Son siglos de lucha contra el cáncer, un enemigo temible. Muchas las batallas se han ganado a pulso, pero también hubo innumerables pérdidas. Todos los tratamientos contra el cáncer son fuertes. Además, la cirugía, la radiación y la quimioterapia tienen efectos secundarios. Náuseas, vómitos, caída del cabello e infecciones. Además, no solo dañan las células cancerosas, sino también, a menudo, las sanas, y lo peor: la cura no está garantizada.
El panorama en las últimas dos décadas luce mejor y más prometedor. Los avances científicos y el abanico de posibilidades están revolucionando la investigación y los tratamientos oncológicos. Cada día se encuentran nuevas formas de detectar, visualizar, entender y tratar el cáncer. Los estudios de ADN, la inteligencia artificial, la telemedicina, la prueba Infinium para obtener datos, radioterapia de haz estrecho, la criomicroscopia electrónica, la terapia celular personalizada, las vacunas, y la cirugía robótica abonan el terreno para dar con la cura definitiva o que los enfermos oncológicos mejoren su calidad de vida. Se puede asegurar que el cáncer es una enfermedad curable en alrededor de 55%, aunque varía según el tipo de cáncer y la fase en la que se encuentre al ser diagnosticado.
Más de la mitad de los casos que se diagnostican de forma temprana son curables. Sin embargo, si hay metástasis, las posibilidades de hacerlo se reducen porque no está localizado en un lugar determinado y se propagó hacia otros órganos o hacia diferentes sitios del mismo órgano. La mayoría de los casos avanzado de cáncer tienen poca probabilidades de ser curados, pero siempre es posible aplicar tratamiento. Hay unos avanzados que se controlan durante muchos años y, en algunos casos, se curan
Qué hay de nuevo
La genética es uno de los campos hacia los que se están dirigiendo los esfuerzos para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades oncológicas. Lo más novedoso es una técnica denominada CRISPR, que permite modificar el código genético de las células. La técnica funciona como una tijeras de precisión que eliminan, insertan o editan trozos de ADN en las células.
El procedimiento se creó a partir de otro proyecto que estudiaba cómo las bacterias combaten los virus. Las doctoras Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier recibieron en 2020 el Nobel por su trabajo con los CRISPR. El primer estudio clínico de una inmunoterapia con CRISPR contra el cáncer en Estados Unidos comenzó un año antes.
La terapia génica inserta material genético en células para corregir las mutaciones que lo causan. También se puede usar para enseñar al sistema inmunitario a reconocer y atacar células cancerígenas o a proteger las células sanas. También evita la progresión del cáncer y mejorar el pronóstico del paciente. Las modificaciones genéticas y sus aspecto éticos so motivo de fuertes.
Terapias personalizadas
En la lucha contra el cáncer también encontramos la terapia celular personalizada o terapia dirigida. Un enfoque que utiliza células inmunitarias del propio paciente para combatir la enfermedad. Consiste en extraer células inmunitarias, cultivarlas en el laboratorio y modificarlas para aumentar su efectividad. Luego, estas células modificadas se introducen de nuevo en el paciente para ayudar a combatir el cáncer. Hasta ahora muy pocas personas han sido tratadas con este tipo de medicamentos, pero avances recientes indican que podría sustituir tratamientos como quimioterapia y radioterapia.
Asimismo, con la inteligencia artificial los investigadores han logrado avances significativos que permitirán crear una computadora para que actúe, razone y aprenda para que los médicos prueben tratamientos y pronostiquen resultados antes de proponer terapias personalizadas. En este sentido, el Instituto Nacional del Cáncer, junto con otras instituciones y un grupo interdisciplinar de investigadores aplican la inteligencia artificial para avanzar en el desarrollo de «gemelos digitales» de las personas con cáncer.
La alta resolución, otras aliadas
Otro grupo emplea la IA en el análisis de datos provenientes de imágenes e historias clínicas electrónicas con el fin de ajustar las dosis de radiación que aplican a los pacientes. Con inteligencia artificial incluso se pueden hacer análisis rápidos de datos de cáncer de la población y calcular la probabilidad de ciertos cánceres. Consideran que la IA tiene el potencial de transformar por completo el diagnóstico y tratamiento del cáncer.
La criomicroscopia electrónica permite la captura de imágenes de moléculas que son 10.000 veces más pequeñas que el grosor de un cabello humano, una resolución que no existía hace una década que ayudan ayuda a entender mejor cómo las células cancerosas sobreviven, se multiplican e interactúan con terapias y otras células.
Muchos por un solo fin
La cirugía robótica ha allanado el camino para acelerar la recuperación de los pacientes y su retorno a la vida normal. Antes, las operaciones para extirpar la próstata requerían de una incisión grande desde el ombligo hasta el hueso púbico. Ahora, con el uso de brazos robóticos solo es necesario hacer incisiones pequeñas. Los cirujanos controlan con precisión milimétrica estos brazos a través de una consola especial en la que ven de manera ampliada la zona que operan. La pérdida de sangre y dolor son menores con estos brazos robóticos. Un paciente al que se le haya realizado una prostatectomía podría ser dado de alta 24 horas después de la intervención.
La obtención de datos también es vital para entender cómo se relacionan los cambios genéticos con el cáncer. Se está logrando con otro avance oncológico: la prueba Infinium de Illumina. Un proceso y un conjunto de herramientas para analizar millones de polimorfismos de un solo nucleótido, la variación genética más frecuente. Sirven para crear mapas de los genes que causan cáncer y ofrecen información sobre el riesgo de cáncer, la aparición y la progresión de la enfermedad.
La aplicación de la nanotecnología en la oncología es simple: lograr que el efecto de los medicamentos contra el cáncer sea más preciso y evitar el daño de células sanas. Uno de los métodos consiste en inyectar nanopartículas directamente en el tumor y después con un láser las calientan para dañar o destruir las células cancerosas.
Otros frentes contra la enfermedad
Con la nanotecnología es posible localizar el tumor en una fase más temprana. Las nanopartículas diseñadas para adherirse a las células cancerosas hacen que los tumores sean visibles. El diagnóstico precoz es vital para curar el cáncer.
Las áreas de acción de los nuevos avances son tan variados como los tipos de cáncer. La radioterapia de haz estrecho utiliza tecnología sofisticada para dirigir un haz de radiación con mayor precisión a las áreas afectadas. Los médicos pueden tratar el cáncer con una dosis más alta de radiación, lo que puede mejorar los resultados del tratamiento y reducir el número de sesiones.
Otro descubrimiento reciente son las vacunas que utilizan las propias defensas del sistema inmunológico del paciente para combatir el cáncer. Sin embargo, es complicado y costoso generar vacunas eficaces en el área oncológica. A diferencia de las bacterias y virus, sus células se parecen más a nuestras células sanas. Además, cada tumor es único y requiere sus propios antígenos distintivos. No obstante, ha habido un avance importante en las vacunas preventivas.
También muchas organizaciones de salud han incorporado con éxito los servicios de telemedicina para la atención y tratamiento de pacientes con cáncer a distancia, con consultas por video y quimioterapia en casa. La telemedicina facilita estudios clínicos y tratamientos en zonas geográficas más amplias.
Una lucha más allá de la ciencia
En la lucha contra el cáncer los tratamiento no pueden ser solo médicos. No se puede dejar de lado el proceso emocional del paciente con cáncer. Tampoco las dificultades personales, sociales y familiares que enfrenta durante su tratamiento. Los tratamiento afectan de forma diferente a cada individuo. A la incertidumbre de la enfermedad se suma la de cómo cada cuerpo recibe y procesa los medicamentos. La sensación de olvido, la pérdida de algunos sentidos o de cuero cabelludo o la pérdida de autonomía en procesos básicos de movilidad y autonomía crean desasosiego.
También se suman los miedos del paciente: la muerte, desamparar a familiares o hijos. Todos generan cambios emocionales fuertes y reacciones inesperadas del temperamento. Hay avances prometedores en la lucha contra el cáncer. Probablemente vendrán más en los próximos años. Sin embargo, queda mucho por hacer, descubrir e investigar. Médicos y científicos, pero también psicólogos y terapeutas, trabajan mancomunadamente.