Por Cambio16
Si sólo dispone de una o dos semanas para recorrer Australia, lo mejor es centrarse en una de las ciudades que rodean el gran desierto que es el centro del país. Melbourne es una de ellas. En el estado de Victoria, en el sudeste, se encuentra esta urbe, la segunda más grande del continente. Un cuarto de su población nació en el extranjero, por eso podría decirse que es la ciudad más europeizada del país en la que, a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia, no se nota una gran diferencia cultural con respecto a Europa.
En 2011 Melbourne fue nombrada por The Economist la mejor ciudad del mundo en la que vivir, y es que la vida parece más fácil allí. Para mí, la mejor época para visitarla es durante los meses de diciembre o enero, que corresponden a su verano. En estas fechas las temperaturas varían entre los 20º y los 40ºC, pero sin duda, cualquier época es buena para recorrerla. En el otoño, nuestra primavera, el clima es más cálido y menos extremo.
Los australianos tienen fama de ser gente simpática, amigable y fácil, y no voy a ser yo quien diga lo contrario. No hay nada más sencillo que enamorarse de su estilo de vida. Una vez en el país es normal sentir que se quiere dejar todo atrás y quedarse allí para ser feliz, ya que en este lugar la calidad de vida es muy buena.
Este rincón del país es azul y verde, un paraíso para los amantes de la naturaleza. Una de las cosas que más llama la atención de Melbourne es lo limpio que está. Tanto el aire como la calle. A nadie se le ocurre tirar una colilla al suelo.
La ciudad se baña en las aguas del río Yarra y se divide en barrios que se extienden hacia el sureste del centro, the city. El centro financiero, o Central Business District (CBD), aglutina los edificios más altos de Australia, como Eureka Tower, un rascacielos de 297,3 metros de altura situado en Southbank. De él destacan las últimas plantas, que están bañadas en oro en recuerdo a la rebelión de los mineros durante 1854.
Uno de los edificios más completos de este barrio es el Curtin House, donde hay diferentes locales, como el restaurante Cookie en la primera planta. En el segundo piso, The Toff in Town está ambientado con música en directo y sirve cócteles que hacen perder el sentido a la segunda copa. También hay una librería llamada Metropolis en el tercer piso y en la azotea se puede comer una hamburguesa y, si es verano, disfrutar de una sesión cine al aire libre con vistas únicas de la ciudad.
Durante la visita a la ciudad, recomiendo probar un flat white, un café hecho con doble de café y leche, y uno de los mejores inventos que los australianos han traído a Europa. El mejor lo preparan en Jungle Juice, una cafetería en un pequeño callejón en el que el visitante parece encontrarse en Tokio. Está cerca de la monumental estación de Flinders St., la más grande de la ciudad, con una leyenda detrás. Se dice que, por un descuido, sus planos se traspapelaron con los de la estación de Bombay y eso provocó que se construyera, con su delicado perfil y altas torres a los lados, en medio de edificios de hormigón, cristal y metal.
Otro de los barrios más famosos de Melbourne es Windsor. Su punto de ebullición está en la calle Chapel, donde se aglutinan todas las tiendas y restaurantes de moda. Una visita obligada es el Chapel Bazaar, un establecimiento de grandes dimensiones en el que se puede encontrar de todo. Los artículos se presentan ordenados en vitrinas identificadas con un número, que ayuda a que el vendedor, que también es coleccionista de antigüedades desde hace años, encuentre rápidamente lo que se quiere comprar.
De todos, mi barrio favorito es Fitzroy, el más indie de los que rodean al centro. Recomiendo pasear sus calles, como Smith St., donde están las oficinas de Aesop, la gran marca australiana de productos para el cuidado de la piel. En Brunswick St. y Gertrude St. se encuentran algunas de las librerías más bonitas, como Title, donde se pueden hallar tesoros de segunda mano. También hay tiendas vintage y locales llenos de piezas de decoración como el Smith Street Bazaar o Retro Planet. Para hacer una pausa durante el día de compras, hay que ir al café De Clieu, donde sirven un excelente beicon.
Melbourne está llena de galerías, exposiciones temporales y pop up stores. Es una ciudad que apuesta por la estética y en ella el diseño y el arte se encuentran en cada esquina. Algunos de los museos más importantes son el Melbourne Museum, donde es fácil pasar varias horas paseando entre insectos, dinosaurios y arte aborigen australiano; The Art Gallery of Victoria, con sus dos sedes y exposiciones permanentes y temporales, y el Museo Heide de Arte Moderno, que se encuentra a 15 km. de la ciudad. Los amantes de la naturaleza no deben perderse una visita al Jardín Real Botánico, que también podría entrar dentro de la categoría de museo, y aglutina especies vegetales tanto comunes como únicas. En este lugar, los árboles hacen la función de monumentos. Es el caso del Eucalyptus camandulensis, que representa la conversión de Victoria en colonia independiente en 1830.
Para cerrar un viaje único hay que escaparse a la playa. Brighton Beach se encuentra a 15 km. de la ciudad y es famosa por las casetas de colores que se extienden por el paseo del litoral. El mejor plan en un día soleado es comprar fish & chips para llevar y sentarse en la arena a comer, a ver cómo pasa el tiempo cerca del mar, mientras en el horizonte se levantan los edificios de la ciudad más maravillosa en la que he estado. Hasta pronto Melbourne.
La ciudad
Superficie: 9.990 km²
Fundación: 1835
4,5 millones de habitantes
A 878 km. de Sidney
A 17.300 km. de Madrid
Web de interés
Cómo llegar
Hay vuelos desde Madrid:
Emirates con escala en Dubai
Thai con escala en Bangkok.
Se tardan 24 horas aproximadamente.
Dónde dormir
Crown Towers 5*, nº1 de los 171 hoteles de tripadvisor.com.
Robinsons in the City: nº 1 de los 30 hostales y pensiones de tripadvisor.com
Dónde y qué comer
“Durante su visita a Melbourne, probablemente descarte comer en un italiano. Gran error. El emblemático comedor Pellegrini (en la fotografía) mantiene su estética intacta desde hace décadas y es toda una referencia en la ciudad. En este establecimiento, ubicado en 66 Bourke Street, los comensales sólo pueden comer en la barra el menú compuesto por tres platos de pasta artesanal: espagueti boloñes-a, lasaña de carne o pasta con frutos de mar, que se acompañan de dos bebidas a elegir: agua del grifo (la australiana es la mejor) o granizado de melón casero. Todavía recuerdo el olor de esa cocina”.
*Puede seguir a Alba en su Twitter, en su Instagram (@albagalocha) y en blogs.vogue.es/teatime