humanos de una manera que nunca antes habíamos experimentado.
Asimismo, podría vincular los componentes básicos del cerebro a inmensas redes de computación en la nube, todo en tiempo real.
En 2019, un equipo internacional de científicos describió cómo una interfaz brain-cloud permitiría a los humanos acceder a la gran cantidad de información en Internet, que ronda los 147 zettabytes de datos. Publicaron sus resultados en la revista Frontiers in Neuroscience. Pero ¿podría alguien soportar tantos datos? ¿Sería sostenible ampliar esas capacidades?
Cinco años después, el autor principal del artículo, Nuno Martins, Ph.D, cree que la búsqueda de una interfaz cerebro-nube es más prometedora que nunca debido al ritmo del desarrollo tecnológico. Su investigación en neurociencia, nanotecnología y longevidad humana lo ha llevado a la conclusión de que una B-CI es posible. Aunque pueda parecer absurdo.
Un supercerebro conectado a la nube
Muchas veces hemos escuchado que el ser humano solo usa el 10% del cerebro. Esta premisa ha sido desmentida en varias oportunidades. El cerebro lo usamos todo, incluso cuando no estamos haciendo nada.
Ahora la ruta a seguir es explotar aún más sus capacidades. Los investigadores imaginan nanobots habitando el cerebro, monitoreando y procesando el flujo de datos desde una supercomputadora basada en la nube. Para lograrlo, cada nanobot sería increíblemente pequeño: aproximadamente una centésima parte del ancho de un cabello humano.
Martins y su equipo tienen la visión de incorporar un nanobot dentro de cada célula cerebral. Hurgar en el cerebro humano tiene muchos desafíos. En promedio contiene unos 86 mil millones de neuronas. Puede haber tres veces más células gliales que neuronas. Proporcionan apoyo químico y físico, incluido el mantenimiento de las neuronas en su lugar. Las sinapsis, los puntos donde las neuronas se comunican mediante la transmisión de rápidos impulsos eléctricos, suman alrededor de 7.000 por neurona.
Cientos de miles de millones de nanorobots increíblemente diminutos estarían especializados en tres tipos distintos de células cerebrales, recoge Popular Mechanics. Las “endoneurobots” dentro de las neuronas, las “sinaptorobots” muy próximos a las sinapsis y las “gliarobots” dentro de las células gliales.
Los investigadores exploran una serie de procedimientos para implementar los nanobots, Entre ellas, la inyección intravenosa en el torrente sanguíneo, la inyección transdérmica. O también por la nariz para ayudar a atravesar la barrera hematoencefálica, que normalmente regula nuestra química cerebral y protege nuestro cerebro de sustancias nocivas. sustancias.
Viaje al interior de las ideas y las posibilidades
Los nanobots nadarían a través de la barrera hematoencefálica, entrarían en las células cerebrales y se posicionarían en lugares precisos dentro del cerebro. Los campos magnéticos externos podrían ayudar a dirigir los nanobots a las regiones cerebrales correctas. Una vez instalados, podrían utilizar nanosensores flexibles para cada una de las sinapsis para monitorear e interactuar directamente con la información procesada y almacenada. Los robots también podrían utilizar una red de nanofibras ópticas de alta velocidad para recibir y transmitir datos entre el cerebro y la nube. Según el artículo, la reprogramación en tiempo real podría proporcionar a los nanobots actualizaciones periódicas de software.
Con el tiempo, una interfaz cerebro-nube podría permitir a la humanidad utilizar la escala cada vez mayor de la nube de información para fusionarse en un «supercerebro global». Esto haría que las redes sociales en línea parezcan preescolares sobre cómo conectarse en línea. Esencialmente, un cerebro potenciado forjaría redes desconectadas de cerebros e inteligencia artificial en una masa de pensamientos colectivos.
«Esta cognición compartida podría revolucionar la democracia, mejorar la empatía y, en última instancia, unir a grupos culturalmente diversos en una sociedad verdaderamente global», comentó Martins.
Al menos, realizar un seguimiento del cerebro a través de nanobots podría ayudar a resolver algunos problemas del envejecimiento, como la pérdida de sinapsis. Y el consiguiente deterioro cognitivo de la enfermedad de Alzheimer. Kurzweil cree que algún día los nanobots podrían reparar órganos. Un próximo paso práctico para garantizar la longevidad humana.
Pero hay algunas desventajas evidentes en esta visión de la superinteligencia futurista. Por ejemplo, los riesgos de privacidad y seguridad siempre han sido un problema al conectarse en línea. Si quisiéramos lograr la conexión de información definitiva, la tecnología relacionada tendría que ser lo suficientemente sofisticada para proteger a cada individuo.