Por Juan Emilio Ballesteros | Foto: José Ángel Molina – Comillas ICAI-ICADE
29/03/2018
El Observatorio del Vehículo Eléctrico y Movilidad Sostenible (OVEMS), dirigido por el ingeniero Pablo Frías (Madrid, 1977), se posiciona como una plataforma de datos, investigación aplicada y evaluación técnica que dará soporte al desarrollo y viabilidad de la movilidad eléctrica en España. Para ello, cuenta con la experiencia tanto de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (Comillas ICAI) y del Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) en el Sector Eléctrico y Energético, como de Comillas ICADE en áreas de negocio, legislación e impuestos, y del resto de la universidad en áreas como la sociología y la psicología. Desde un enfoque multidisciplinar contribuye al cambio de paradigma medioambiental del transporte.
¿Hasta dónde alcanza esta transformación? ¿A qué agentes implica?
Hoy existen en España dos grandes retos en movilidad. Por un lado, está aumentando la población que se desplaza a las grandes ciudades (un 80% de la población en Europa vive en zonas urbanas) lo que supone un incremento progresivo de los desplazamientos; por otro, España tiene una altísima dependencia de las importaciones de los combustibles fósiles (un 98% en 2015), lo que supone un auténtico lastre en nuestro PIB. Para dar respuesta a ambos retos, debemos evolucionar hacia un modelo de movilidad sostenible (con respeto al medio ambiente y usando recursos propios renovables), flexible (haciendo uso eficiente de todas las alternativas de transporte urbano), y de acceso universal (evitar discriminación por motivos económicos o a personas sin permiso de conducir). Este cambio de paradigma es un reto global, aunque son las grandes ciudades y ayuntamientos los que tienen que poner la primera piedra.
Lo cierto es que el vehículo eléctrico no acaba de arrancar. ¿Es una solución realista para la lucha contra el cambio climático?
Partimos de que el sector del transporte supone un 40% del consumo de energía final en España y es responsable del 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero. En primer lugar, no debemos caer en la simplificación de que la movilidad sostenible consiste en una reconversión del parque de automóviles de combustión a vehículos eléctricos; el concepto es mucho más amplio y pasa por la creación de flotas de car-sharing, la mejora del transporte público y la intermodalidad, lo que dará lugar a una reducción progresiva del parque de automóviles. En segundo lugar, el vehículo eléctrico es un elemento fundamental en la reducción de emisiones, pero para ello se precisa seguir apostando por la descarbonización de la generación eléctrica.
La apuesta por la movilidad sostenible en las ciudades inteligentes va mucho más allá del coche eléctrico. ¿Son conscientes las administraciones de la necesidad de impulsar un nuevo modelo de gestión?
Aquí hay otro cambio de paradigma: cada hora se están recogiendo millones de datos de infinidad de sensores distribuidos en las ciudades sobre movimientos de personas y mercancías, consumos energéticos y residuos. El análisis de dicha información está permitiendo entender el detalle de la vida de las ciudades, y por tanto experimentar de forma proactiva con medidas de eficiencia en la gestión de los recursos. Las administraciones locales ya están trabajando en ello, como lo demuestra la iniciativa RECI (Red Española de Ciudades Inteligentes). No obstante, el potencial es enorme, solo hay que visitar una ciudad en Japón para darse cuenta de ello.
Afirma que no se trata de cambiar coches sino de cambiar de actitud. ¿A qué se refiere?
La movilidad siempre ha estado asociada al vehículo privado, el cual usamos menos de un 4% del tiempo, lo que lo convierte en un artículo de lujo y de uso poco eficiente. El objetivo sigue siendo poder desplazarse entre dos puntos, de forma rápida, económica y respetuosa con el medio ambiente. Para conseguirlo, en la mayoría de los casos, el coche privado no es la mejor opción, y aquí es donde las alternativas de intermodalidad de transportes públicos y car-sharing son las respuesta. Sin embargo, se necesita un cambio de mentalidad para aceptar la movilidad compartida.
¿Cómo coordinar el sector público y el privado?
Sabiendo que en España producimos cerca de tres millones de vehículos al año en 16 fábricas distribuidas, es fácil entender la repercusión económico-social que tendrá el cambio hacia una movilidad sostenible, y por eso el sector sufre cierto bloqueo. El avance pasa por diseñar una estrategia coordinada entre administraciones públicas y el sector privado que den lugar a una transición sostenible. En esta estrategia es clave mejorar la coherencia en el sector público, tanto vertical (administraciones locales, provincias, CC.AA. y Estado) como horizontal (competencias de medioambiente, industria, salud, hacienda e interior).
¿Se pueden evitar fraudes como el dieselgate?
Una buena regulación debería confiar la supervisión a organismos independientes en lugar de dejarlo en manos del fabricante, y buscar una mayor coordinación entre agencias nacionales e internacionales. En caso de incumplimientos tendrían que tomarse medidas sancionadoras rápidas y ejemplares.
¿Afirmar que el coche eléctrico no contamina es una verdad a medias?
Siendo rigurosos, todo vehículo –sea eléctrico, diésel o una bicicleta– contamina, si consideramos su proceso de fabricación o la emisión de partículas por desgaste de neumáticos o frenos. No obstante, la casi totalidad de la contaminación está en los gases asociados a la combustión que salen del tubo de escape (CO2, NO2, partículas sólidas, etc.). Si a esto añadimos que en 2017 en España un tercio de la generación se produjo con fuentes renovables y que en el medio plazo se va a producir un progresivo cierre de la generación térmica y un aumento de las inversiones en renovables, nos permite afirmar con rotundidad que el vehículo eléctrico es una solución estratégica para la reducción de la contaminación.
¿Se puede fabricar un diésel limpio y eficiente?
La tecnología de los motores de combustión ha tenido más de 150 años para conseguirlo, y aunque se han dado notables mejoras en eficiencia y reducción de emisiones, su rendimiento sigue siendo como mucho del 40% en un motor diésel y con emisiones de contaminantes, frente al rendimiento del 95% de un motor eléctrico y que además es limpio.
¿Qué impacto puede tener la integración del vehículo eléctrico en la red de distribución?
Por un lado el sistema de generación eléctrica dispone de la suficiente capacidad para suministrar el incremento de potencia asociado a los vehículos eléctricos, y además dicha generación será cada año más renovable. Por otro, las redes de distribución también permiten integrar este volumen de vehículos, siempre y cuando su recarga sea inteligente, es decir, evitando una conexión simultánea de toda la flota de coches. Sin embargo, sí existe un reto en el desarrollo de infraestructuras de recarga en la vía pública, donde es necesario generar modelos de negocio de éxito.
¿Cómo influirá el desarrollo de las redes inteligentes en la la optimización de la gestión?
El coche eléctrico se convierte en un elemento muy interesante para el sistema eléctrico. En una vivienda o comunidad de vecinos, o incluso una isla, puede usarse para administrar el uso eficiente de la energía, gestionando para ello la carga o descarga de la batería del coche. Actualmente no es posible usar este potencial de flexibilidad y eficiencia para el sistema, dado que es preciso realizar inversiones en el desarrollo de redes inteligentes y a la vez actualizar la regulación, tanto la que afecta a la retribución de las empresas de distribución eléctrica como al diseño de tarifas eléctricas de los consumidores.
¿Se impondrá el modelo Smart Charging?
La carga inteligente es imprescindible para integrar de forma eficiente y de mínimo coste los vehículos eléctricos. Estos sistemas de carga inteligente son de aplicación tanto en parkings privados, para consumir en horas de menor precio, como en las electrolineras o centros de recarga de flotas de transporte público para evitar sobrecargas y así minimizar inversiones en infraestructura de recarga.
¿Ha despertado demasiado tarde la industria?
Aquí vemos el contraste entre el rapidísimo desarrollo tecnológico del vehículo eléctrico –almacenamiento y conducción autónoma– impulsado a su vez por la urgencia de medidas de choque para escenarios de contaminación en muchas ciudades, y por otro lado la resistencia al cambio del sector tradicional de la automoción. Se hace necesario diseñar una estrategia que permita a la industria afrontar esta transición de forma sostenible.
¿Cómo cambiará el modelo de negocio?
El modelo tradicional de venta y post-venta ya está cambiando, por ejemplo con el servicio de alquiler de las baterías de los coches o la gestión de flotas de vehículos de car-sharing.
China está arrollando a Europa en el desarrollo del vehículo eléctrico. ¿Por qué?
El reto de China es el mismo que el de muchas otras ciudades del mundo: garantizar la movilidad en megaciudades y reducir la contaminación existente. La diferencia es que su problema es diez veces más grande, en población y contaminación, y por eso se ha establecido como tema prioritario. La otra gran diferencia con Europa es que han diseñado una clara estrategia de Estado, que a su vez está sincronizada con su industria.
El futuro pasa por un coche conectado, compartido y con autonomía en la conducción. ¿Se limitarán a esto los avances?
Es difícil de pronosticar lo que nos espera en el futuro cercano en cuanto a avances tecnológicos, es un libro en blanco. Hoy en día Internet of Things, Blockchain o la Industria Conectada están pasando del plano conceptual a servicios concretos, y muchos de ellos formarán parte íntegra de la movilidad sostenible.
¿Con qué objetivos nace el Observatorio del Vehículo Eléctrico y Movilidad Sostenible y cuál es su proyección de futuro?
El objetivo principal es el análisis y divulgación de la tecnología del vehículo eléctrico y la movilidad sostenible en España mediante informes y la organización de foros del estado del arte y novedades en el vehículo eléctrico y la movilidad sostenible dirigidos al ámbito universitario, a la industria y a las instituciones. Lo diferencial de este observatorio es su enfoque multidisciplinar, que no solo incluye tecnología, sino también economía, fiscalidad, aspectos legales, regulación, sociología, urbanismo y calidad del aire. En los próximos años nos gustaría crecer hacia un centro de referencia internacional en este ámbito, que ya estamos creando mediante acuerdos con grupos de investigación en Europa y Estados Unidos.
¿Qué puede hacer el Observatorio para educar a la sociedad y que los ciudadanos no vean las restricciones en el tráfico en las ciudades como una imposición, por citar solo el ejemplo más evidente?
Parte de nuestra actividad universitaria está enfocada al progreso social, el respeto al medio ambiente y el desarrollo sostenible. Para ello el objetivo es dotar de sentido crítico a la discusión en este ámbito en un contexto interdisciplinar, ofreciendo información transparente, de calidad y con rigor.